La Víctima también conocida como El Niño Sombra o el Niño Herido. El rol de víctima es una postura infantil que provoca que la persona que juega este rol se sienta indefensa y vulnerable casi todo el tiempo.
Cuando alguien está jugando este rol, lo más seguro es que viva quejándose y lamentándose de lo difícil e injusta que es la vida: “¿por qué me tenía que pasar esto a mí?” “¿Por qué ahora?” Y la respuesta obvia sería ¿y por qué no? Si le pasa a todo el mundo, ¿por qué no tendría que pasarle a él (o ella)?
Diferencia entre víctima real y el rol de Víctima.
Debemos aclarar que aquí no nos estamos refiriendo a la víctima real de una circunstancia adversa como: abandono, violencia, catástrofe, injusticia… sino a aquella o aquellas personas que, sin serlo realmente, juegan a ser víctimas, mostrándose indefensos y vulnerables sin realmente serlo, negándose a ver sus propios recursos y aferrándose a la idea de que son los otros o la vida misma los que están obligados a hacerse cargo de ellos como si fueran niños.
Las víctimas reales suelen ser más conscientes de su realidad, se reconocen como personas adultas, asumen que tienen los recursos para enfrentarse a las adversidades y los utilizan para sanar y recuperarse. Las víctimas reales también requieren muchas veces del apoyo del ambiente, pero no se vuelven dependientes de éste, se paran sobre sus propios pies y se apoyan en el otro, a diferencia de los que juegan el rol de víctimas que se niegan a utilizar su autoapoyo y quieren ser literalmente cargados por los demás.
Quien juega a la Víctima tiene una creencia subyacente de que la vida ha sido muy injusta y por lo tanto está en deuda con él.
Sentirse víctima de las circunstancias
La persona que juega a la Víctima se ve a sí misma como víctima de las circunstancias, de los manejos de los demás, del su pasado, de sus genes, de la mala voluntad de los demás, de sus malas decisiones, y, por tanto, se siente la mayor parte del tiempo vulnerable e indefenso ante las circunstancias.
Cuando una persona está en plan de Víctima se considera, de algún modo, débil, frágil o imperfecto y necesitado de ayuda por parte de otros. Ante esto no dudará en manipular y chantajear a los demás para conseguir el cuidado y protección que cree que necesita, y digo “cree” porque, lo más probable es que en la mayoría de los casos no sea así, y que él o ella tenga los recursos para solucionar sus propios problemas, pero se autoconvence de que no puede, que es indispensable que otros lo hagan por él, lo que significa mantenerse en una postura cómoda, infantil, o lo que es igual, en su zona de confort.
«Siempre que una persona se sienta dolida, traicionada, utilizada, abandonada, incomprendida, controlada, o que sienta pena de sí misma, debe revisar si no ha caído en el rol de víctima.»
Gil Edwards.
Jugar el rol de Víctima es más difícil que asumir la propia responsabilidad
De los tres roles del triángulo dramático, El de víctima es el más complejo porque la persona se coloca en una posición de indefensión, sintiéndose el más desesperada y el peor tratado, negándose, además, a reconocer sus recursos para sostenerse en pie.
Suele estar muy susceptible y ante casi cualquier situación, es decir que la persona se muestra herida u ofendida por motivos, muchas veces, de poca importancia, lo cual dará lugar a que la gente la evite o no le diga la verdad de manera clara o directa para no hacerla sentir lastimada.
En los casos más graves, la víctima podría evidenciar signos de desesperación incluso inclinaciones suicidas. Asimismo, podría revelar síntomas de aletargamiento, bloqueo y paralización, la reacción normal al estrés, y ser incapaz, por tanto, de tomar decisiones o incluso de pensar con lucidez sobre el futuro. (Ver también: Diferencia entre la conducta asertiva y la sumisa).
Esconderse detrás de los otros roles y conductas
Debido a que el rol de Víctima tiene mucho de penoso y angustioso, muchos víctimas se “esconden” en el rol de Salvador dedicándose a atender las necesidades de los demás.
En otras ocasiones, la personalidad Víctima se esconderá bajo la apariencia de un Perseguidor, lo cual le da la oportunidad de dirigir el dedo acusador hacia aquellos que lo defraudan, que le hacen daño o que lo hacen sentir infeliz por no darle la protección que desea.
Otra vía de escape es vivir en un mundo fantástico: evadiéndose a través de libros de ficción; navegando en internet; soñando despierto; iniciando relaciones a distancia, etc., con el fin de eludir la realidad y no tener que tomar decisiones por sí mismo.
En otros casos, las personalidades Víctimas recurren a las adicciones: comer compulsivamente, beber, practicar juegos de azar, consumir drogas, realizar prácticas sexuales de riesgo, gastar sin control, o trabajar en exceso, para llenar el vacío interior. El optar por esta vía supone entrar en una dinámica de autodestrucción.
Dependencia Emocional
Las víctimas son personas que mantienen una fuerte dependencia emocional (ver también el artículo: características de los dependientes emocionales) con las personas cercanas y suelen caer en relaciones perniciosas de codependencia de las que reciben cuidados y protección en todos los ámbitos: emocional, físico y financiero, por ejemplo. A pesar de ello se sienten enojados o resentimientos hacia sus cuidadores pues tanta dependencia los hace sentir incapaces y subestimados y, por su lado, sus “protectores” se sienten cansados, agotados o enojados de tener que llevarlos sobre hombros, o bien, si se trata de un Salvador o de un Persecutor, le harán pagar la factura a través de sus propias vías y conductas chantajistas o manipuladoras.
