En muchas ocasiones, vivimos divididos, desconectados, separamos de nuestra existencia externa y de lo que sentimos internamente, como si ambos fueran espacios separados, sin puente que los una: pendientes del afuera, ignoramos nuestras emociones, desoímos nuestras intuiciones y ahogamos nuestras necesidades. O, por el contrario, amarrados a nuestros pensamientos sobre el pasado o el futuro, dejamos de estar atentos a lo que ocurre a nuestro alrededor por terrible o maravilloso que sea. En este artículo presentamos un video con un interesante experimento donde se comprueba que, independientemente de que en un contexto determinado esté ocurriendo algo extraordinario, en la cultura actual, las personas estamos tan enajenadas, que no nos percatamos de esa maravilla por ir encerrados en nuestras mentes, en nuestras preocupaciones y en nuestra prisa, lo que, tristemente, nos aleja de nuestra realizad humana, convirtiéndonos en simples máquinas autómatas.