Nuestro miedo más profundo no es el de ser inadecuados.
Nuestro miedo más profundo es el de ser poderosos más allá de toda medida.
Es nuestra luz, no nuestra oscuridad, lo que nos asusta.
Nos preguntamos:
¿Quién soy yo para brillar?
Más bien, la pregunta a formular es:
¿Quién eres tú para no serlo?
Marianne Williamson

He conocido personas que les asusta la idea de ir a terapia pues tienen miedo de «conocerse realmente» , pues creen, que lo que van a encontrar no les gustará o no lo podrán soportar, como si existiera algo terrorífico en sí mismos.
La verdad, es que es un miedo infundado, pues nunca habrá nada tan terrible como para no poder aceptarlo. Lo más probable es que, aquel que tiene el coraje de correr el riesgo de ver su interior, descubrirá a un verdadero ser humano, con fortalezas y debilidades, con certezas y dudas, con sentimientos, ideas y valores propios, no de otros.
Aquel que se atreve a ver su interior, se encuentra con su mejor amigo y mayor aliado: a sí mismo.
Por eso te invito a correr el riesgo, no tienes nada que perder y sí mucho que ganar:
ATRÉVETE A MIRAR DENTRO DE TI
Me gustaría compartir un ejemplo de lo que aquí menciono. Hoy, un paciente de terapia On Line (por internet), me hablaba de todos los cambios que es capaz de percibir en él a partir de la terapia gestalt.
Uno de los temas que él ha trabajado durante su terapia gestalt ha sido el de la relación amorosa con una persona que, después de muchos años, ha resultado muy conflictiva y poco satisfactoria en muchos sentidos, y, aunque él no siente que ha sido capaz de salir plenamente de dicha relación, gracias a su proceso, se da cuenta de que está cada vez más cerca de alcanzar su meta.
La lista de herramientas que mi paciente ha desarrollado en estos meses es larga y seguramente no alcanzaría a nombrarla completamente, pero lo que juntos encontramos durante el balance de su proceso, fue lo siguiente:
- No olvidar tan fácilmente. Antes él olvidaba las cosas que lo lastimaban en la relación, las pasaba por alto o las negaba. Ahora, por el contrario, intenta recordarlas y al hacerlo, es más fácil que pueda reaccionar cuando la otra persona empieza a hacer cosas que le lastiman o lo hacen sentir manipulado y él es capaz de poner un límite.
- No responder a las provocaciones. En el pasado era ya un hábito común que ella lo provocara cuando quería conseguir algo de él y cuando quería desquitarse haciéndolo enojar por no cumplir sus deseos. Ahora, él, con calma, se da cuenta de lo que ella está haciendo y, simplemente, no entra en su juego. Le contesta tranquilo, evita discutir y, si ella insiste, simplemente se da la vuelta y se niega a continuar con el juego.
- Reconocer que sí puede estar sin esa persona. Una de las grandes fantasías que hacen que las personas continúen en una relación, por tóxica que esta sea, es el miedo a no tolerar la soledad, a no poder seguir adelante sin la persona. Pero G, después de todo el recorrido que ha hecho en la terapia y todo lo que ha descubierto de él mismo, ahora puede reconocer que eso es una fantasía. Que la separación es dolorosa, pero que eso no significa que sea el fin, que él tiene los recursos para seguir adelante por sí mismo y que tiene el derecho de, si lo desea, encontrar a otras personas que lo acompañen en la vida pero de una manera más sana, madura, amorosa, nutritiva.
- Dejar de idealizar y ver a la otra persona de manera más real. En el pasado, G sentía que, de alguna manera, ella le hacía el favor a él. Pues era más joven y bonita. En la medida en que él ha aprendido a valorarse, a verse como una persona digna y a mejorar la estima consigo mismo, ya no la ve a ella de manera idealizada ni la pone en un pedestal. Ahora puede reconocer sus características negativas y darse cuenta de que muchas cosas de ella en realidad no le gustan ni lo hacen sentir bien, como el que quiera hacerle sentir que ella le hace el favor de seguir a su lado pudiendo estar con otros hombres mejores que él. Ahora G se da cuenta de que esta es una forma en la que ella lo controlaba. Al reconocerse él mismo como un ser valioso, ha dejado de proyectar en ella todo lo bueno y ha aprendido a verla, simplemente, como cualquier otro ser humano.
- No negar la realidad, reconocer y enfrentar las cosas tal y como son. G ha aprendido que negar las cosas por no sentir miedo o dolor, no era el mejor camino pues, tarde o temprano, tenía que pagar las consecuencias de haberse negado a ver la realidad. Ahora, por el contrario, al reconocer las cosas tal y como son, se siente más seguro y capaz para tomar las decisiones correctas dentro de la relación.
