Tanto la alegría como el enojo son emociones que conducen la energía hacia fuera, nos hacen sentir potentes. La tristeza y el miedo son energía hacia adentro y nos generan la sensación de contar con pocas opciones y pocos recursos para enfrentar al ambiente. Lo anterior lo podemos ver gráficamente de la siguiente manera.
Nota: la gráfica fue tomada de ¿Qué hago con mis miedos? de Patricia Wilensky.

- El enojo me ayuda a reconocer una molestia que es necesario resolver para recuperar la tranquilidad. Es una energía y motivación para mejorar. (Me enojo cuando, por ejemplo, no logre un objetivo por no haberme esforzado lo suficiente y me hace querer hacerlo mejor la próxima vez, sobre todo cuando es algo que realmente quiero).
- Nos ayuda a poner límites y a decir “No” de manera asertiva.
- Es la fuerza para protegernos o defendernos a nosotros mismos y a los que queremos.
- Nos hace sentir fuertes. Nos impulsa hacia fuera.
De verdad, el enojo no es tu enemigo.
El enojo en sí mismo no es destructivo. Todo mundo tiene derecho a sentirse enojado si se comete un abuso contra la persona o se quiere pasar por encima de sus derechos, deseos o necesidades. Sin él nos sentiríamos indefensos y vulnerables, no podríamos identificar cuándo alguien está queriendo cometer un abuso o agresión sobre nosotros.
Lo más importante cuando el enojo se hace presente es:

–Darse cuenta cuándo ha empezado a sentirse enojado.
–Tomar contacto con el estímulo que ha producido la amenaza.
– Resignificar lo que ha interpretado. Es decir, darse cuenta de cómo se están interpretando las cosas o acciones de las personas para hacerse consciente de si puede mover de lugar y encontrarles otro sentido. Sin negar la realidad ni hacerla más grande de lo que es.
Recordemos que los objetivos de un enojo son:
- Defendernos y defender a otros.
- Energía y motivación para mejorar.
- Luchar por nuestros ideales.
- Afirmar nuestra individualidad.
- Establecer límites claros.
- Expresar nuestro disgusto.
- Enfrentar y resolver conflictos.
- No permitir que el otro se relacione desde un lugar de poder hacia mi.
“El enojo es un guerrero que se ocupa de utilizar su energía para defenderme y autoafirmarme junto con cinco aliados que lo conducen Al-eden”: (Patricia Wilensky)
- Alerta: que registra lo que sucede alrededor para avisarme de peligros.
- Emoción: que maneja la cantidad de enojo que necesito.
- Descarga: me ayuda a liberar el exceso de energía.
- Explicación: pone en palabras aquello que me disgusta y lo que necesito.
- Negociación: acuerdo con el otro, teniendo en cuenta mis necesidades.
¿De qué se alimenta el enojo?
La forma sana de la expresión del enojo es intenso y breve como todas las demás emociones, sin embargo hay personas que alimentan su enojo a través de:

–Imágenes negativas (por ejemplo, recordando insistentemente situaciones que le resultaron molestas, irritantes).
–Manteniendo un diálogo interno crítico (por ejemplo, diciéndose a sí mismo que tal o cual situación es injusta, que no le tendría que pasar, etc.).
Por tanto es importante aprender a cerrar con el enojo. Si ya pasó la situación y se resolvió de alguna manera, suéltalo. Si ya pasó la situación y no tuvo solución favorable para ti, pero ya no hay nada que se pueda hacer… suéltalo y mira hacia otro lado, también es importante aprender a tolerar la frustración porque también es parte de nuestra vida, no siempre se pueden obtener resultados favorables, por nuestro propio bien debemos aceptar que a veces se pierde y que de alguna manera podemos encontrar por nosotros mismos la manera de resolver la ofensa que otro u otros nos generaron y no quedarnos enganchados en el resentimiento. Es mejor aprender a aceptar, tolerar y resignificar las cosas, dándonos cuenta de que también a través de las derrotas, los fracasos, las humillaciones, los maltratos o la frustración nos ayudan a crecer y a ser más fuertes si nos ponemos por encima de ello y no nos dejamos derrumbar por dichas experiencias.
¿Tú me enojas o yo me enojo?
Una clave importante del aprendizaje emocional según Patricia Wilensky es que la emoción proviene desde dentro. No es algo que nos provocan las demás personas. A lo sumo, puede ser mi manera de valorar o interpretar lo que los otros dicen o hacen lo que genera nuestro enojo.
¿El enojo es entonces una emoción sana?

