Perfil del Salvador del triángulo dramático

terapeuta gestaltEl Salvador es el rol dentro del triángulo dramático que se reconoce por su preocupación excesiva en relación a los sentimientos y las necesidades de los demás, sin importar que tenga que pasar por encima de sí mismo, con tal de proteger a los otros o ayudarles a alcanzar sus deseos.  

El Salvador también es conocido como la madre sombra, el rescatador, el progenitor responsable, el mártir-héroe o el complacedor.

En nuestra cultura se reconocen como positivas e incluso dignas de admiración las actitudes como sufrir, sacrificarse por el otro, ser generoso en exceso, pasar por encima de uno mismo, etc., que son características del Salvador, cuando más bien podrían ser calificadas como mecanismo de defensa, pues es la forma en que los Salvadores encubren su propia dificultad para no valorarse y reconocerse a sí mismos. El Salvador está convencido de que, si se compadece de los demás y se sacrifica lo suficiente por los otros será una persona alabada y querida, y que con

 

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 eso quedará cubierta su necesidad de afecto, cuando tendrían que ser ellos los que se otorgaran ese valor y dignidad a sí mismos. 

Cabe aclarar que no está mal buscar el afecto y reconocimiento de los otros, pero no sin antes haber trabajado con el amor propio y sin tener que pasar por encima de uno mismo para sentirse merecedor.

Características de un Salvador

terapeuta_gestaltEl Salvador en contadas ocasiones manifiesta explícitamente sus necesidades y sentimientos y tampoco acostumbra darles prioridad por encima de los de los demás porque, su mayor necesidad, es la de sentirse “buena persona “, con la esperanza de que esto le ayude a ganar el afecto y el reconocimiento de los otros.

En realidad, estamos hablando de una necesidad no real, sino creada por creencias e introyectos aprendidos muy probablemente desde la infancia en la familia. Si fuera real, todos tendríamos que actuar de la misma manera sacrificándonos por otros y la realidad es que no a todos nos gusta ponernos en segundo lugar, ni sentimos la necesidad de hacerlo (por lo menos no todo el tiempo), pues hay otras maneras para lograr el intercambio de una manera más justa y equilibrada donde todos ganen, pero el Salvador no se da cuenta de eso, está convencido de su necesidad de “sacrificio” porque, como ya se dijo, no se siente digno de ser amado.

Los salvadores tienen la creencia de que son responsables de la felicidad y del bienestar de sus semejantes y se pondrán al instante en acción cuando ven a una persona en mal estado para reconfortarlo y calmarlo.

Poca tolerancia a los conflictos

terapeuta_gestaltEl salvador tiene un nivel de tolerancia bajo al conflicto y tampoco tolera que las emociones se salen de control, por lo tanto, hará cualquier cosa para calmar las situaciones que amenacen con volverse conflictivas y recuperar la paz; para ello no dudan en simular, buscando demostrar que las cosas marchan bien. También, para no entrar en contradicción con otro u otros, aparenta estar de acuerdo en todo, pues prefiere sacrificar sus opiniones antes que molestar o hacer enojar a sus interlocutores.

El comportamiento del Salvador es camaleónico: dice y hace lo que se espera de él como si fueran sus auténticos sentimientos, deseos y necesidades y sin que los otros puedan reconocer lo que realmente desea su corazón.

Un Salvador es muy cauteloso, sobre todo, si tiene que interactuar con personas que suelen comportarse como Perseguidores. Por esa razón suele evitar temas escabrosos y sólo habla de aquello que estiman aceptable y poco controvertido.

terapeuta_gestalt“Para evitar situaciones de índole emocional, -los Salvadores- son dados a hacer cosas y a estar ocupadas la mayor parte del tiempo. Este comportamiento hace que sus relaciones sean a menudo distantes y superficiales, ya que no les permite llegar al fondo de los asuntos ni tampoco resolver los conflictos.” (Edwards Gil, 2011).

