Nuestras lágrimas son consuelo para la vida

Entre los cientos y cientos de creencias o introyectos que nos inculcan de generación en generación desde la más temprana infancia, uno muy típico en nuestra cultura — y tal vez de los más dolorosos y perjudiciales- es el de que «llorar es malo».

Para nuestra cultura, el llanto es sinónimo de debilidad, fragilidad, vulnerabilidad. cobardía, falta de hombría, etc.,  Y todos estos aspectos de la personalidad se consideran negativos o inadecuados.

Según los conceptos de nuestra sociedad, lo bueno, lo correcto es ser fuerte, poderoso, capaz de tolerarlo todo sin quejarse, sin mostrar ningún signo de debilidad pero, ¿qué tan cierto es todo esto?  ¿No deberíamos por lo menos  ponerlo en duda?

Después de todo, nuestro organismo es sabio y sabe – a veces mejor que nosotros mismos que estamos demasiado condicionados para darnos cuenta de la realidad -, qué es lo que necesitamos en cada momento y si estamos atravesando por un dolor, una perdida o cualquier otra experiencia que nos genere tristeza, ¿cuál es el problema de que lo expresemos a través de nuestras lágrimas? ¿Qué eso significa que soy débil? pues bien, ¿cuál es el problema de que lo sea? después de todo, somos seres humanos, seres volubles por naturaleza, mortales, impermanentes, expuestos durante toda nuestra vida a muchos tipos de dolor.

Querer aparentar que somos todo el tiempo fuertes e invulnerables es sólo eso, una apariencia, un vil engaño, una máscara que nos hace sufrir más de la cuenta en el mejor de los casos y enfermar a nuestro cuerpo en el peor de ellos.

Como veremos en el texto que presento más adelante de la autoría de una de mis pacientes a la que se le criticó desde la escuela primaria por ser una «chillona», el llanto es una de las formas más importantes de la expresión del ser humano, parte de su personalidad y una de las formas más básicas (casi la única)  en las que el niño  puede expresar sus necesidades.

Por lo tanto, es más el prejuicio y la creencia que hemos heredado en cuanto a que llorar es malo.es reprimir el llanto. Ahogarlo, significa asfixiar nuestras penas y nuestros sentimientos, lo que es lo mismo a ahogarnos a nosotros mismos.

Para ejemplo de todo esto quiero compartirles este texto que, a su vez, me compartió hace tiempo una paciente y que hoy, por casualidad, encontré entre los borradores de mi blog y que me hizo pensar de nuevo en la importancia de insistir en confrontar la falsa creencia de que ser chillón es cosa de niñas, de débiles y de maricones. Espero que lo disfrutes. Y a ti, Chayo la chillona, muchas gracias por abrir tu corazón y enseñar a otros que tus lágrimas, nuestras lágrimas, las lágrimas de todos, son vida.

¿Llorar es malo?

Por: Rosario Valenzuela

 Quizá nunca olvide que, después de llegar cada mañana llorando a la escuela primaria, mi maestra tuvo la “genial” idea de enseñarnos la ch con una plana: Chayo la chillona. Era evidente que el asunto se convertiría en ese letrero invisible de mi frente y la carta del tarot que diría: No tendrás amigos en la infancia.

En mi caso, estas consecuencias se redondearon en una pregunta que da vueltas en mi cabeza: ¿Es malo llorar?

Todo, en todo momento, me indicaba que sí, constantemente me lo afirmaba y, afortunadamente, no nací hombre, porque, en el acto, mi llanto me convertiría en maricón, puto, joto y otros tantos insultos parecidos que vendrían de toda la gente que cree que llorar es malo.

Pero, a veces, para mi fortuna, las recapitulaciones me han ayudado a negar que llorar es malo y que sólo hay prejuicios al respecto.

Después del parto, la madre puede respirar tranquila porque su pequeño suelta un estruendoso llanto, que le indica que su bebé ha comenzado a respirar fuera de ella. Su vida ha comenzado. Tiene pulmones.

Posteriormente, consideran los médicos, “el llanto es uno de los aspectos más importantes de la personalidad humana y es el único modo con que el niño puede expresar su estado de ánimo”, así que, gracias a su llanto, sabemos que el niño dice:

• Quiero estar con mi mamá
• Tengo hambre
• Tengo sed
• Necesito que me cambien el pañal.

Así pues, el llanto viene con nosotros y durante algún tiempo nos acompaña con la finalidad de que respiremos, nos alimentemos, nos den cariño y se cubran nuestras necesidades.

El llanto no es pena en nuestro primeros años de vida

En su Arcadia, Lope de Vega, a través de Benalcio, dice: “¡Oh, lágrimas, qué bien os llaman sangre blanca del corazón cuando son verdaderas!”

El llanto, a pesar de expresar pena, cuando aparece, es la sangría con la que se intenta calmar las dolencias del alma. Al ser la sangre blanca, indican su pureza. Nuestras lágrimas limpian el corazón y, aunque se sal lastime, explica Celio: “¿No ves, dijo el loco, que el laix es un árbol a quien el fuego no quema ni ofenda? Pues de éste son mis ojos, que en el ardor de mis lágrimas como salamandras viven y se sustentan”

Sí, nuestras lágrimas son vida. Nos limpian, nos curan. Desahogan el dolor de los seres queridos que nos ha arrebatado la muerte, nos desahogan el dolor de la ruptura amorosa, del fracaso, de la desesperación. Las lágrimas expresan nuestra indignación.

Pero, también, las lágrimas nos mueven, nos muestran el dolor o la alegría de otros en la poesía, en la pintura, en la escultura, en el cine.

Por eso, sí, yo soy:

Chayo la chillona…