No cometas el error de Blanca Nieves
Igual que Blanca Nieves, muchas personas que anhelan encontrar al ser amado, cuando se presenta una posibilidad, están tan deseosos de encontrar a su príncipe azul o a su princesa, que no se percatan (porque no quieren hacerlo o porque no saben cómo), de las señales para identificar que, en realidad, puede ser una ilusión lo que están viendo frente a ellos, una ilusión tan peligrosa y que les puede hacer tanto daño, como la fruta envenenada del cuento.
Detenerse a tiempo
Atreverse a ver el peligro y evitar un paso en falso, puede ser la mejor defensa para no sufrir en el futuro, aunque, en un principio, se tenga que enfrentar la frustración.
Una paciente me compartió que conoció a un joven agradable, simpático y atractivo, comparable con la seductora manzana de Blanca Nieves.
Ella aceptó salir con él cuando se le propuso, no sin dejar de pensar en las sugerencias que yo le había dado tiempo atrás, en relación a ser siempre clara en sus expectativas desde el principio.
Por esa razón, mi paciente decidió no hacer lo que comúnmente hacía:
ocultar sus necesidades con la idea de que con ello “espantaba” a sus prospectos.

En esta ocasión, eligió ser clara y utilizar uno de los recursos más potentes de la teoría del apego adulto: la comunicación efectiva, para comprobar si la otra persona buscaba o no lo mismo que ella.

–Yo estoy buscando una relación de compromiso, dependencia mutua e intimida. – le dijo con una
actitud decida – ¿tú qué estás buscando?
El chico la miró desconcertado y le respondió.
–Yo busco una relación cachonda e íntima.
-¿Qué entiendes tú por cachonda e íntima?
-Pues eso, que nos la entendamos bien en la cama. ¿A poco a ti no se te antoja pasártela bien?
En ese momento ella se dio cuenta que ni siquiera entendían lo mismo por la palabra “intimidad” que para ella era la posibilidad de abrirse ante el otro de manera auténtica, confiada, honesta, abrirse, mostrando su vulnerabilidad, y confiando que el otro no le haría daño, pero para él, intimidad significaba, simplemente, tener sexo “cachondo”.
Entonces ella se detuvo ante su impulso de seguir adelante y eligió “ver las señales claras de peligro”

(no confiar en la apetecible manzana de la bruja mala) y le dijo al joven, de forma honesta y segura, que
él le había agradado mucho pero que no tenía sentido que volvieran a salir, pues no estaban buscando lo mismo, y sería una pérdida de tiempo para ambos.
Ella me dijo que, a pesar de que había sido una tentación aceptar su propuesta, porque el joven le había gustado bastante, no quiso cometer el error de “no ver las señales del sufrimiento y la frustración asegurados”.

Prefirió, en esta ocasión, expresar claramente sus necesidades y expectativas (que ella buscaba un compromiso serio y no sólo cachondeo), pues sabía que a la larga, si se involucraba – que era muy probable que sucediera-, sufriría por no encontrar reciprocidad por parte de él pero, una vez dentro de una relación, por dolorosa que fuera, le sería mucho más difícil escapar de la jaula del amor, que si de se cuidaba desde un principio aceptando frustrar su ilusión del primer momento en el que se sintió atraída.
Mi paciente aprendió que si hablaba claro y sin temor de sus expectativas, podía descubrir si su pretendiente quería realmente lo mismo que ella, o si tenían intenciones distintas.
Al ser lo segundo, ella puso un freno a sus sentimientos e impulsos y se

evitó seguir haciéndose más ilusiones con alguien que no iba a cubrir sus necesidades de apego –como eran un compromiso serio y una auténtica intimidad- y tuvo la oportunidad de marcharse sin poner en riesgo su seguridad y sin lastimar su confianza y su autoestima.
A esto me refiero con «dejarse deslumbrar por la seductora manzana de Blanca Nieves» y olvidarse de ver con los ojos de la intuición, la información y la experiencia.
La Teoría del apego adulto nos ofrece varias reglas de oro que no debemos olvidar para no caer en el Síndrome de Blanca Nieves y pagarlo con sufrimiento inútil, retirándose a tiempo, de manera digna y evitando un dolor inútil, con la confianza de encontrar nuevas oportunidades para un amor y un compromiso verdadero.
Ser precisos en lo que le pedimos a la vida

