Sexualidad humana y emociones

En el campo de la sexualidad se plasman todas las incongruencias personales y culturales acumuladas a lo largo de la vida. Podemos pasar de la represión sexual más extrema a la exaltación de nuestra sexualidad distorsionando en el trayecto la naturaleza y el fin de ésta. Además de su obvia función reproductora la sexualidad humana es la forma más natural de la expresión de la emocionalidad donde se unen lo corporal y lo emocional. La sexualidad nos ofrece la posibilidad de expresar toda la gama de emociones que podemos sentir los seres humanos, desde la ira hasta la tristeza, el miedo, la vergüenza, la alegría, el amor y éxtasis. Para llegar a esta última emoción, el éxtasis, debe existir un clima de aceptación y afecto, así como una buena comunicación en la relación.

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El demonio de la dependencia emocional: cuando el amor se vuelve peligroso

La dependencia emocional es algo que convierte el amor en un infierno, en un verdadero suplicio, convierte algo que tendría que ser hermoso y satisfactorio, una fuente de crecimiento mutuo y de aprendizaje profundo en algo muy dañino que, la mayoría de las veces, anula el amor propio y la calidad de vida del dependiente, consumiéndolo poco a poco hasta hacerlo perder toda esperanza y toda ilusión de vida.

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Miedos y creencias limitantes

A lo largo de nuestra vida desarrollamos creencias limitantes acerca de nosotros mismos. Desde la infancia, nos hemos hecho una idea de nosotros a partir de lo que los demás esperaban, de lo que se suponía que debíamos ser y hacer. Parte de esta imagen son las creencias acerca de nuestros límites y carencias. Muchas de ellas, al darlas por hecho durante años, tienen una apariencia muy sólida y veraz, que nos disuade de comprobarlas y, en su caso, desecharlas.

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¿Cómo puedes convertir tus sueños en realidad?

Demasiadas veces nuestros sueños mueren antes de ver la luz o al poco tiempo de hacerlo. No nos atrevemos a soñar porque tememos la frustración de no conseguir lo que anhelamos.
De lo que se trata en realidad, es de mantener la llama del anhelo, soltando al mismo tiempo, la exigencia de que se cumplan nuestras expectativas; de fluir con lo que la vida nos trae, pero permaneciendo muy atentos a las señales que apuntan el siguiente paso; de estar presentes hoy para poder seguir estándolo mañana.

Y aquí tienen mucho que ver creencias fuertemente arraigadas en nosotros. Tómate unos instantes para hacer una pequeña revisión de algunas. Respira cada una de las siguientes cuestiones y permítelas que resuene en tu interior para que surja la respuesta compasiva y lúcidamente en este momento de tu vida:

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Fantasías catastróficas y ensayos mentales

Por mucho que tratemos de plantear diversos escenarios posibles, es sencillamente imposible que los imaginemos a todos ellos. No sé cómo voy a reaccionar si la persona está seria o si está de buenas, si tiene prisa o si está tranquilo y mucho menos me puedo meter en su cabeza para conocer sus pensamientos. ¿Para qué entonces me van a servir tantas suposiciones si ninguna de ellas me consta que sea la realidad?

No podemos dar nada por hecho. No tenemos bolas de cristal, ni leemos la mente y, seguramente tampoco somos muy hábiles para hacer una “auto lectura” de nuestra mano para adivinar lo que va a ocurrir en cada situación. En conclusión hacer ensayos mentales es una pérdida de tiempo y, si nos convencemos de ello, debemos dejar de estarle haciendo caso a los pensamientos sobre el futuro y dejar de sufrir y estar ansiosos para aprender a confiar.

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Aprender a dar y a recibir agradecimientos y reconocimientos

A veces por modestia o por falso pudor o por supuesta educación, nos sentimos incómodos cuando recibimos un cumplido. Como si fuera “algo malo” el que otros nos agradecieran por algo que hemos dado o que hemos hecho por los demás. Por lo tanto, nos sentimos incómodos y tratamos de evadirlo de diferentes maneras: minimizando, rechazando, evadiendo, desviando, desvirtuando.

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Los introyectos o creencias que pueden arruinar tu vida

Un niño acepta las ideas y las creencias de esta forma porque vienen de las personas que ama y en quien confía incondicionalmente como si se tratara de verdades sagradas. Pero esto muchas veces no es así, al contrario, esas ideas puede que no le sean siempre útiles o que contribuyan a hacerlo feliz aunque la intención de los adultos que se las inculcaron haya sido buena.

Peor aún, con demasiada frecuencia esas creencias son la causa y razón de su infelicidad y ni siquiera se le ocurre confrontarlas aunque la persona tenga ya 50 años o más, sigue aceptándolas como cuando era niño eludiendo su responsabilidad de adulto y transmitiéndolas a sus propios hijos y estos a los suyos, hasta el infinito.

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