El rol de Víctima en el Triángulo Dramático

De los tres roles del triángulo dramático, El de víctima es el más complejo porque la persona se coloca en una posición de indefensión, sintiéndose el más desesperada y el peor tratado, negándose, además, a reconocer sus recursos para sostenerse en pie.

Suele estar muy susceptible y ante casi cualquier situación, es decir que la persona se muestra herida u ofendida por motivos, muchas veces, de poca importancia, lo cual dará lugar a que la gente la evite o no le diga la verdad de manera clara o directa para no hacerla sentir lastimada.

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Primer demonio del desarrollo personal: Los introyectos

Los introyectos son aquellas ideas, creencias o valores que las personas se tragan sin masticar, ideas o creencias que se aprendieron a temprana edad y que provienen de una persona emocionalmente significativa para el infante: alguno de los padres, abuelos, tíos, profesores o cualquier otra persona a la que el niño consideraba una autoridad moral.
No todos los introyectos son nocivos para la persona, sin embargo, en terapia solemos desvelar los conceptos que le duelen al paciente y que ha interiorizado. Éstos son los que no están beneficiando el buen desarrollo.

Parte de la terapia Gestalt se dedica a localizar estos introyectos, de manera que el paciente pueda ver el mapa que lo ha guiado en su vida. Una vez tiene los patrones a la vista, puede observar cómo le han afectado y decidir si desea seguir aceptándolos o, por el contrario, quiere crear una nueva forma de vida.

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Segundo Demonio del Desarrollo: Las experiencias obsoletas

¿Estás preparado para soltar tu pasado? Las experiencias obsoletas, son aquellas cosas que nos ocurrieron en el pasado, que nos generaron una sensación desagradable – miedo, vergüenza, frustración, impotencia, dolor -, y que seguimos arrastrando hasta el momento presente, con la creencia de que seguimos siendo incapaces, como entonces, de poder resolverlas y, por tanto, las evadimos o las negamos y continuamos apegados al dolor de lo que ocurrió allá y entonces como si siguiera ocurriendo en el momento presente.

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Nuestras lágrimas son consuelo para la vida

Entre los cientos y cientos de creencias o introyectos que nos inculcan de generación en generación desde la más temprana infancia, uno muy típico en nuestra cultura — y tal vez de los más dolorosos y perjudiciales–,, es el de que «llorar es malo»..

Para nuestra cultura, el llanto es sinónimo de debilidad, fragilidad, vulnerabilidad. cobardía, falta de hombría, etc., Y todos estos aspectos de la personalidad se consideran negativos o inadecuados.

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Los introyectos o creencias que pueden arruinar tu vida

Un niño acepta las ideas y las creencias de esta forma porque vienen de las personas que ama y en quien confía incondicionalmente como si se tratara de verdades sagradas. Pero esto muchas veces no es así, al contrario, esas ideas puede que no le sean siempre útiles o que contribuyan a hacerlo feliz aunque la intención de los adultos que se las inculcaron haya sido buena.

Peor aún, con demasiada frecuencia esas creencias son la causa y razón de su infelicidad y ni siquiera se le ocurre confrontarlas aunque la persona tenga ya 50 años o más, sigue aceptándolas como cuando era niño eludiendo su responsabilidad de adulto y transmitiéndolas a sus propios hijos y estos a los suyos, hasta el infinito.

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