El mayor miedo de mostrarnos vulnerables es sentirnos avergonzados

La vergüenza no es igual a la culpa

Si queresmos reencontrar el camino para encontrarnos, el camino que nos una con esa persona que se siente avergonzada, también nosotros, como ella, debemos transcitar por nuetra vulnerabilidad.  Sólo mostrándonos auténticos ante ella, con nuestra propia vergüenza, es que nos dejará entrar.

La vergüenza se centra en uno: YO SOY MALO

La culpa en lo externo, en algo producto de la conducta: HICE ALGO MALO

La respuesta ante la culpa es: «Lo siento, cometí un error«.

La respuesta ante la vergüenza es: «Lo siento, soy un error«.

Las armas de la vergüenza para frenarnos

Las armas de la vergüenza, para controlar a la persona e impedir que se arriesgue a ser ella misma, son dos. La primera es a través del pensamiento:

1. «No eres suficientemente bueno, ¿para qué lo intentas si vas a fallar?»

Y, si aún así la persona se atreve a intentarlo:

«¿Quién te crees que eres para atreverte?»

La vergüenza está relacionada con:

  • Intimidación

  • Adicción

  • Trastornos alimenticios

  • Violencia

La vergüenza según el género

Hombres y mujeres sienten la vergüenza de la misma manera, pero está se organiza de acuerdo al género.

Las mujeres, para no sentir vergüenza, creen que deben hacerlo todo, hacerlo a la perfección y nunca dejar que las vean sudar. Es una camisa de fuerza generada por todas esas expectativas imposibles de cumplir que la arrastran, tarde o temprano, a sentir vergüenza.

Para los hombres, no se trata de muchas expectativas, tan sólo de una: «Nunca permitas que ser percibido como DÉBIL».

Las mujeres pueden ser muy duras con los hombres cuando prefieren verlos muertos que débiles o fracasados. Si una mujer puede sentarse con un hombre y aceptarlo vulnerable y con miedo, ha hecho con eso un trabajo increíble. Si un hombre puede ver a una mujer que na no puede más ni hacerlo todo bien y le ofrece su apoyo y su comprensión, ha hecho un gran trabajo.

La Vergüenza: una epidemia social

La vergüenza es una gran epidemia de nuestsra cultura y, para salir de ella, tenemos que saber como nos afecta en las diferentes áreas de nuestra vida, en el trabajo, en la forma en que nos buscamos unos a otros, etc.

¿Qué debe hacer una mujer para ajustarse a las normas femeninas de la sociead? De acuerdo a una investigación donde se preguntó a las mujeres cuáles creían que eran las normas más importantes a las que tenían que adaptarse fueron: Ser bonitas, ser delgadas, modestas  y recurrir siempre a la apariencia.

Para los hombres, las normas se basan en: mostrar siempre control emociona; en el trabajo ser los primeros; lograr estátus social; mostrar ser capaces de ser violentos.

Si los hombres o las mujeres no cumplen con estas expectativas de los demás miembros de una sociedad, si se atreven a ser auténticos y mostrarse tal cual son, estarán aceptando su vulnerabilidad, y el gran riesgo, es que los otros los hagan sentir, a través del juicio, la crítica, la descalificación y el rechazo, avergonzados por no ser lo suficientemente buenos o por atreverse a ser diferentes a los demás.

Una persona que se vive avergonzada por otros, siente que se quiere desaparecer, desea desaparecer su self para no ser visto, como la única manera de dejar de ser lastimado en lo más profundo de sí mismo.

Los únicos incapaces de sentir vergüenza, son aquellos incapaces de sentir empatía y conexión con los demás.

Los sujetos con trastorno narcisista de la personalidad carecen de empatía y tienen dificultades para reconocer los deseos, las experiencias subjetivas y los sentimientos de los demás.

Estos sujetos hablan de sus propios intereses con una extensión y un detalle inadecuados, en tanto que no consiguen darse cuenta de que los demás tienen sentimientos y necesidades, en pocas palabras solamente piensan en ellos, todo gira alrededor de sí y nada más. Por lo tanto suelen ser impacientes con los demás cuando éstos se refieren a sus propios problemas y preocupaciones.

Cómo apoyar a otro se siente  avergonzado y por lo tanto no se puede mostrar

Ante una persona que se atreve a mostrar su vergüenza y su vulnerabilidad, no sirve de mucho tratarla de convencer que ella es alguien digna o valiosa, o de que tiene todo el derecho de ser ella misma aunque vaya en contra de las normas sociales. Con eso, no lograremos penetrar en su dolor ni nos dejará implicados en su pena. La única manera, o, por lo menos, la más poderosa consta de dos palabras. Una persona que está en la lucha y que necesita ayuda, lo único desea escuchar del otro es: YO TAMBIÉN.

«Yo también he vivido eso, yo también me he sentido avergonzado; yo también he sufrido el rechazo, la crítica y el desprecio por mostrar mi diferencia, por atreverme a derrumbarme y mostrar mi vulnerabilidad».

Si deseamos reencontrar el camino qu nos una, debemos transitar juntos nuestra vulnerabilidad.

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