La personalidad a través de los diferentes tipos de «cajas»

Existen cajas de todas los estilos y personalidades. Más allá de que hay cajas grandes, medianas y pequeñas, las hay que  están vacías por dentro o, tan llenas y tan pesadas, que son difíciles de soportar. Cajas endebles que se doblan al primer intento o tan rígidas que son incapaces de doblarse por lo que terminan dañadas.

Las cajas dulces, las cajas fuertes.

Hay cajas que, a pesar de  ser dulces, llegan al punto de no saber cuál es el límite de ofrecer su dulzura, que terminan  empalagando a los demás, que se alejan de ellas, dejándolas solas,  por miedo de  volverse diabéticos.

Las cajas fuertes, construidas de acero forjado y combinaciones ulta secretas, se distinguen por su hermetismo y su a personalidad inaccesible. Esconden sus sentimientos y son  incapaces  de  compartir sus emociones e inseguridades a menos que alguien conozca la combinación, algo que ocurre con poca frecuencia. No quieren mostrar lo que tienen dentro quizas por temor a perder el control y mostrarse vulnerables a pesar de su fuerza, no importa si el riesgo de proteger su seguridad sea permanecer indefinidamente  solas e infelices.

Cajas de «archivo muerto»

Hay cajas organizadas, que rechazan el movimiento y persiguen la estabilidad. Les angustia  moverse de su sitio, por poco interesante que éste sea.  Al igual que las cajas fuertes, se  mantienen herméticas y no les gusta mostrar lo que hay en su interior. Intentan pasar inadvertidas, por lo que se vuelven grises y se ocultan del mundo sin  relacionarse con nadie, ajenas a los asuntos de otros. Su única preocupación es que todo este en orden y  bajo control. No disfrutan de la vida y odian la novedad y el cambio, están muertas en vida.  Son cajas que viven permanentemente  inseguras, con la creencia de que si alguien descubre lo que hay  en su interior no serán aceptadas, por el contrario, serán juzgadas por no ser lo suficientemente valiosas y se alejaran de ellas. Es por eso que deciden mantenerse cerradas,  invisibles, en medio de su soledad y su obscuridad.

Las cajas «Pide al tiempo que vuelva»

También están las cajas que atesoran los recuerdos que tienen una personalidad melancólica y están atrapadas en el ayer. Existen varios tipos con esta personalidad, como por ejemplo: alhajeros,  las que atesoran cartas o fotografías, cajitas  musicales (de vidrio, madera, metal y plástico, que evocan con sus melodías los eventos del momentos pasados que consideran mejor que sus experiencias del presente, sin importarles que, la consecuencia de esto, sea renunciar a la vida real por quedarse atrapadas en la  ensoñación de lo que un día fue, pero que ya no es.

Las cajas «de la generosidad»

Estas cajas son de dos tipos, las que se mantienen siempre abiertas para «entregar todo lo que tienen»  o las que reciben «todo» de los demás, de manera indiscriminada, no importa que sea algo nutritivo o tóxico, siempre están abiertas a todo mundo.

A las primeras, les fascina -o por lo menos eso parece-, mostrarle a todo el mundo su contenido, no consideran necesario ser prudentes ni reservadas, para ellas la intimidad no es una característica significativa. No dejan nada o dejan muy poco para sí y para otros en los que realmente confíen, simplemente se dan, con fin de ser aceptadas por su «confianza indiscriminada». No se dan cuenta el nivel de vulnerabilidad en la que esto las deja y, cuando salen lastimadas ya sea porque otros no han sabido valorar lo que ellas han compartido, porque no se los reconocen o agradece, o utilizan aquello de alguna manera en que las lastiman, se quedan confundidas sin entender qué fue lo que pasó. Estas cajas tienen que aprender a responsabilizarse de sus cosas, a ser discretas y fortalecer la prudencia. Deben, en pocas palabras, ser discriminativas, aprender a abrirse y a cerrarse de manera responsable y aprender a decir «no».

