Sexualidad humana y emociones

En el campo de la sexualidad se plasman todas las incongruencias personales y culturales acumuladas a lo largo de la vida. Podemos pasar de la represión sexual más extrema a la exaltación de nuestra sexualidad distorsionando en el trayecto la naturaleza y el fin de ésta. Además de su obvia función reproductora la sexualidad humana es la forma más natural de la expresión de la emocionalidad donde se unen lo corporal y lo emocional. La sexualidad nos ofrece la posibilidad de expresar toda la gama de emociones que podemos sentir los seres humanos, desde la ira hasta la tristeza, el miedo, la vergüenza, la alegría, el amor y éxtasis. Para llegar a esta última emoción, el éxtasis, debe existir un clima de aceptación y afecto, así como una buena comunicación en la relación.

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El triángulo dramático: Perseguidor, Salvador y Víctima

“Si te sucede algo con otra persona que hace que te sientas dolido, enfadado, culpable, ansioso, temeroso, resentido, exasperado, avergonzado, celoso, inerte, helado, atrapado, comprometido, confuso, desesperado o inadecuado, o con la sensación de haber sido utilizado, traicionado, controlado o incomprendido, entonces, no hay dudas, puedes estar seguro de que estás atrapado en un triángulo dramático.” (Edwars, G. 2011).

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El demonio de la dependencia emocional: cuando el amor se vuelve peligroso

La dependencia emocional es algo que convierte el amor en un infierno, en un verdadero suplicio, convierte algo que tendría que ser hermoso y satisfactorio, una fuente de crecimiento mutuo y de aprendizaje profundo en algo muy dañino que, la mayoría de las veces, anula el amor propio y la calidad de vida del dependiente, consumiéndolo poco a poco hasta hacerlo perder toda esperanza y toda ilusión de vida.

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El regreso de Pablito (el pequeño ansioso que llevamos dentro).

Hace algunos años, una de mis primeras publicaciones en mi blog Gestalt Sin Fronteras, publiqué la historia de un paciente ficticio de nombre PABLITO. Él era una persona que sufría porque vivía en el pasado o en el futuro, dependía del reconocimiento de los otros o no aceptaba las medias tintas, todo era completamente bueno o completamente malo, entre varias cosas más de su personalidad que le generaban mucha ansiedad y sufrimiento.
Hoy llegó un nuevo consultante a través de internet y le pregunté cómo había contactado conmigo. Me sorprendió cuando el chico de 19 años me respondió que me había encontrado a través de mi viejo paciente imaginario PABLITO.
Gracias a eso, hoy voy a compartirles a todos mis amigos del blog y de Facebook la historia de este singular personaje. Pero, antes de hacerlo, tengo que hacer una pequeña advertencia, cuando conozcas a PABLITO te vas a dar cuenta de que TODOS tenemos un pequeño PABLITO dentro de cada uno de nosotros. Te lo comento para que estés preparado.
Ésta es la historia:

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Los límites como punto de encuentro con los otros

Existen límites que nos ayudan a crecer y otros que limitan nuestro desarrollo. Si no sabemos decir NO, porque no toleramos el sentimiento de culpa, estaremos pasando por encima de nosotros y acumulando resentimientos hacia los otros.
Si, por el contrario, los límites tienen que ver con no sentirnos capaces o con el derecho de alcanzar nuestras metas, estamos ante límites negativos, construidos en nuestro pensamiento, que nos impiden alcanzar lo que deseamos.
Los individuos se cuestionan sobre cuándo se debe poner límites y cuándo se deben reducir o eliminar – por ejemplo, aquellos los límites mentales-, que nos impiden alcanzar algún objetivo importante en nuestra vida, que nos hacen pensar que no podemos, que no somos capaces o que no nos merecemos eso que deseamos.
O, por el contrario, cuando debe decir «No» a aquellos que tratan de detenerlo, manipularlo, controlarlo o imponerle obligaciones o acciones que en realidad no le corresponden cumplir. Las personas sienten miedo de que, si dicen «no quiero»; «no me corresponde»; «no me interesa»; «No puedo», esté ante una situación incómoda, de crisis o de riesgo, donde pueden llegar a estar en juego muchas cosas: la relación con un amigo o con la pareja, el trabajo, la «tranquilidad» familiar, sin embargo, si por evitar tener un conflicto con otros, se pasa por encima de uno mismo, los resultados pueden ser aún, mucho más negativos y perjudiciales que si se hubiera enfrentado, simplemente, un NO QUIERO, NO DESEO, NO ME CORRESPONDE, NO PUEDO.
Hay que ser sumamente cuidadosos al momento de decidir poner un límite o no hacerlo, pues de eso, pueden depender muchas cosas.

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La relación de pareja estable y los componentes necesarios para lograrla

Una pareja estable, tiene efectos positivos en sus integrantes y en otros actores, como los demás miembros de la familia, en cambio, una pareja deteriorada, también interviene en la dinámica familiar y en la salud mental y emocional de todos los involucrados.

Para que exista una pareja real, es necesario que esté presente el amor de sus miembros. Esta emoción, la del amor, es en realidad, la que le da sentido a la pareja y hace posible que se puedan construir y alimentar los tres elementos indispensables de toda relación sana, sin los cuales, no es posible hablar de una pareja real.

Los elementos claves para lograr una relación estable y a los que nos referiremos en este artículo son: Deseo, Intimidad y Compromiso.

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El mayor miedo de mostrarnos vulnerables es sentirnos avergonzados

La vergüenza es una gran epidemia de nuestsra cultura y, para salir de ella, tenemos que saber como nos afecta en las diferentes áreas de nuestra vida, en el trabajo, en la forma en que nos buscamos unos a otros, etc.

¿Qué debe hacer una mujer para ajustarse a las normas femeninas de la sociead? De acuerdo a una investigación donde se preguntó a las mujeres cuáles creían que eran las normas más importantes a las que tenían que adaptarse fueron: Ser bonitas, ser delgadas, modestas y recurrir siempre a la apariencia.
Para los hombres, las normas se basan en: mostrar siempre control emociona; en el trabajo ser los primeros; lograr estátus social; mostrar ser capaces de ser violentos.

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