La paradoja de la dependencia nos enseña que, cuanto más eficiente es la dependencia mutua o interdependencia, más independientes y eficaces se vuelven en lo individual. Vivimos en una sociedad que desprecia las necesidades básicas de intimidad, proximidad y, principalmente, dependencia, al tiempo que sobrevalora la independencia y la autonomía, pese a lo perjudiciales que son estas creencias, las tenemos tan arraugadas, que es difícil que no creamos en ellas.
Desde la década de los años 20 se tenía la creencia que «el exceso de amor materno» era perjudicial para el niño, lo volvería asustadizo, inseguro. En cambio, si se dosificaba, se podía conseguir que fuera una persona más autónoma, segura, independiente, adaptable y con recursos, sin sentir un gran apego por ninguna persona o lugar.
Mary Main comprobó que a los adultos, también se les podía clasificar según su estilo de apego dependiendo de las relaciones que habían tenido con los padres y que estos, a su vez, influían en su estilo parental. Los adultos también adoptan estilos de apego característicos en el contexto de las situaciones afectivas. Para conocer, como adultos, a qué estilo de apego pertenecemos, se creo la encuesta del amor. (Cindy Hazan).
