Sólo por hoy, juguemos.

Jugamos a que hoy es el último día del año…
O, más simple aún, que hoy es el último día de nuestra vida, el único día, y que y que todos somos capaces de amábamos, de comprendernos y respetarnos como iguales.
Juguemos a soñar que podemos – ¡por fin! – dejar de juzgarnos, criticarnos y descalificarnos unos a otros para vivir libremente en la diferencia, enriqueciéndonos y apoyándonos mutuamente.
Juguemos a que, sólo por hoy, el último día, el único día, somos capaces de poner el corazón por delante, desbordado de amor y compasión por todos los seres del universo.

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El buen maestro – terapeuta

El buen maestro-terapeuta nunca deja de enseñar, nunca deja de aprender y capacitarse. El buen maestro nunca da por sentado que todo lo sabe o que todo lo entiende; nunca deja de maravillarse. Nunca pierde su inocencia y su capacidad de ser curioso, de dudar de todo, de cuestionar y de indagar acerca de si mismo, de los otros, de la vida. El buen maestro está consciente que todo está en movimiento constante y que todo se transforma permanentemente. El buen maestro no se limita a transmitirle conocimientos a sus alumnos, los enseña a razonar, a ser críticos, responsables, comprometidos y conscientes de la realidad.

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