A veces, las personas creemos que basta con tener buenas intenciones para que la gente quede satisfecha o contenta con nuestros actos, se nos olvida que somos diferentes y que, por lo tanto, tenemos pensamientos, necesidades y sentimientos diferentes. Si sólo nos basamos en nuestras «buenas intenciones» podemos correr el riesgo de equivocarnos.