El enojo como emoción es sano, sin embargo, el modo en que se actúa con el enojo puede ser correcto o desembocar en lastimar al otro o a uno mismo lo cual ya no es tan conveniente. Por lo tanto, haremos hincapié en cómo se gestiona el enojo para que no resulte dañino o insano. Que se use para destruir o construir, depende de muchos factores. Con el enojo se puede intimidar, pero también se pueden resolver problemas y obtener lo que uno quiere. El enojo es parte de la naturaleza humana (también animal) y puede tener varios matices: desde un leve disgusto hasta un estallido.
Las personas atribuyen a su enojo varios significados: desde un sentido de justicia a una venganza personal, y lo actúan con variadas acciones: desde una mala cara o un insulto verbal, hasta una guerra.
Hay maneras de canalizar la energía del enojo de modo cuidadoso. El enojo tiene el poder de lastimar, es poderoso, al igual que un arma blanca. Pero el hecho de contar con objetos punzocortantes en nuestra casa, no significa que tengamos que lastimarnos o que no podamos aprender a utilizarlos de manera conveniente.
El enojo es una respuesta cuando sucede algo que interpretamos como una amenaza por parte de otro y respondemos defendiéndonos de dicho ataque.

El objetivo principal del enojo es que sepamos usarlo no como un arma sino como una herramienta útil a nuestro servicio. Que el enojo nos ayude a valorarnos y hacernos valorar. Que mejore nuestros vínculos (en lugar de dañarlos), ya que serán vínculos auténticos, en los que nos atrevamos a mostrarnos como realmente somos, sin máscaras, pero también de una manera adulta y responsable.
Gestionar el enojo es aprender a controlar los impulsos y las reacciones, lo cuál no nos hace deshonestos. Falsedad sería conducirte en una forma que no esté acorde a nuestros valores o hacerlo de una manera poco clara.
Controlar el impulso y la reacción te hace libre, te permite elegir cómo responder.
Cómo debemos responder cuando estamos enojados
No hay muchas instrucciones que recibamos en la infancia sobre qué hacer con el enojo. Lo único que nos han enseñado los adultos es lo que ellos aprendieron a la vez en sus familias y es: “No te enojes”. Reprimir el enojo o negarlo no es la solución, pues al final el enojo termina convirtiéndose en resentimiento o deseos de venganza, o bien en un malestar constante o incluso en enfermedad: dolores de espalda, de extremidades, de cabeza, úlceras, enfermedades del colon, etc.
El enojo es vivido por la mayoría como un sistema cerrado, como un todo. La realidad es que es un proceso con etapas que nos permite influir sobre él antes de que se nos salga de control.


Lorenz divide la agresión del ser vivo en dos grupos: extraespecie e intraespecie. La primera es la que determina que los carniceros se alimenten de las especies más débiles.

La agresión intraespecie es aquella gracias a la cual cada individuo defiende su posición, su «status» dentro del grupo, gracias al cual el macho lucha contra otro macho por la posesión de la hembra y todo animal defiende el territorio donde habita y obtiene la alimentación para su subsistencia.
Cuando decimos que un equipo deportivo es agresivo en general lo estamos elogiando, pensamos que tiene más posibilidades de ganar.
Agresión es diferente de violencia.
La agresión tiene registro del otro. La violencia no.
Destruir y aniquilar no son lo mismo.
Destruir desaparece la estructura.
Aniquilar reduce a la nada y arruina enteramente.
La agresividad y la destrucción son necesarias para la vida del organismo.