El Salvador no se siente realmente apreciado

terapeuta_gestaltHuir de los conflictos y no expresar abiertamente el enfado constituye para el Salvador un comportamiento tan normal y natural que no se da cuenta de lo que realmente pasa en sus relaciones personales. Sumando a que en raras ocasiones manifiesta sus necesidades y emociones, no es de extrañar que termine con un sentimiento de poco autoaprecio y sintiéndose menos que los demás.

terapeuta_gestaltSu sentido de lealtad – por miedo a ser rechazado o abandonado – lo hace continuar vinculado a relaciones insanas, volviéndose muchas veces dependiente emocional.

El mismo o ella misma trata de convencerse de que las cosas irán mejor en el futuro, que llegará el momento en que los otros por fin lo verán y reconocerán sus necesidades y sentimientos, pero es incapaz de reconocer su propia infelicidad y la necesidad de darse él mismo su lugar, de expresar abiertamente sus sentimientos y pedir, o incluso exigir si no lo toman en cuenta, lo que necesita.

Formas de comunicación inadecuadas

terapeuta_gestaltUn salvador se comunica de una manera vaga, indirecta, poco clara, esto se debe a que no desea decir algo inoportuno o improcedente que moleste a sus interlocutores.

Por su parte, los interlocutores no saben a qué atenerse con este tipo de personas dado su falta de claridad en la manera de comunicarse. Esta comunicación indirecta también perjudica al propio Salvador ya que todo el tiempo está tratando de adivinar las necesidades de los demás en vez de hacerlo mediante preguntas clarificadoras y directas.

Un encubridor pasivo de los demás

Terapeuta_gestaltDado que el Salvador suele desatenderse de sus asuntos personales o a restarles importancia, corre el riesgo de convertirse en un “encubridor pasivo” al tolerar pautas de comportamiento inadecuado de otros como: alcoholismo u otro tipo de adicción, conductas agresivas, mentiras, infidelidad, violencia, etc. sin importar que estas acciones de otro lo afectan directamente a él; por eso, para no tener problemas, simplemente niega, minimiza o justifica dichos comportamientos de sus allegados.

La misma actitud asumirá si su pareja, hijos o algún otro miembro de su familia incurriese en:  comportamientos infantiles y caprichosos; se negara a valerse por sí mismo; mostrara síntomas depresivos o de ansiedad; si fuese abusivo o violento, simplemente el salvador optará por la negación para evitar conflictos, aunque esto, a la larga, los complique aún más.  Él simplemente se protege bajo ilusiones como de que, por ejemplo, el problema, con el tiempo, desaparecerá sólo, mágicamente y sin que sea necesaria su intervención. Esta postura puede prolongarse por años sin reconocer el riesgo de que las situaciones se vayan agravando con el tiempo.

No se quiere darse cuenta de que esa conducta permisiva fomenta la adopción, por parte de los otros, de estrategias defensivas y de dependencia encaminadas a favorecer sus particulares intereses. Y la cuestión puede ir aún más lejos, ya que, como los Salvadores tienden a responsabilizarse de los demás, llegarán incluso a asumir ellos la responsabilidad por el mal comportamiento de los otros. Los perseguidores, por su lado, se complacerán con esta conducta de los Salvadores.  

Y así como es incapaz de confrontar las conductas y comportamientos inadecuados de los demás, el Salvador suele asumir la responsabilidad de las dificultades que surjan en sus relaciones, algo que permite desatenderse a la otra parte; y dado que culparse así mismo es tan inefectivo como echarle la culpa al otro, el conflicto no llega a resolverse, en realidad, sólo se prolonga.

La madre sombra

terapeuta_gestaltAl rol del Salvador se le conoce también como la “madre sombra” porque representa una forma desvirtuada de “querer”. Mientras que lo sano sería que reconociera sus sentimientos y necesidades tan valiosos como los de los demás, el Salvador se coloca siempre en último lugar sin reconocer que sacrificarse por el prójimo no es quererlo.

