Muchas veces ante una agresión verbal nos quedamos paralizados y eso nos preocupa podía nos sentimos impotentes, avergonzados o cobardes. La realidad eso no tiene por qué ser así, ya que el cerebro, ante las amenazas, reacciona preparándonos para la huida o para el ataque o bien paralizándonos. Lo más importante es aprender herramientas que nos permitan responder con firmeza sin utilizar la violencia y sin ponernos en riesgo.
