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El fracaso es la semilla del éxito y el éxito, la semilla del fracaso.

El éxito y el fracaso son en realidad, dos caras de una misma moneda en un proceso dinámico e infinito. Son lo mismo y no pueden existir el uno sin el otro pues actúan en un constante proceso dinámico donde SIEMPRE uno viene seguido del otro. Por lo tanto, si te niegas a aceptar el fracaso, despídete también del éxito. Si te interesa realmente el éxito, acepta entonces la necesidad de fracasar sabiendo que en cada fracaso está la posibilidad o el germen del éxito.

Mientras más relajados estemos y más aceptemos las muchas posibilidades de equivocarnos que tenemos – por nuestra causa o, muchas veces, por causas externas -, paradójicamente, más existirá la posibilidad que, con esta actitud, nos equivoquemos menos. Pero cuando a la persona la domina el miedo a equivocarse, a fallar o a fracasar porque piensa que eso le atraerá el rechazo, el juicio, la burla o la decepción de otros, más estresado actuará y más posibilidades tendrá de equivocarse más rápido y de forma más dramática o dolorosa lastimando, además, su amor propio o valía personal.
En este artículo leerás también, algunos buenos consejos de cómo enfrentarte al fracaso para obtener de él, buenas semillas para le éxito en tus proyectos y en tu vida. Después de todo, no deseamos tanto el triunfo como ser felices.

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La seguridad en la pareja favorece la salud integral

Por mucho que en la actualidad se juzgue la dependencia a otra persona como algo poco sano, la realidad es que el ser humano necesita del apego a una figura de seguridad desde que nace, hasta que muere. Por eso necesitamos encontrar a una persona emocionalmente accesible, que esté dispuesta a estar ahí, para nosotros, para apoyarnos y para brindarnos seguridad. Cuando la encontramos, nos sentimos menos tensos, menos ansiosos y tenemos más posibilidades de encontrar la felicidad plena. Por el contrario, cuando no tenemos la respuesta de seguridad que buscamos, podemos vernos afectados en mayor o menos medida, en nuestra salud física, emocional y espiritualmente.

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