“Otra razón por la que el cariño que dispense El Salvador no puede considerarse sano, sino desvirtuado y distorsionado, es su naturaleza paternalista. Podría decirse que ese afán por volcarse sobre los demás tiene mucho de compulsivo. El Salvador es un espécimen puro de la codependencia.” (Edwards Gil, 2011).

Sobreproteger es subestimar al otro, verlo como alguien inferior

Puesto que el cariño del Salvador está basado en  que los otros dependan de él, implica que los demás mantengan una condición de personas  necesitadas de ayuda, sin importar si se trata de un adulto o niño o adolescente que ya son capaces de enfrentar los problemas y buscarles solución.

El Salvador tiene la tendencia de proteger en exceso, haciendo suya la responsabilidad de hacer feliz a los demás porque, de alguna manera, se cree más listo, más fuerte, más bueno o con más recursos que el resto, dando por sentado que los otros, al ser en cierto modo más débiles o incompetentes, no pueden salir adelante por sí mismos para abrirse paso en la vida. Una conducta así incapacita al otro en vez de fortalecerlo.

El trato que el Salvador da a aquellos que dice amar y proteger, más que ayudarlos y fortalecerlos, los debilita e incapacita al subestimar sus recursos.

terapeuta_gestaltEl Salvador no considera a los demás como seres iguales -provistos de facultades y recursos propios-, sino más bien como personas débiles y dependientes. El mayor riesgo de esto es que, en el caso de que se trate de los hijos de un Salvador, provocará lo que se denomina una profecía autocumplida, evitando el natural tránsito de la niñez a la etapa adulta y haciendo que sus vástagos se conviertan en adultos infantiles con comportamientos y actitudes dependientes e irresponsables y esto, en muchos casos, de por vida.

Un Salvador se mueve bajo la influencia del miedo y la ansiedad, de ahí que quiera proteger a otros de posibles peligros y evitarles cualquier revés, disgusto o enfermedad.

Terapeuta GestaltUn Salvador desea que todo transcurra sin sobresaltos y parezca perfecto; para conseguirlo, no se plantea la posibilidad en ocultar la verdad acerca de algo al otro – pensando que así lo protege de algún sufrimiento – ni tampoco se detiene cuando puede evitar situaciones difíciles o dolorosas, aunque éstas fueran oportunidades que pudieran ayudarlo a crecer y madurar.

Con ello, el Salvador despoja a los demás de autoridad y valía, generando que con el tiempo, aquel o aquellos que ha cuidado con tanto afán, muestren sentimientos de mucho y resentimiento por sentir – no sin justa razón-, que han sido subestimados y no reconocidos.

terapeuta_gestaltSi esto llega a ocurrir, el Salvador se sentirá totalmente desconcertado, ya que está convencido de que ha hecho todo por amor y con buena intención, pero sin darse cuenta de que eso no es suficiente al momento de brindar una verdadera educación o un cariño auténtico que implica, además del afecto, la disciplina, los límites y la autenticidad, así como el respeto de permitirle a los demás que se hagan cargo de sus propias vidas, aunque esto implique tanto placer como dolor, pues ambos ofrecen la posibilidad de aprender, fortalecerse y crecer como individuos.

“Cuando la relación primaria de un Salvador se hace distante, superficial o controladora, (…) recurre con frecuencia un paternalismo exacerbado a modo de compensación. Se centra en la relación desigual que impone el paternalismo, ya que se siente más cómodo así que afrontar una relación igualitaria intima; y también porque necesita ser necesitado y porque cree que no puede despertar cariño como persona en sí. Los Salvadores saben cómo cuidar al prójimo, pero raramente cómo establecer una verdadera relación íntima; esto hace que prefieran “desaparecer” o darse por vencidos en vez de ser francos y honestos.” (Edwards Gil, 2011).