Otro error que se puede cometer al querer encontrar el amor y no lograrlo, es no saber pedir, o, mejor dicho, no reconocer que internamente podemos tener deseos contradictorios que impiden o detienen que las necesidades personales en general, y las sentimentales en particular, logren satisfacerse.
Por eso hay que tratar de formar una figura clara de lo que queremos, identificar con toda precisión nuestra necesidad para encontrar la manera de satisfacerla plenamente.
Hay un chiste que ilustra lo anterior:
Se encuentra un hombre con una lámpara, la frota, aparece el genio, y, como ya sabemos, en agradecimiento le dice que le concederá un deseo.
El hombre, emocionado, le pide a la mujer más buena del mundo.
El genio asiente y, de un chasquido, hace que aparezca en los brazos del hombre la madre Teresa de Calcuta.
Los mensajes ambivalentes o contradictorios
También sirve para ejemplificar lo que puede ocurrir si no estamos claros en lo que realmente

queremos, el caso de otra paciente, quien me comentó que un amigo le había hecho ver como le estaba mandando mensajes contradictorios a la vida y que por esa razón, mi paciente no encontraba el amor que tanto aseguraba que anhelaba.
-¿Cuáles son esos mensajes contradictorios? – le pregunté.
–Por un lado le digo a la vida que me ayude a encontrar el amor – me contestó mi paciente – y por otro le digo, pero si no lo encuentro no importa, porque estoy bien sola.
Su amigo tenía razón. Mi paciente siempre decía eso en sesión: “Quiero el amor, pero si no lo encuentro no importa porque me siento bien sola”, y, como él pudo ver, con eso se confundía ella misma, pues no termina de definir si desea realmente el compromiso con otro o la comodidad de su soledad, y al no definirlo, no puede fortalecer su energía, para ponerse en movimiento y hacer contacto con la necesidad de una persona que la ame y se comprometa con ella para formar una pareja.
Entendió que SI NO SE ACLARABA PRIMERO y se sentía segura de lo que realmente quería, era menos probable que encontrara lo que estaba buscando, pues no sólo nuestra mente, sino todo nuestro organismo, es muy literal al momento de interpretar lo que estamos pidiendo, y si no es clara la necesidad, tampoco será clara la manera de cubrirla y permanecerá en la búsqueda y la ambivalencia, como en el caso de esta persona.
Mi experiencia personal
Yo puedo afirmar que el amor, sí tocó a mi puerta literalmente. Un día, cuando iniciaba mi carrera como terapeuta, me llamó una persona para sacar una cita, pero no para terapia, sino para masaje Shiatsu, que era otra de las actividades que yo realizaba para complementar mis ingresos mientras lograba tener mayor cantidad de pacientes. Él me explicó que había vivido varios años en Londres y España, pero que tenía ciertos problemas de salud provocados por bajas defensas y que, una amiga mutua, le había aconsejado que me llamara.
Yo le di una cita para dos días después. Llegado el plazo, yo terminé mis sesiones de terapia con mis pacientes de ese día y entre un cuarto para cambiarme (un ritual que efectuaba para salir de un rol y entrar a otro), y ponerme mi ropa de terapeuta Shiatsu.
Una vez que terminé de arreglarme, abrí la puerta y lo primero que vi en el salón conjunto, fue a la persona que iba a atender.
Él esta nervioso, sentado en la alfombra, esperando que saliera a recibirlo y, al verme, sonrió y todo se iluminó en la habitación. En ese momento algo en mí supo que, esa persona, se convertiría no sabía ni cuando ni como, en alguien muy especial en mi vida.
Recuerdo que el pensamiento que me pasó por la cabeza al verlo fue «yo me podría enamorar de esa sonrisa», y sentí una fuerte inquietud al escuchar tan claramente esas palabras pues, en ese momento, no tenía idea de a donde me llevarían.
Hoy lo sé, esa cita no era una cita cualquiera, era la llamada del amor, pues, aproximadamente un año después de trabajar con él, tuve que confrontarme y confrontarlo con la realidad. Al terminar su tratamiento le pedí que se sentara y le dije que no podía atenderlo más, que esa era nuestra última sesión de Shiatsu, él, se sorprendió desagradablemente y me preguntó por qué razón, ya que él había mejorado mucho durante ese año, entonces yo, le confesé la verdad:
–No puedo seguir trabajando contigo porque no sería ético, ya que me he enamorado de ti.
Él se puso muy nervioso, sonrió sin saber qué decir, pero el final de la historia ya muchos lo conocen. Hoy, 6 años después de eso, esa persona y yo estamos casados, hemos constituido una relación madura y un hogar en el que ambos nos sentimos plenos y muy felices.
¿Cómo es que logré llegar a eso?
No fue ni la primera, ni la segunda vez que yo le pedía a la vida que me diera la oportunidad de encontrar el amor. Lo que les he compartido ocurrió después de una larga búsqueda, de muchas experiencias, éxitos parciales, fracasos, desilusiones, hasta que por fin aprendí a no caer en el síndrome de Blanca Nieves y a tener claro lo que realmente quería, sin ambivalencias.
También ocurrió cuando dejé de bloquear mi mente, a través de creencias limitantes como: “es muy difícil encontrar a alguien que me quiera”; “el amor es doloroso”; “los personas como yo no merecen ser felices” o “tengo miedo de sufrir”.
Todas estas ideas eran barreras para encontrar lo que quería, pues tenía dudas, confusiones y temores en relación al amor entre personas del mismo sexo y eran una manera de protegerme a mí mismo, pues, en realidad, no sabía exactamente lo que quería: arriesgarme a buscar el amor a pesar de que eso implicara también el riesgo de sufrir, o quedarme en la comodidad de la lamentación y la frustración por no merecer a un compañero en mi vida, o pensar que eso no estaba bien, como tantas veces lo había escuchado en la boca de otros, incluyendo a mi familia.

