Es frecuente que en las primeras citas románticas ambos miembros de la pareja tiendan a expresar o hacer cosas «agradables» para caer bien al otro y gustarle y que ambos eviten mostrar la parte «desagradable o poco aceptable» de ellos mismos.
Sin embargo, esta fase que es hasta cierto punto normal en el proceso de “ligue” tiene, tarde o temprano, que terminar, ya que, si la prolongamos indefinidamente, no sólo puede correr el riesgo de convertir la relación en deshonesta, sino que se puede volver muy aburrida y poco auténtica, Es mejor enfrentar el hecho de que tanto para ti como para la otra persona, hay cosas que les gustan y otras que no les gustan. Dichos gustos te convierten en la persona que eres e ignorarlos con el fin de mantener la armonía, genera una perspectiva muy limitada.
La información sobre tus gustos no tienes que proporcionarla durante la primera cita o las subsiguientes, sin embargo, sí es necesario que corras el riesgo de expresarla más adelante, máximo en la cuarta salida, sin importar que genere algún tipo de reacción o desconcierto por parte de la otra persona, porque, de cualquier manera, si no lo haces, puedes ser calificada o calificado de poco auténtico o sincero.
Hay cosas que tú sabes que no podrás mantener en secreto indefinidamente, por lo tanto, como tú sabes cuáles son esas cosas, es mejor que las digas con toda franqueza. Siendo realistas, todos queremos al principio ser agradables y suavizar nuestras preferencias para que el otro no se espante o se moleste, pero, tarde o temprano, surgirá nuestro verdadero yo, por lo tanto, mientras más pronto nos atrevamos a mostrarnos tal y como somos, será mejor. Lo mejor, en todo caso, es que haya el menor número de sorpresas en la media en que la relación va avanzando.
Lo más conveniente es que haya el menor número de sorpresas posibles en la medida en que avanzamos en una relación.
No existe nadie que no tenga una opinión radical en relación a alguna cosa. Observa la siguiente lista y mira si honestamente, algunos de estos asuntos te genera desagrado o malestar.
- Las clases de aeróbics.
- El futbol.
- El ballet.
- Los toros.
- El boxeo.
- Los tipos de comida (mexicana, china, japonesa, italiana…)
- Cosas en relación a las otras personas:
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couple in bed Su olor personal.
- Su perfume o colonia.
- Algún aspecto de su físico o personalidad (algún tic, gesto, modal)
- El mal humor.
- El sentido del humor (que se quiera hacer el simpático siempre, por ejemplo).
- Que beba (o que beba más de la cuenta de acuerdo a tus parámetros de hasta donde es correcto o no).
- Que fume o consuma cualquier otro tipo de sustancias.
- El tipo de ropa que usa.
- Su peinado, los colores de su vestimenta o cualquier otro tipo de accesorio.
- Que use tatuajes o piercings…
- Que tenga alguna característica física: cicatriz, manchas, falta de pelo, que sea peludo o lampiño, alto o bajo, con busto grande o pequeño, etc.
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Cómo hablar de lo desagradable
Cuando en aras de la honestidad decidas hablar de las cosas que te gustan y las que no te gustan, ten en cuenta que tener delicadeza en la manera en que lo abordas. No a todas las personas les gusta o aceptan fácilmente que les digas que a ti te desagrada su afición por un deporte determinado o su forma de vestir, pero puede ser aún más complicado – y por lo mismo debes ser aún más cuidadoso – que le expreses aspectos que te molestan o incomodan respecto a:
- Sus amigos o amigas.
- Sus padres o el resto de su familia.
- Su perro o cualquier otra mascota.
- Su cabello (color, tamaño, corte, estilo).
- Características físicas: estatura, complexión, color de piel, etc.
- Religión o preferencias políticas.
No es que no debas tocar estos temas ni dejar de expresar tu opinión o preferencias, simplemente debes ser sutil y respetuoso o respetuosa en la manera en que lo haces aceptando (y dejando de ver dicha aceptación) que la otra persona crea, piense o le guste algo diferente a ti.
No debes olvidar nunca que en una relación de pareja tiene que haber cabida para las diferencias, es irreal e incluso insano pensar que tu pareja tiene que querer lo mismo que tú en todos los sentidos y tampoco debes pretender que tú o ella tenga que aceptar todo lo que a ti te gusta. Ambos tienen derecho a sus diferencias y es indispensable que ambos las expresen y se respeten mutuamente.
Aunque haya varias cosas en las que sus gustos y preferencias no coincidan e incluso sean contrarias, lo que deberán tomar más en cuenta son aquellas que sí comparten o en las que si coinciden y que pueden compartir.
También es importante que respeten, tanto para uno mismo como para el otro, los tiempos y espacios para que el otro pueda practicar o experimentar lo que le gusta aunque para nosotros sea de poco interés o incluso que estemos en contra de ello.
No debes olvidar que el que quieras a otra persona no significa que tengas que renunciar a tus gustos, deseos o creencias o que el otro tenga que renunciar a los suyos.
Tal vez convenga que consideres, al conocer a una persona, que coincidan en lo fundamental, en lo que para ti resulte más importante, pero intenta ser flexible en aspectos que no sean tan trascendentales y poner el foco en aquello que coincidan, en lo que sean similares.
Si observas que la persona con la que estás saliendo es poco flexible en dichos aspectos y quiere obligarte a que quieras lo mismo o se niega a aceptar tus gustos y maneras de pensar, no lo eches en saco roto, es una llamada de atención importante que debes considerar para continuar una relación.
Alguien que te quiere de verdad, no te negará el derecho a que tengas tu propia personalidad, es decir, tus propios gustos, deseos, necesidades, límites o reglas y, aunque sean diferentes a los suyos, no sólo debería respetar esto, sino que, por amor, tendría que buscar la manera de ayudarte a satisfacerlos, pues, si le interesas de la misma manera en que él o ella te interesa a ti, le debe importar lo que para ti sea importante, aunque él o ella no lo miren de la misma forma o que no tenga el mismo significado o importancia.