Las del segundo tipo, las siempre abiertas para recibir, tampoco saben discriminar. Se sienten con el compromiso de estar en

Agotadas de cargar lo de otros o vacías por dar de más

todo momento dispuestas a ayudar, a escuchar, sin ser conscientes o sin importarles que, en muchas ocasiones, esto significa pasar por encima de ellas mismas. No se detienen a cargar con los de otros aunque están ocupadas, cansadas o llenas. Si lo hicieran, se sentirían «cajas malas» y eso les generaría mucha culpa. Lo que no saben es que esto, al final, las deja llenas de contenidos, sentimientos, problemas, que no les corresponden y, aunque el acto de cargar con todo sea con un fin amoroso por los otros, si no quieren terminar demasiado agotadas, enfermas y destruidas, necesitan devolverle lo que no les corresponde a ellas a los demás. Tal vez esto en un principio les genere culpa, pero al tiempo, evitarán quedarse llenas de resentimientos por no ser respetadas y por no saberse dar a respetar ellas mismas.

Cajas llenas de culpas y resentimientos

Generalmente las cajas de las que acabamos de hablar (las generosas, siempre abiertas a dar o recibir indiscriminadamente) son las que terminan convirtiéndose en aquellas que están llenas de culpas o cargadas  de resentimientos. Las primeras porque no se atreven a decir «no» pues no soportan el peso de la culpa y, por esa razón, se sacrifican hasta que lo que queda dentro de ellas es una enorme colección de resentimientos. Como no saben de qué manera despojarse ya sea de las culpas o de los resentimientos, estas cajas terminan muy dañadas por dentro, pues no saben cómo aprender a darse a ellas mismas lo que necesitan. En el fondo, aunque no lo digan, ellas lo que más desean es liberarse de una buena vez de sus pesadas cargas para poder vivir más ligeras, tener espacio para las cosas buenas como el amor, el respeto y la libertad.

Las cajas superficiales y las cajas listas

Un estilo que abunda en esta época es el de cajas superficiales, qué, sin importar su forma y su tamaño, se afanan perfeccionar su imagen exterior, quieren ser distinguidas o elegantes, están envueltas en lujos y vistuosos atuendos con papeles finos, colores brillantes, moños, cintas, lazos o listones. Cuidan al extremo su apariencia porque quieren ser vistas, ser reconocidas por los otros, y, en muchas ocasiones, por estar tan enfocadas en la apariencia externa, descuidan su interior sin tener nada verdaderamente valioso que compartir con los demás que no sean cosas materiales, finas, sofisticadas o costosas. En el fondo, ellas también se sienten solas y vacías -independientemente de lo cargadas que están de contenidos materiales)-, aunque  se esfuercen por demostrar lo contrario.

También hay cajas que enfocan el valor de las cosas que contienen no tanto en su valor material sino intelectual, artístico, científico o de cualquier otra índole. Estas son las cajas llenas de conocimientos e información valiosa sobre: ciencia, arte, tecnología. Pueden tener mucho que compartir y enseñar a otros, pero si no son cuidadosas y equilibran sus contenidos, también pueden llegar a ser muy pesadas y difíciles de manejar.

Las cajas sobre responsabilizadas y sobre exigentes

Las cajas autoexigentes y sobreresponsabilizadas, son aquellas llenas que se la viven ocupadas en almacenar cosas «importantes». Quieren demostrarle a las demás lo útiles y lo importantes que son. Trabajan sin descanso y se van cargando cada vez más de asuntos, que a la larga, no las hacen sentir felices. Ellas tienen la creencia de que, siendo absolutamente responsable, se ganarán el respeto y la admiración de los demás, pero al final, como se olvidan de resguardar otro tipo de contenidos emocionales o espirituales, dejando su vida entera en el trabajo, olvidándose del contacto, el descanso y el placer, y enfocándose tan solo en el «deber ser», y en las obligaciones. Por todo ello, estas cajas terminan agotadas y con un sentimiento de frustración en insatisfacción que no podrán transformar hasta que se den cuenta que la valoración y el reconocimiento no debe venir tanto de fuera como de ellas mismas y que deberían enfocar más su energía en encontrar lo que verdaderamente quieren en su interior que lo que «deben» cargar para cumplir las expectativas de los demás.

