Por qué fracasamos

La clave de una buena relación con el trabajo y el éxito, según Bert Hellinger, está en tener una buena relación (adulta) con la madre.
Entre la madre y el hijo, ¿quién llegó primero? La madre. Sin embargo, hay muchos que se ponen por encima de ella, le hacen reproches, le indican cómo debe ser y la rechazan. El resultado es que fracasan en su profesión. Esto se puede comprobar muy fácilmente, solamente hace falta mirar a aquellos que fracasaron, por ejemplo a los que sufrieron una bancarrota, a los que perdieron su trabajo o el dinero; solamente miramos a la madre, no tienen vínculo con la madre. Esa comprensión tiene efectos muy amplios.
Sin respeto uno está en el lugar equivocado, simplemente se fracasa; eso tiene sus consecuencias. Si no fuera así, todos serían ricos y tendrían éxito.

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El sexto sentido

El sexto sentido:El más importante, es el que nos da la sabiduría para distinguir la diferencia entre los otros sentidos; entre el bien y el mal, entre dar o recibir y entre construir o desmoronar. A veces miramos sin ver, oímos sin escuchar, olemos sin percibir, probamos sin saborear y tocamos superficialmente.
Pero, si no somos capaces de sensibilizarnos y recuperar el poder y la magia de nuestros sentidos, tal vez porque en algún momento nos lastimaron, nos estamos perdiendo de la vida, ya que ésta, sólo se puede conocer y aprender a través de nuestros sentidos… arriésgate a vivir plenamente, arriésgate a vivir en serio, no permitas que el miedo a sentir el dolor (que es inevitable) te prive de la maravilla de ser real, de la maravilla de estar vivo.

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Nuestras lágrimas son consuelo para la vida

Entre los cientos y cientos de creencias o introyectos que nos inculcan de generación en generación desde la más temprana infancia, uno muy típico en nuestra cultura — y tal vez de los más dolorosos y perjudiciales–,, es el de que «llorar es malo»..

Para nuestra cultura, el llanto es sinónimo de debilidad, fragilidad, vulnerabilidad. cobardía, falta de hombría, etc., Y todos estos aspectos de la personalidad se consideran negativos o inadecuados.

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¿Es inevitable el dolor y las dificultades de la vida?

¿Por qué a mí? ¿Por qué me tiene que pasar esto? ¿Cómo me pudo suceder algo así? ¡Yo no me lo merecía! Si soy bueno y no le hago daño a nadie, ¿por qué se me castiga de este modo? ¿Hasta cuando lo voy a tener que seguir tolerando? ¡Yo ya no aguanto más! ¡No es justo! ¡Qué injusta es la vida!

Todo el tiempo escucho estas frases no sólo en consulta, si no en la vida cotidiana. A las personas no nos gusta sufrir y, muchas de ellas piensan que, siendo buenas, obedeciendo las normas, portándose bien y no haciéndo mal a nadie, podrán evitar que la vida les mande dificultades o sufrimientos, pero sucede que no es así, tarde o temprano a todos les llega el dolor y esas personas se lamentan de estar viviendo algo que sencillamente, no merecían que les pasara. Tenemos que partir entonces de una premisa: el dolor y las adversidades son parte de la vida y, como tal, son inevitables y, tarde o temprano, todos los seres vivos del planeta debemos enfrentarnos a ello.

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Celebrando la Vida

Hay tantas razones para celebrar la vida, el simple hecho de estar vivos es motivo suficiente para celebrar a cada instante. Sin embargo, no siempre somos conscientes de lo afortunados que somos y de todas las bendiciones que el universo nos da. En ocasiones, es necesario vivir experiencias dolorosas como las pérdidas, las separaciones, las crisis o la enfermedad para poder ser conscientes de lo que tenemos cuando las cosas van bien en nuestra vida.

Eso nos ocurrió a Axa, mi pareja, y a mí, hace siete años. En el 2007 el papá de Axa murió el 23 de abril y, justo una semana después, el 1o de mayo, yo fui operado de un tumor en la hipófisis. En esos siete días vimos pasar frente a nuestros ojos, la muerte y la vulnerabilidad, la pérdida, el dolor y el miedo, la tristeza y la incertidumbre. Pero junto con todas estas emociones, pudimos ser conscientes de muchas otras cosas como: el amor, la esperanza, la fuerza, la confianza, la amistad, el apoyo, la solidaridad, el contacto, la conexión y el encuentro con los seres amados.

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