Para comer necesitamos “agredir” el alimento, ir hacia él, y destruirlo mediante la masticación para que pueda ser tragado. El sistema digestivo continúa fragmentando en partículas cada vez más pequeñas hasta llegar a las moléculas que las células del cuerpo pueden utilizar.

De la misma manera que hacemos con los alimentos, para resolver un conflicto es necesario “agredir el conflicto”, ir hacia él sin evitarlo y destruirlo, es decir, fragmentarlo en partes que se puedan asimilar.
Como se explicó anteriormente, el problema no es la emoción del enojo, sino la forma en que la manejamos y eso lo veremos más adelante. Por lo pronto, cerraremos esta primera parte mostrando la manera en que podemos fragmentar un conflicto en vías de encontrar una sana solución a través de los siguientes cuestionamientos hacia nosotros mismos y hacia aquel o aquellos con los que estemos enojados:
- ¿Qué te hace sentir mal respecto de mí?
- ¿qué me quieres decir con esto?
- ¿qué te reprocho? ¿qué me reprochas?
- ¿de qué me culpas? ¿de qué te culpo?
- ¿qué necesitamos el uno del otro?
Gestionar el enojo

¿Cómo manejar adecuadamente la ira?
El problema no son las emociones sino la manera en que las manejamos. La forma adecuada de manejar el enojo (ira) es a través de los siguientes pasos:
- Descargar la energía.
- Explicar lo que nos enoja.
- Proponer alternativas o negociar para llegar a un punto de acuerdo y de equilibrio.
DESCARGAR LA ENERGÍA
Evita hacer nada hasta que logres bajar tu energía agresiva. Respira profundo, camina un poco, aléjate de la situación, muévete, estírate, visualiza cosas positivas, has una meditación breve… y cuando sientas que ya estás más tranquilo puedes ir al siguiente paso. Mientras no logres esto, no trates de explicar nada.
Para pasar al punto de «explicar» es importante considerar la importancia de:
- Separar a la persona de su conducta. No es lo mismo decir eres un irresponsable a decir: «Cuando tú no cumples con nuestros acuerdos creo que tu conducta es irresponsable.» No es toda la persona, es una conducta específica que realiza la que nos enoja.
- El siguiente paso después de separar a la persona de su conducta es hablarle de mi emoción y no hacerlo responsable de ella sino asumir que soy yo quien la siente. «Cuando tú haces… yo siento…»
- No califico ni juzgo, hablo de mí. No interpreto, me enfoco en mí.
- Hacerse consciente de los pensamientos, principalmente los que mantienen o incrementan la emoción.
EXPLICAR
- Nombro la conducta observable: como si fuera una cámara d video describo lo que la persona hace y que a mí me enoja, sin agregar adjetivos calificativos.
- No puedo evitar lo que siento, pero me hago responsable de lo que digo y lo que hago.
- Elijo no hacer ni expresar lo que no quiero, ni siquiera por error.
- Recuerdo que nadie me puede herir si yo no lo permito.
PROPONER
Si un problema me afecta soy parte del problema y soy parte de la solución.
- Sugerir las acciones que me ayuden a superar mi malestar.
- Estar abierto para escuchar al otro y lo que siente con lo que propongo.
- Buscar una solución donde ambos ganemos cediendo un poco y ganando un poco.
Biografía consultada:
Libro: ¿Qué hago con mis miedos? autora: Patricia Wilensky
Me ha encantado muchas gracias por compartir.
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Gracias a ti por visitar mi blog. Aquí te espero cuando lo necesites.
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Excelente como se presentó la información. Me ayudó mucho para mí desarrollo personal y como líder educativo para mediar y acompañar a los alumnos, personal y padres de familia en el reconocimiento y autorregulación de sus emociones. MUCHAS GRACIAS
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Con mucho gusto, Fortuna. Y gracias por visitar mi blog, te espero pronto.
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