Comportamiento pasivo-agresivo
La Víctima puede tener un comportamiento pasivo-agresivo. Hay víctimas que impiden cualquier intento de ayuda por parte de los demás jugando al “sí, pero… “; O bien, estando en principio de acuerdo con un plan de acción y luego no llevándolo acabo dando miles de razones por lo que no cumplieron con su compromiso; este comportamiento hace que los que están a su alrededor se sientan impotentes y frustrados.
Este proceder de las víctimas -ya sean hombres o mujeres- consume el tiempo y la energía de quienes intentan protegerlos y complacerlos quienes, como ya se dijo, terminan por hartarse o por cobrárselas de alguna manera.
La víctima y la ayuda profesional
En ocasiones las personalidades Víctimas buscan ayuda profesional, y aunque no pueda decirse que la ayuda bien intencionada funcione a la perfección con este tipo de personas, por lo menos sirve para que se identifiquen en su condición de víctima.
Lo que suele suceder con frecuencia con los Víctimas es que van de un profesional a otro en busca de una solución mágica para sus problemas de origen externo, a la par que son reacias a hacerse cargo de sus propios asuntos y responsabilizarse de sí mismas. Es cuando pueden transformarse en perseguidores y tachar de incompetentes a esos profesionales que no han encontrado la manera de sanarlos o de resolver sus problemas.
El mismo reproche pueden hacerle a sus familias, amigos, compañeros de escuela o de trabajo o a sus parejas, pues por algo son las víctimas de los demás y son especialistas de hacer responsables y culpar a los otros de sus desdichas y problemas. Pocas veces son ellos los causantes de lo que les sucede.
La Víctima vive en el pasado
Las víctimas están ancladas en el pasado, no se despojan de su espíritu infantil, y se ven a sí mismos como seres indefensos, inexpertos, incapaces de cuidar de sí mismos o de hacer algo rectamente.
A menudo, los Salvadores refuerzan esta pauta de conducta de las Víctimas interviniendo y haciendo las cosas por ellos; mientras que, en estos casos, los Perseguidores no dudan en denunciar su incompetencia o falta de habilidad. Ambas actuaciones, como es natural, intensifican la humillación y el sentido de ineptitud de la Víctima quien, lo que realmente necesita, es darse cuenta de que posee energías, talentos y recursos internos para ejercer su propio poder y recobrar su autoestima y dignidad humana.
La Víctima requiere tomar consciencia de su poder, sus recursos y su capacidad para hacerse cargo de sí mismo y de su vida.
Algunos rasgos de caracterizan a la Personalidad Víctima son:
- Sentirse indefenso, débil, frágil y defectuoso.
- Verse a sí mismo como producto de las circunstancias ante las que no tiene, según él, control alguno.
- Sentirse incapaz de tomar decisiones y de cuidar de sí mismo.
- Buscar ayuda, cuidado y apoyo en otras personas constantemente y bajo cualquier circunstancia, aun cuando él podría resolver las cosas, pues cuenta con la capacidad para ello, aunque no quiera reconocerlo.
- Dice: “Sí, pero…” y siempre tiene una excusa para escabullirse de sus compromisos y responsabilidades, pues en el fondo duda de sí mismo y teme equivocarse y que los demás lo critiquen, lo juzguen, rechacen o lo dejen de querer y de proteger.
- Tiene una herida de abandono, por lo que le da terror que, de aquellos de quien depende, se alejen de y lo deje de cuidar, pues en su fantasía, cree que esto significaría una tragedia, la infelicidad o incluso la muerte.
- Se protege encerrándose en un mundo fantástico, de adicciones y relaciones de dependencia.
- Se siente insignificante, ansiosa infantil. Se niega a crecer a toda costa.
- Se resiste a aceptar que es una persona adulta y, por tanto, capaz de valerse por sí mismo.
- A menudo tiene un sentimiento de vergüenza, no cree que hace algo incorrecto (comportamiento) cuando se equivoca, cree que él mismo, como persona, es el que está mal, qué hay algo inadecuado en su ser.
- Por su falta de confianza se vive inadecuado e inoportuno, por lo que muchas veces puede serlo (fantasía autocumplida), y con ello refuerza su creencia de que algo está mal en su individualidad.
- No se perdona los errores ni los fracasos, confirma con ello que no puede y que por eso tiene que depender de los demás, en vez de aprovechar los errores como un medio de crecimiento, aprendizaje y fortalecimiento, lo que logrará sólo cuando aprende a confiar en sí mismo y a hacerse responsable de él y de su vida, es decir, cuando abandona el rol de Víctima y se decide a crecer y convertirse en persona adulta.
Fuente bibliográfica: El triángulo dramático de Karpman. Cómo trascender los roles de Perseguidor, Salvador y Víctima. Autor: Gill Edwards.
Te invito a consultar también los artículos anteriores a éste y sobre el mismo tema del Triángulo dramático y los roles participantes:
El triángulo dramático: los roles del Perseguidor, el Salvador y la Víctima.
El rol del Perseguidor en el Triángulo Dramático.
El rol del Salvador en el Triángulo Dramático.
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