Un ser “intachable”

Terapeuta GestaltPuesto que tiene un gran interés en que se le considere intachable, tanto el Salvador como el Perseguidor suelen desear tener hijos perfectos a base de proporcionarles una preparación esmerada, lo que, en la mayoría de los casos, les supone a los hijos una presión por parte de los padres para que destaquen en todos los aspectos de la vida. Muchas veces estos niños renuncian a muchas cosas con tal de que sus progenitores están orgullosos de ellos. Así mismo, los Salvadores se sienten responsables de las elecciones que hacen sus hijos, interfiriendo y dificultando con ello la creciente autonomía que estos requieren. Una conducta de este tipo puede distanciar los padres de sus vástagos, Al sentirse estos controlados en exceso.

terapeuta_gestaltAl igual que el Perseguidor, el Salvador puede dedicarse a buenas causas, la finalidad de uno y otro no será la misma; el Perseguidor está interesado en someter y mantener el statu quo, y el Salvador buscará los contextos donde pueda “servir al prójimo” y ser reconocido por su personalidad caritativa, sacrificada y bondadosa. Hará cualquier cosa que sea necesaria sin quejarse en lo más mínimo. No debemos olvidar que es el rol del mártir que evidencia un ferviente deseo de cambiar al mundo y hacer lo mejor.

El Salvador suele ser adicto al trabajo; y puede llegar incluso hasta la extenuación si su labor implica sobretodo servir a los demás.

 Muchos de los trabajadores sociales y cuidadores profesionales son Salvadores por naturaleza que proporcionan a los demás el cuidado, el apoyo y la atención que secretamente querrían para así. A estas personas les cuesta trabajo decir “no” o poner un límite que acote claramente el alcance de su labor profesional.

El Salvador está dispuesto a sanar los demás,  pero no así mismo

La educación durante la infancia

terapeuta gestaltEs corriente que los padres un Salvador le hayan elogiado abiertamente cualquier conducta cooperadora o solidaria cuando era niño o bien, le hayan desaprobado cualquier conducta que denotara un sentimiento negativo o firmeza de carácter.  No es raro, por lo tanto, que esta forma de actuar por parte de los padres sea la causa de que el hijo o hija se acostumbra a conseguir la aprobación de los demás siendo bueno o servicial, reprimiendo sus propios sentimientos, y haciendo lo que otros querían, sin importar si es lo que él quiere o necesita o incluso si va en contra de sus deseos.

El Salvador suele ser también producto de una cultura familiar en la que se concede una gran importancia a la acción de ayudar y cuidar de los demás y más aún si está acción supone un sacrificio considerable para quien lo realiza. Estas situaciones se dan en familias de arraigadas creencias religiosas, o dedicadas en cuerpo y alma a buenas acciones.

Fuera por las razones que fueran, las necesidades personales el hijo se desecharon sistemáticamente o no se tuvieron en cuenta, por lo que el futuro Salvador creció en un ambiente de estoicismo y falta de consideración a sí mismo, rasgos característicos del Salvador.

Todos tenemos la tendencia subconsciente de tratarnos de una forma idéntica a como fuimos tratados de niños.

El estilo de pareja del Salvador

terapeuta_gestaltDe igual modo a como tratamos a los demás según como fuimos tratados de niños, los seres humanos buscamos en nuestra pareja a la persona capaz de reproducirnos los antiguos patrones familiares – ya que tendemos a preferir lo conocido, lo que nos hace sentir seguros o con cierto nivel para poder controlar las circunstancias que enfrentamos.  Por ello, es frecuente que los Salvadores se sientan atraídos por parejas necesitadas de algo o por aquellas otras con conductas comunes del Perseguidor, que les hacen poco caso o los humillen.