La caja de Pandora (de las calamidades)

La mitología nos habla de una caja que contiene todos los males conocida como la caja de Pandora. Cuenta el

mito que cuando Prometeo  robó el fuego para dárselo a los hombres, Zeus enfureció y junto con otros dioses, creó  a una mujer capaz de seducir a cualquier hombre. La mujer fue dotada de belleza, formas seductoras y elegancia y fue bautizada como Pandora. Fue enviada entonces a casa de Prometeo. Epimeteo, el hermano de Prometeo,  se enamoró de Pandora en cuanto la vio tomándola por esposa.

Pandora traía consigo una caja que le habían entregado los dioses y que contenía todos los males del universo. Pandora, que además de bella era curiosa, abrió la caja y todos los males del mundo escaparon de ella haciendo desdichados a los mortales.  Pandora, asustada, cerro la caja de golpe dejando dentro, atrapada, a la esperanza, tan necesaria para superar los males que acosaban al hombre.

La caja de afectos y la expresión de los sentimientos

Esta caja está creada especialmente para los niños pequeños. Es como un botiquín y, si los niños quieren curar a alguien o vacunarse, pueden abrirla y elegir lo que necesiten: pelotas lanza-rabia, tiritas pide-perdón, guantes acariciadores, vendas abrazadoras, polvos quita-miedo, plumas saca risas, toallitas limpia lágrimas, globos para estallar y besitos mágicos entre muchas otras cosas.

Las cajas milagrosas

Por último, están las cajas milagrosas que no sólo se distinguen por su contenido luminoso,  ellas mismas están hechas de energía.

Yo he corrido con la suerte de encontrarme con varias de ellas y, gracias a eso, mi vida ha cambiado de manera radical pues me he sentido iluminado por su brillo.

Las cajas milagrosas están llenas de compasión y  de amor, anhelan ser felices y relacionarse con otras desde el afecto y la colaboración. Son cajas que entre sus tesoros contienen una gran sabiduría e intuición, y, sin importar que también son cajas como  las otras, su tesoro más grande es su enorme corazón.

prisionera de las exigencias externas

A pesar de su grandeza, muchas de estas cajas milagrosas no están conscientes de su poder y  su riqueza.  La razón es que, en muchas ocasiones, estas cajas, por ser sensibles y diferentes a las otras y no enfocarse en lo que el mundo piensa es lo verdaderamente «importante», hay sido subestimadas, relegadas, juzgadas e incluso, muchas veces, han sido cajas maltratadas que se han sentido prisioneras de las exigencias de los demás. Por eso, en algún momento de su existencia, se cerraron para protegerse de seguir siendo lastimadas.

Cuando alguna de estas cajas se ha acercado en busca de apoyo para poder abrirse de nuevo al mundo  y recuperar su vida y su libertad, tengo que acercarme a ellas poco a poco, con mucho respeto, empatía y delicadeza. Tengo que aprender a comprenderlas muy bien antes de intentar abrirlas, pues, si quiero apresurar sus procesos, corro el riesgo de lastimarlas y que se vuelvan a cerrar. Y así, lentamente, con paciencia, con fe, con esperanza y. sobre todo, confiando en ella y en el vínculo que estamos creando, finalmente me dejan llegar a su interior y descubrir, siempre con gran gozo y sorpresa, todos los tesoros que tienen dentro y que anhelan dar a los demás. Ellas, las cajas milagrosas,  descubren con gran alegría todo el poder que contienen para transformarse a ellas mismas y transformar su universo, lo que las llena de fe y esperanza. En este proceso, la mayoría de ellas dejan de vivirse como cajas frágiles o sin valor y aprenden a amarse y a reconocer todas las capacidades y el potencial que contienen y que había estado atrapado en su interior por tanto tiempo.

una vez que han logrado abrirse de nuevo a la vida, ya no están dispuestas a seguirse maltratando a ellas mismas y asumen la responsabilidad de su existencia y si felicidad. Se sienten llenas de dignidad por dentro y por fuera. No son más las cajas víctimas de las circunstancias, a partir de ahora, son cajas adultas, que reconocen sus fortalezas y sus debilidades, y que se sienten llenas de respeto por sí mismas y por los otros, cajas merecedoras que pueden tener lo que desean sin sacrificarse a ellas mismas, ni a sus principios, valores, necesidades ni deseos.

Es cuando las cajas milagrosas reconocen su valor que fortalecen el  coraje  para hacerse  respetar y para confiar plenamente en sí mismas, para reconocer todo el potencial que hay en su interior y ponerlo afuera; para hacerse más grandes y para ayudar a otras cajas a ser también más fuertes y milagrosas.

