La repetición constante de la frase “yo no puedo” construye una creencia permanente en el inconsciente que termina por volverse una realidad.
Si todo empieza por las palabras, podemos elegir programarnos de manera negativa con frases como “no puedo” o bien, con frases positivas como “yo puedo” o “yo me estoy volviendo…” o “ya estoy en el proceso de…”
Si lo practicamos y lo vamos convirtiendo en un nuevo hábito en la forma de pensar y de hablar, pronto construiremos una nueva consciencia de nosotros mismos, mayor seguridad y autodeterminación, superando miedos y creencias limitantes que nos permitan desarrollar al máximo nuestros potenciales.
Nuestra libertad más importante es la de poder elegir la manera de enfrentar las circunstancias, viéndolas como un problema o como una posibilidad de crecimiento, y, para ello, necesitamos apoyarnos en los pensamientos y en el lenguaje positivo.
Toma consciencia en los próximos días de tu manera de hablar y, cada vez que te escuches decir o pensar “yo no puedo” intenta cambiarla a “Yo si puedo” o “yo estoy en el proceso para logar…” identifica tus sensaciones al cambiar tu manera de hablarte a ti mismo o a los otros y hazte consciente de las nuevas posibilidades que se abren.
Mismo deseo, misma situación, misma decisión, diferentes palabras
Dos personas entran a una joyería. Ambas se fijan en un anillo que se encuentra en un aparador. La primera persona ve el precio del anillo, niega con la cabeza, sintiéndose frustrada y piensa “no puedo pagarlo”.
La persona ve también mira el precio de la joya, niega con la cabeza y dice: “elijo no comprarlo”.
¿Cuál es la diferencia entre las imágenes y las creencias entre la persona 1 y la persona 2? ¿puedes identificar la diferencia entre la forma en que planteo la situación uno y otro y la manera en que decidieron actuar?
La persona 1, con su frase “no puedo pagarlo”, se está autolimitado y se construye una imagen de sí mismo impotente y que queda a merced de una situación.
Quiere el anillo, pero lo que le impide tenerlo es su “incapacidad” de contar con los recursos suficientes para pagarlo. Es, a sus propios ojos, una persona limitada que vive en la escasez, esa es la realidad que ha construido de sí mismo a través de sus palabras y sus pensamientos.
La persona 2, habiendo tomado la misma decisión, no obtiene la misma imagen de sí mismo que la persona 1. En su caso, al decir: “elijo no comprarlo” no está renunciando a su poder de decisión y de elección.
Es prudente, puede ver que, entre sus diversas prioridades, la joya no ocupa el primer lugar. Es alguien que no está a merced de las circunstancias (no dice no puedo), sino que no renuncia a su voluntad personal (soy yo el que elige que no quiere comprarlo aunque, si quisiera, podría hacerlo renunciando a otras cosas, cambiando mis prioridades, usando crédito y quedando endeudado). Hay una gran diferencia entre vivirse como víctimas de las circunstancias o dueño de la propia libertad y la propia voluntad de elegir qué es lo mejor para mí mismo.
¿Cuál sería la conclusión de esta historia? Que la persona 1 se queda con una sensación de frustración, vulnerabilidad, escasez, impotencia al no sentirse capaz de obtener lo que desea.
La persona dos, por su parte, sale con la cabeza en alto, sintiéndose tranquilo, contento, fuerte de saberse capaz de ser consciente de sus prioridades, ejercer su voluntad y capaz de utilizar de manera inteligente y madura su libertad para elegir lo que realmente quiere.
Recuerda que es tu decisión elegir las palabras y los pensamientos que te hagan sentir mal o las que te hagan sentir bien contigo mismo, fuerte, seguro, libre y poderoso.
El único responsable y libre de elegir entre:
«NO PUEDO HACERLO» y
«ELIJO HACERLO o ELIJO NO HACERLO»
Eres tú.
