En un artículo anterior (cómo salir del closet y reconocer tu homosexualidad), abordamos ya el tema de lo que significa e implica salir del closet, es decir, abrir, ante uno mismo y los demás, nuestra orientación sexual. Decíamos en en dicho artículo que la salida del closet se da a dos niveles: el nivel personal que significa aceptar uno mismo la realidad de nuestra homosexualidad y el nivel externo, es decir, reconocerlo abiertamente ante la familia, los amigos, la escuela, el trabajo y la sociedad en general. Para poder tener un poco más claro que que implica este proceso, te presento aquí el «Decálogo para salir del closet» elaborado originalmente por Ferry Sanderson en su libro ¿Entiendes o qué?, citado por Manuel Ángel Soriano en su texto La Juventud Homosexual y al que yo le hago algunos agregados o modificaciones.
Sí tú estás en el proceso de abrir tu homosexualidad a los demás y tienes duda o te sientes insegur@, leyendo los siguientes pasos es probable que te aclares más en la forma en que debes enfrentar la decisión y las actitudes más convenientes que debes adoptar en caso de que la reacción de los otros no sea la que esperas. Ojalá que te sirva de apoyo en este paso tan importante y conveniente que has decidido dar.
Decálogo para salir del closet (armario).
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No hacer una catástrofe del asunto.
Es imposible que puedas saber a ciencia cierta la reacción de la gente cuando salgas del closet. Las reacciones de las personas son muy diversas, pueden ser buenas o malas, pero tú no puedes conocerlas previamente. La gente se sorprende muchas veces u otras veces el sorprendido puedes ser tú cuando te digan que siempre lo han sabido y que no les importa. También, puedes enfrentarte a que la gente se muestre enfadada o avergonzada, o incluso, orgullosa de que te decidas a hablar con la verdad. Muchos padres, familiares o amigos se sienten aliviados cuando ven que por fin te decides a hacerlos partícipes de algo que intuían.
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Realizar una prueba.
Es bueno, en ocasiones, hacer una prueba para salir del closet de manera que no resulte tan difícil o amenazante. Por ejemplo, salir del closet con alguno de tus amigos o amigas. Con un amigo es necesario compartir las cosas importantes de la vida, por lo tanto, vale la pena empezar por ahí.
El amigo o la amiga pueden servir como apoyo para las subsiguientes salidas con otros. Haz una cita con él o con ella y dile que tienes que contarle algo esencial y a la vez complicado de tu vida o, -si te animas a hacerlo desde ese momento -, aclarar que tiene que ver con tu sexualidad y que deseas compartírselo. Tu amig@ se hará una idea de por donde vas. Observa su reacción. Si lo notas receptiv@ y te abre la puerta, continua. Si su reacción es nerviosa o evasiva, quizás es mejor que lo intentes con otra persona (o considera la posibilidad de cambiar de amigos).
Cuando yo decidí compartirle mi realidad a mi mejor amigo, lo cité en un Vips. Él no se imaginaba de qué se trataba. Por fin se lo dije. Él reaccionó muy sorprendido, me confesó que no se lo esperaba, sin embargo, fue muy respetuoso y a la vez sincero y me dijo que necesitaba tiempo para procesarlo. Unos días después, me confesó que había llegado con su esposa y le había dicho lo confundido que se sentía con mi confesión. Después de eso, se había tenido que fumar unos cigarros de mariguana (él no fumaba ni siquiera tabaco), para poder superar la impresión. Sin embargo, después de eso, él continúo tan normal como siempre. La ventaja es que yo ya no tuve que seguirme “cuidando” ante él y pude ser honesto, lo cual, ayudó a fortalecer nuestra relación de amistad. Tal vez desde ese momento es que fuimos verdaderamente amigos, pues se había abierto una puerta hacia la autenticidad.
3. Observa las reacciones de los demás.
Si la gente reacciona airadamente o de manera agresiva, o no desea escuchar lo que tienes que decir, no continúes, él o ella está en el derecho de no querer escuchar. No te pongas a su nivel. Si se altera, no te alteres; si levanta la voz, mantén tú la calma. Alterarse no es la manera de mantener la claridad y la firmeza y es lo que tú necesitarás en ese momento.