- Dejar de ser prisionero del miedo. En la medida en que se ha atrevido a ver frente a frente la realidad y a cuestionar sus fantasías en relación a lo que podría pasar si rompiera con esta relación, se ha dado cuenta de que no tiene porque pagar el precio de su propia dignidad por tener a una compañera a su lado «a cualquier precio». Ahora sabe que él puede enfrentarse a todo lo que venga, incluso al hecho de que ella se marche si no es capaz de aceptarlo a él como alguien digno y valioso, como un ser humano que merece respeto y con el derecho a pedir que sus deseos y necesidades sean tomadas en cuenta.
- Sentirse más fuerte y más libre. Al haber enfrentado sus miedos y al sentirse capaz de enfrentar el futuro sin esta persona sin pagar el precio de pasar por encima de sí mismo, él se ha quitado una enorme carga de encima y por ello, ahora se seinte mucho más ligero.
- Ser más consciente de sí mismo como una persona digna de respeto y de amor.
- Reconocerse como alguien capaz de enfrentar los retos. Ahora él se sabe capaz de enfrentarse a las experiencias que la vida le pone, con la confianza necesaria para salir adelante.
Cuando le pregunté qué nombre le pondría a este año después de todo lo que ha alcanzado, me respondió que él lo titularía «el año de la renovación». G había dicho una frase al principio de la sesión y yo le propuse que titulara su año como:
EL AÑO DE LA RENOVACIÓN:
LISTO PARA SALIR DE NUEVO A LA VIDA
Y él estuvo de acuerdo con mi propuesta.
Antes de finalizar la sesión, le comenté que todo lo que había logrado, era básicamente a través de dos cosas:
ACEPTACIÓN Y CONFIANZA.
Aceptación de la realidad; aceptación de las cosas tal y como son; aceptación del dolor y del gozo; aceptación de las pérdidas; aceptación de la frustración, del miedo, del enojo; aceptación de él como persona; aceptación de sí mismo como una persona digna y merecedora de respeto, etc.
Confianza en Dios; confianza en la vida; confianza en los otros y, primordialmente, CONFIANZA EN SÍ MISMO.
Le dije que él había tenido que atravesar un gran puente sobre un abismo muy profundo, y que lo había hecho con mi ayuda, la ayuda de Dios, la ayuda de muchas personas, pero que no dejara de ser consciente que, había sido él, por si mismo, quien había cruzado ese abismo y había corrido el riesgo de enfrentar los miedos y el dolor.
Me preguntó qué pensaba de él como mi paciente. Yo le respondí que siempre lo he visto como un hombre fuerte, valiente, inteligente, sensible y capaz. Como un ser humano maravilloso que ha aprendido a enfrentarse a la vida y a verla cara a cara, sin vendas en los ojos y, gracias a ese coraje por crecer, él había sido capaz de salir victorioso después de haber superado todos los obstáculos.
Después de todo el trabajo que G ha realizado durante toda su vida y, particularmente, esos meses que ha trabajado en su proceso Gestalt – donde yo he tenido la oportunidad de ser su guía, compañero de viaje y donde juntos hemos aprendido a ser amigos – , G sólo se merece una cosa, sentirse pleno y satisfecho consigo mismo y capaz de ser feliz.
Él puede lograr sentirse en paz y satisfecho consigo mismo y con los demás, sin importar si se encuentra solo o acompañado. Sin embargo, yo tengo confianza en que la vida le dará a mi amigo G, la oportunidad de encontrar a alguien a quien amar y que lo ame de verdad compartiendo la existencia juntos.
A mi estimado amigo Gonzalo, con mi cariño, agradecimiento y admiración por su valor y su templanza: Luis Fernando Martínez.
Leyendo la historia de Gonzalo, pienso que entonces sí se puede salir del estado de animo en el que ahora me encuentro y me gustaria conocer la terapia Gestalt.
Me gustaMe gusta
Yo siempre lo recomiendo, pese a que no tuve una buena experiencia yendo a psico, más que nada porque no era buena profesional. Me gustaria que alguna vez los gobiernos hicieran cuentas de lo que beneficiaría a largo plazo a la sociedad el que las personas estuvieran mentalmente mucho más sanas, claro que para eso hay que concienciar.
Lo mismo digo para la terapia de pareja… cuantas relaciones dejarían de tirarse por la borda si ambos hicieran un esfuerzo en lugar de «dejarlo caer»… y más cuando hay unos hijos de por medio que no se sabe como les va a afectar.
La ausencia de tratamiento de la enfermedad mental, trastornos de personalidad, etc pienso que se cobra muy caro en todos los sentidos.
Me gustaMe gusta
Gracias por tus comentarios, Bertilmmarkets, estoy de acuerdo básicamente en todo lo que dices, desgraciadamente, todavía no se le da el lugar que le corresponde al proceso terapéutico, a la posibilidad de no tener que vivir estos procesos a solas, sino con apoyo y asesoría. Pero bueno, seguimos esforzándonos y luchando para que así sea. Un saludo afectuoso.
Me gustaMe gusta