Descubre cuáles son tus tipos de creencias dominantes
Si te interesa conocer cuáles son las creencias perturbadoras que más te dominan, marca con una V de verdadero en las frases del siguiente cuestionario cuando consideres que actúas de esa manera en muchas ocasiones y una F cuando consideres que es falso. No te bases en lo que deberías hacer, sino en el modo en que sueles reaccionar o actuar.
Perfeccionismo
- Si no me considero lo suficientemente competente en alguna actividad, prefiero no realizarla.
- Cuando cometo algún error, me siento generalmente mal y me quedo pensando en ello sintiéndome incompetente o castigándome por no haber hecho las cosas bien.
- Tengo la creencia de que si decido hacer algo, es porque tengo que hacerlo impecable, sin cometer ningún error o, de lo contrario, es mejor no hacerlo.
- No tolero que los de más me critiquen.
- Nunca entrego nada si no estoy convencido de que no tiene ningún error o que está perfecto.
Aprobación
- Siempre estoy preocupado de lo que otros piensen de mí.
- Me descubro sacrificando mis necesidades para complacer a otros esperando su aprobación.
- Me cuesta mucho trabajo hablar en público, pues me domina la idea de que tarde o temprano, empezaran a cuestionarme o a criticarme por mis ideas.
- No tolero la idea de no caerle bien a la gente y me esfuerzo por ser agradable todo el tiempo.
- Nunca o pocas veces puedo decirle a alguien NO por miedo a que me rechacen.
Vulnerabilidad
Me preocupa que las cosas salgan mal.
- Me obsesionado por asuntos como mi salud, mi economía o mi seguridad.
- Me vivo como víctima de las circunstancias e incapaz de defenderme o de cuidarme.
- No me gusta pensar en el futuro porque siempre estoy pensando que ocurrirá lo peor, pero no puedo evitar hacerlo.
- La mayor parte de mi vida me he sentido desvalido e incapaz de defenderme o de cuidarme yo solo.
Control
- No me gusta que nadie me dé ordenes.
- Yo tengo que estar pendiente de todo o de lo contrario no me siento tranquilo.
- No tolero que mi destino esté en manos de alguien que no sea yo mismo.
- No hay nada más grave que perder el control.
- Yo prefiero ser el que dirige a que me dirijan.
Dependencia
- Si alguien no me quiere, aunque muchos si me quieran, no siento que no soy nadie.
- Yo jamás podría estar bien estando solo ni me sentiría feliz en soledad.
- Yo necesito que otros me aconsejen para poder saber cómo hacer lo que tengo que llevar a cabo, no confío en mi criterio, mis capacidades ni mi intuición.
- Necesito que los otros me hagan sentir seguro de mí mismo.
- No me gusta actuar por mi cuenta, prefiero hacerlo todo acompañado y ser yo el que sigue a los demás.
Lee tus respuestas de nuevo y reflexiona de qué manera tus creencias te generan preocupación, ansiedad o si te mantienen alterado.
No debes recriminarte por ello. Si adquiriste una o varias de estas creencias – al igual que cualquier otra persona -, tuviste buenas razones para aprenderlas en el pasado, pero si te han llegado a afectar en tu vida no dejándote sentir tranquilo y agobiándote constantemente, también ha llegado el momento de confrontarlas y deshacerte de ellas.
Al reconocerlas, has dado el primer paso hacia la solución.
Por último es necesario aclarar en relación a la dependencia, que ésta no es mala en sí misma, todo lo contrario, desde la Biología, somos seres dependientes de otros y del ambiente desde que estamos en el vientre materno hasta que morimos. Tenemos que empezar por reconocer esto y hacernos conscientes que no estamos locos por necesitar de los demás o de una pareja.
Sin embargo, socialmente se han creado creencias que nos hacen sentir que, si no tenemos a alguien a nuestro lado, no valemos. En ocasiones, me atrevería a asegurar, esto se inculca más en el género femenino. Se le dice a la mujer, desde que es niña: «tú preocúpate por tener una pareja que te ame y que nunca te deje y olvídate de lo demás».
Eso provoca que, cuando la persona está sola, se sienta menos, se devalúe y se sienta deprimida, triste, ansiosa y pierda seguridad personal. También la hace sentir desmotivada y sin el derecho a merecer el éxito y la felicidad.
Aunque la dependencia sea algo natural en los humanos, eso no significa que si no tenemos a otra persona de la cual depender, valgamos menos. Pero como la cultura nos ha introyectado esta idea, podemos llegar a pasar sobre cualquier cosa, incluso por encima de nosotros mismos, por tener a cualquier persona al lado nuestro y no a la persona idónea para nosotros.
Hay personas que cuando están con alguien, dejan de sentir la ansiedad social de estar solas y ser juzgadas y generan una dependencia no sana, de la que he estado hablando en este apartado.
La dependencia sana es otra cosa, significa detenerse y analizar cuál es la persona que realmente nos conviene, aquella que nos cubra nuestras necesidades de verdadero compromiso, contacto e intimidad y no aquella que simplemente llene el vacio y nos libere de la ansiedad, porque si hacemos esto, al final, en vez de sentirnos tranquilos y plenos, capaces de enfrentarnos a cualquier otro reto personal sabemos que confiamos con una persona que nos ama y nos apoya, nos sentiremos más solos e insatisfechos.
De todo esto puedes aprender más a través de mi curso en internet: ¡Ay, amor! ¿Dónde estás? donde aprenderás todas las características del apego adulto sano y puedas distinguir entre la dependencia insana de la sana.
¿Estoy loco por tener creencias que me perturban?
La ansiedad intensa o crónica que muchas personas padecen es a causa de las creencias perturbadoras. Pero al hablar de creencias, recuerda que no estás hablando de ti, son ideas que, por fijas que estén en tu mente, puedes llegar a transformarlas y ser más libre para vivir tranquilo, de una manera más compasiva y feliz.
Recuerda que la mayoría de las veces, las creencias perturbadoras se adquieren:
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A través de experiencias traumáticas que dañan la confianza personal.
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Experiencias de la infancia que no permiten que se desarrolle un sentido razonable de seguridad, aceptación y aprobación.