4. Familia o amigos primero.
En mi caso yo decidí abrirme – a mis 18 años – primero con una hermana. Con aquella a quien más confianza le tenía y con quien me sentía más seguro. Esa es una decisión personal. Incluso, en mi caso, las circunstancias me obligaron a hacerlo. Mi mejor amigo de la universidad, con quien había tenido algunos contactos sexuales de manera “clandestina” – nos acostábamos juntos y nos tocábamos o, mejor dicho, él toleraba ser tocado pero sin hablar jamás de ello -, un día se mostró indignado de que yo lo hubiera “tocado”. Me dijo que tenía “el alma podrida” y que no quería volver a saber nunca más de mí. Yo estaba enamorado de él y me sentí muy lastimado por sus palabras.
Primero busqué la ayuda con un sacerdote quien hizo lo que estuvo en sus manos y me aconsejó lo mejor que pudo. Pero no fue suficiente para mí, no me sentía tranquilo ni sentía que hubiese resuelto el problema. Así es que decidí llamar a mi hermana. Ella era cuatro años mayor que yo. Era “la rebelde” de la familia. Se había ido de la casa a los 23 años para volverse independiente. Estudiaba psicología e iba a terapia.
Todos estos elementos me hacían pensar que tendría los recursos para apoyarme y así fue. La cité cerca de la casa de mis padres. Ella llegó en su pequeño auto. Yo entré en el vehículo, cerré la puerta y empecé a llorar. Ella me preguntó qué me pasaba y yo le confesé que no me gustaban las mujeres, que me gustaban los hombres y que eso me hacía sentir muy mal. Ella tuvo una actitud amorosa y comprensiva. Me dijo que era algo que sospechaba desde hacía tiempo y me ofreció su ayuda. Yo me sentí muy liberado.
Por fin encontraba lo que siempre había deseado, la posibilidad de decirle a alguien que quería la verdad sobre mí, sin sentirme culpable ni avergonzado. Mi hermana, después de abrirle mi corazón, me hizo sentir atendido, aceptado, apreciado y querido. ¿Qué más podía pedir después de eso?
Si no encuentras en tu familia a un miembro que te pueda ofrecer la confianza suficiente para abrirte, piensa quién, entre tus amigos, te puede dar esa posibilidad. Es muy probable que, entre todos tus amigos, encuentras a alguien con quien te sientas lo suficientemente seguro para decirle lo que tienes que expresar.
5. ¿Cómo sacar el tema?
Eso puede ser complicado, pero existen varias opciones. Se puede plantear de manera más o menos formal “tengo algo importante que quiero decirte”, y también puede surgir de manera espontánea.
En mi caso, yo acababa de jurarles a unos amigos – una pareja gay – que jamás se los diría a mis padres, cuando ellos me sugirieron que lo hiciera. Una o dos semanas después, en medio de una charla común, de pronto me sorprendí yo mismo diciéndole a mis padres que yo era homosexual. Así, de pronto, todo estaba dicho y aclarado. No sé cómo, pero pude manejar la situación, no sin conflictos y reproches de ambas partes, – producto, quizás, del miedo que sentíamos de estar abriendo un tema delicado -, pero nada que se saliera de control.
6. ¿A quién contárselo?
Eso depende de cada quien. No existe una regla general. Depende de las condiciones particulares de cada uno de nosotros. Hay personas que sólo se lo dicen a algunos amigos, pero no a su familia. Otros que lo abren con la familia, pero no hacia el exterior y menos aún en el área laboral donde intuyen que podrían sufrir alguna represión.
Marina Castañeda, en su libro La Experiencia Homosexual, aconseja que seamos muy cautos en este sentido. Si sabemos, de antemano, que más que un beneficio vamos a ser reprimidos, atacados o “castigados” por abrir nuestra homosexualidad, tal vez no valga la pena hacerlo en determinados contextos y hacerlo donde sentimos mayor seguridad de una respuesta positiva.