Los Salvadores son incapaces de expresar enojo, lo cual significa que, en general, se sienten atraídos por Perseguidores que pueden manifestar su cólera (por esta razón el Salvador puede proyectar y renegar de su propio enojo). Suelen ser también muy negados en cuanto a cuidarse y protegerse a sí mismos. Piensan que “no tienen derecho” a darse gustos que podrían perjudicar a los demás.

El verdadero reto del Salvador

terapeuta_gestaltPor consiguiente, poder verse y sentirse satisfecho de sí mismo, así como aprender a hacer valer sus propios sentimientos y necesidades -incluso en circunstancias de fuerte oposición-, son las principales tareas que un Salvador tiene que abordar para llevar una vida más sana y feliz.

Hasta que no consiga lo anterior sin sentirse culpable, es poco probable que pueda tener relaciones sanas, afectuosas e íntimas, como tampoco que pueda encontrar paz interior y una felicidad verdadera.

Cambio de rol

terapeuta_gestaltAunque la mayoría de la gente prefiere representar uno sólo de los roles del triángulo, una vez metidos en el drama, somos propensos a representar los tres roles. Por ello habrá ocasiones en que un Salvador se convierta, de buenas a primeras, en víctima y se sentirá mártir: “Después de todo lo que hecho por ti y así es como me pagas…“, “Por mucho que haga por ti, para ti nunca es suficiente“.

En estos casos, el Salvador típico se sentirá agobiado, incomprendido y menospreciado, pudiendo entrar en una dinámica que lo lleve a la depresión. Otras veces, el Salvador se colocará en lugar de Perseguido: “¡Muy bien, que conste que esta es la última vez que te ayudo!”, antes de reprocharse sí mismo su cambio de postura y actitud y de regresar al rol de Salvador.

En resumen, los rasgos característicos del Salvador son:

  • Volcarse los demás, aunque sea en detrimento propio.
  • Responsabilizarse de la felicidad y el bienestar de sus congéneres.
  • Evita tomar decisiones que satisfagan sus propias necesidades, sobre todo si esto implica perturbar a alguien más.
  • Posterga sus asuntos y se muestra disponible para hacer lo que de él o ella se espera.
  • Evitar cualquier tipo de conflicto tratando de calmar o apaciguar a la otra parte.
  • Sentirse inmerecedor o serlo sólo a base de sacrificarse y ganarse el cariño y el reconocimiento a costa de ser bueno, amable, servicial, sacrificado.
  • Despojar a los demás de autoridad al practicar con ello un paternalismo protector.
  • Ocultar o evitar las situaciones escabrosas y pretender que todo va bien.
  • Sentirse mediatizado por la culpa, la obligación y la responsabilidad.
  • Ser incapaz de expresar -o incluso estar al tanto- de sus propios sentimientos y necesidades.
  • Hacer por otros lo que quisieran que hicieran otros por ellos.
  • Ocultamente, sentirse mejor, más fuerte, capaz y bondadoso que los demás, subestimando a los otros e impidiendo que estos otros alcancen la madurez y la autonomía.
  • Negarse a ver cuando alguien cercano tiene conductas o comportamientos inadecuados y, más bien, justificarlos.
  • Asumir la culpa o responsabilidad de las conductas de otros – aunque no sea realmente el responsable-, para no tener que entrar en confrontaciones.
  • Cambiar, en ocasiones, su rol de Salvador al de Víctima, reprochando al otro lo que ha hecho por él o de Perseguidor, amenazando con no volver a ayudar al otro.

Otros artículos relacionados con éste tema: 

El triángulo dramático

El rol del perseguidor

7 comentarios

    1. Que bueno que lo veas así Gerardo. La primera tarea de un Salvador es aprender a dar de corazón, no por búsqueda de afecto, reconocimiento o ninguna otra cosa. También debe reconocer sus necesidades y aprender a pedir sintiéndose merecedor. No es necesario ser un mártir o un sacrificado (como promueve la cultura cristiana) para ser una persona valiosa y merecedora.

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