Para poder resolver este dilema, entre querer a alguien a mi lado y creer que no estaba bien o que no me lo merecía, tuve que recorrer un largo camino de búsqueda con la ayuda de terapeutas y amigos, y también fue necesario que me decidiera a correr el riesgo de probar y experimentar lo que eran las relaciones sentimentales con otros.
Tuve, también, que hacerme consciente de mi forma contradictoria de pensar, de mis ideas, creencias, fantasías, necesidades y deseos. En pocas palabras, tuve que aprender a conocerme a mí mismo para saber lo que quería en la vida.
Fue hasta entonces que pude cambiar cambiarlas aquellas creencias que estaban obstaculizando mi objetivo, por otra que me facilitaran alcanzar mi meta como por ejemplo: “Soy diferente y, sin embargo, merezco el amor”; “yo tengo el derecho de encontrar a alguien que me quiera y a quien querer”; “ser homosexual no es un pecado, ni una aberración, ni una enfermedad”; “soy una persona con sentimientos, deseos y necesidades como cualquier otra y, como cualquier otra persona, tengo el derecho de cubrirlas”.
Igualmente importante que el modificar mis creencias, fue el aprender a ir siendo cada vez más cuidadoso para no cometer el error del síndrome de Blanca Nieves y aprender a reconocer las señales de peligro cuando empezaba a salir con alguien para no cometer el error de involucrarme con una persona que no iba a llenar mis expectativas, reconocer que, por seductora que fura la manzana en un principio, no eran las que me ofrecían lo que estaba buscando de fondo, que era un compromiso y una intimidad real.
Todos somos responsables de hacernos conscientes de las señales que envía el otro y de hablar claro

desde un principio expresando lo que queremos con claridad, sin rodeos, para detenernos a tiempo y no comer de la manzana que nos ofrece alguien, que no está dispuesto a darnos lo que realmente estamos buscando: una relación donde haya verdaderamente compromiso e intimidad, un deseo real de lograr no sólo el bienestar personal, sino también la de nuestro compañero, es decir, los componentes de una verdadera relación de apego, una relación sana y madura.
Hola Luis! de nuevo me dejas meditando mucho con tu publicación, es de pronto increible como ciertas palabras claves mueven todo un concepto…manzana de Blanca Nieves…jummmm es bueno no caer, pero si ya caiste…si ya la probaste? si no te quieres dar cuenta del mal que te hace??…uff…mucho aun por aprender y entender… gracias por compartir!
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Querida Mary Nieves, dime tú quién no ha comido de la manzana de Blanca Nieves? TODOS, absolutamente todos hemos cometido errores en las experiencias amorosas, pero es algo natural, es parte del proceso de aprendizaje, y claro que se puede superar, siempre y cuando estemos dispuestos a aprender de esas experiencias para no volver a pasarlas. Pero hay quien no comprende esto y cree que el amor es así, como una manzana seductora… y envenenada, y no, para nada, el amor puede ser algo muy nutritivo y maravilloso, manejándolo de manera inteligente… y madura. Aceptando que el apego es sano, siempre y cuando lo vivamos con nuestra pareja de manera responsable o bien, dándonos cuenta cuando la otra persona, la que nos interesa, no tiene los mismos intereses ni las mismas necesidades de compromiso e intimidad que nosotros, ¿no lo crees?
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Luis, hola! pues si ya nos dimos cuenta que esa otra persona no tiene las mismas necesidades de compromiso e intimidad que nosotros, que nos impide salir de ahi….o que nos hace permanecer?? jajaja muchas preguntas (lo siento)….Luis, no tienes una publicación que nos hable sobre relaciones que es obvio no llegaran a ningún lado (aunque la otra parte diga no importa, siempre siempre las diferencias terminaran haciendo mella en la relacion)… saludos Luis y de nuevo gracias!! un abrazo!
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Muy bien Fer, siempre es un placer leerte. Seguimos en la busqueda. Saludos.
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Siempre es un placer leer los comentarios, pues motivan y ofrecen retroalimentación. Gracias Lisrael y sí, seguimos en la búsqueda.
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Me encantó en artículo me ayudo a reflexionar sobre muchas cosas
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Gracias, Francisco por tu comentario. Pronto estará disponible el curso completo de Ay, amor dónde estás, una mirada apreciativa al apego adulto, tal vez te interese. Aquí aparecerán todas las condiciones para tomarlo. Estáte pendiente.
Saludos.
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