Cada vez que se arriesgan a hacer uso de sus fortalezas internas, más se expanden en su interior y más recursos aparecen, con lo que se vuelven más valiosas y capaces de realizar milagros con sus vidas y sus relaciones.

Conclusión

No importa el tipo de caja que seas, siempre te podrás convertir en una caja milagrosa. Recuerda que no siempre es un proceso sencillo y que muchas veces es inteligente pedir el apoyo de otras cajas, incluso a una profesional. Y si tú eres de aquellos que, como yo, apoyamos a aquellas cajas que desean recuperar la confianza para aceptarse y correr el riesgo de mostrarse a los demás, no olvides que no siempre es un proceso sencillo. Recuerda que muchas veces estas cajas han asumido las diferentes personalidades de las que hemos hablado como un ajuste creativo, como lo mejor que pudieron hacer para resolver su situación en un momento determinado de sus vidas. Si logras hacer que se abran, acepten lo que tienen dentro, se muestren al mundo y corran el riesgo de ser quien son, tú recibirás a cambio cosas muy bellas, importantes, que te llenarán de felicidad y satisfacción y muchas veces te conmoverán hasta las lágrimas.

Pero para que esto suceda no olvides tratarlas con delicadeza, con paciencia, compasión, afecto y sí, muchas veces, también con firmeza, con una franqueza que a veces duele, pero hazlo siempre con mucho respeto, sin dejar de ver el riesgo que esa caja está corriendo al mostrarse vulnerable y pedir tu ayuda. Tampoco olvides que, para lograr ganarte su confianza, tú tienes que ser una caja bastante auténtica, mostrarte tal cual eres, reconocerte ante ti y ante ellas sin mentiras, sin engaños, de la manera más honesta, corriendo el mismo riesgo que ellas al no ocultar tus sentimientos, lo que verdaderamente son.

San Ángel Inn 21 A. Col. San Ángel Inn.

México, D.F. Martes 14 de junio del 2011.

6 comentarios

  1. Todos en algún momento hemos caminado en la vida con una caja, aveces muy pesada y por más tiempo. otras ligeras pero hermeticas, hasta encontra una caja que contenga luz, y que nos aligere el camino.

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    1. Muchas gracias, Rocío, por tu comentario. Estoy de acuerdo contigo, el ser algo o alguien en el que se pueden depositar cosas, siempre debemos cuidar que sean cosas de valor y, del mismo modo, que seamos capaces de ofrecer a los demás cosas hermosas. ¿Conoces aquel cuento del hombre que le pide a un Guru que lo ilumine con su sabiduría? El maestro le pregunta por qué está interesado en que él le enseñe y el hombre, de manera presuntuosa, le dice que porque toda su vida ha leido todo tipo de libros y estudiado con muchos maestros.
      El maestro le dice que primero lo invita a tomar un té y le pide que le acerque su taza. El maestro empieza a verter el té pero no se detiene cuando la taza está llena y el líquido se derrama.
      El hombre, desconcertado, le pregunta por qué hace eso. El maestro le dice que, si desea que entre algo nuevo en su mente, tiene que vaciarse primero, para que pueda asimilar lo que él le pueda ofrecer.
      Es el mismo caso con las cajas… con cierta frecuencia, debemos vaciarlas para poder recibir lo nuevo y que sea de beneficio.
      ¿O tú qué piensas de esto?

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    1. Estoy de acuerdo contigo y con Axa, todos, en algún momento, somos iguales o parecidos a cualquiera de los diferentes tipos de cajas. Lo peligroso es «encajarse» en un sólo estilo y no arriesgarse a probar los demás, ¿no crees? mientras seamos cajas más versátiles, más podremos experimentar o aprender, como esas cajas de galletas, fabricadas de aluminio, bonitas por fuera y a las que les puedes poner cualquier tipo de contenido que elijas…

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  2. Me gusta mucho este texto y la metáfora que haces con las cajas-personas-personalidad. Está muy bonito y hace pensar mucho en qué tipo de caja somos o queremos ser. Tal vez podemos ser varias de esas cajas en diferentes momentos y circunstancias…
    Gracias!

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