7. Pedir apoyo.
Si crees que no puedes hacerlo tú sólo, pide ayuda. Buscar información en libros o internet es un inicio, pero eso no descarta la posibilidad de buscar el apoyo de un profesional que te sirva de contención cuando sientas miedo, ansiedad, tristeza o sufras el rechazo o el juicio de algunas personas. Si decides ir con un terapeuta, asegúrate primero de averiguar su opinión sobre la homosexualidad, no faltan personas que se llaman profesionales y te prometen que pueden “curarte”. Estas personas te están engañando.
La homosexualidad no es una enfermedad por más que haya quien insista en ello. Desde hace más de cuatro décadas fue excluida de la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una enfermedad y la American Psychological Association (APA) sanciona a las personas que insisten en ofrecer curación para la homosexualidad y a quienes la siguen calificando como enfermedad. Si tú acudes con un terapeuta debe ser una persona realmente ética y profesional, que te ofrezca su apoyo para poder manejar tus sentimientos en relación a tu proceso de aceptación y nunca con la intención de curarte.
8. Motivos y momento.
Revisa tus motivos para salir del closet. Te será de mucha ayuda el saber para qué quieres hacerlo. No es lo mismo querer salir del closet con tus padres para reprocharles o culparlos de algo que hacerlo porque quieres mejorar tu relación con ellos o porque quieres ser honesto y que ellos te apoyen en todo. Lo mismo ocurre con las amistades, piensa bien para qué quieres decírselos a unos u a otros y piensa en cómo puede ser la reacción de cada uno de ellos. Tómate tu tiempo para decidir. Tienes que estar preparado para todo, para lo bueno y para lo malo. Piensa, sobre todo, que tú no puedes controlar la reacción que vayan a tener los demás.
En cuanto al momento, cada persona tiene que decidir cuál es su momento para salir del closet. No es igual para todos. Dependerá de la edad y de las circunstancias que estés viviendo.
9. Respuestas de los otros.
Las respuestas con las que te encuentres, una vez que has dado el paso de salir del closet, son muy diversas. Algunas de las que expone Terry Sanderson son las siguientes.
a. “Nos los dices para hacernos daño”. Es importante que tú seas sincero contigo mismo y veas si realmente lo estás haciendo por hacerle daño a los otros o, simplemente, porque quieres que los demás te conozcan de manera auténtica. Si tos motivos son sinceros y basados en el amor, la mayoría de la gente estará en condiciones de comprenderte y de entender el dolor por el que tú has tenido que pasar. Si lo que te encuentras es rechazo, juicio, crítica o burla, los que tienen que buscar ayuda son ellos, no tú.
b. “Seguro que es sólo una fase. Se te pasará cuando encuentres a la chica adecuada”. De ti dependerá rebatir este argumento y dejar claro que no aceptas lo de “una fase” ni de que se trata de algo pasajero. Es importante que te muestres firme y convencido ante quien te da esta respuesta.
c. “¡Dios mío! ¿qué fue lo que hicimos mal? ¿En qué hemos fallado para merecer este castigo?”. Antes que otra cosa, la responsabilidad de estar bien informado es tuya. Existen infinidad de teorías acerca del origen de la homosexualidad, desde los que dicen que es causada por la ausencia del padre y por la presencia de una madre dominante hasta los que aseguran que es una cuestión de genética.
Conocer algunas teorías serias acerca de la homosexualidad – te recomiendo que entres a la página de la APA y revises todo el apartado sobre orientación sexual o que leas los libros de Marina Castañeda -, te ayudará a decirle a tus padres que no deben culparse por algo que no es su responsabilidad, ni tuya, ni de ellos, y que, lo más importante, es dejar de vivir en la ignorancia e investigar leyendo libros serios, no de charlatanes que traten de convencerlos o convencerte de que es algo que se puede evitar o transformar.
d. ¡Te va a dar sida! Si alguien te da esta respuesta, está mostrando una gran ignorancia. El sida y otras enfermedades venéreas son, en la actualidad, un riesgo igualmente para los homosexuales y los heterosexuales. Es responsabilidad de todos en general estar bien informados para tener sexo seguro. Quien controla la información, controla la situación.
e. ¡Dios te va a castigar por tu pecado! Es una aberración. Es antinatural. Te vas a ir al infierno. Por increíble que parezca, aún hay personas que tienen estas creencias que deberían de haber dejado de existir desde hace siglos. Sin embargo, insistimos, ante ello, lo único que puede servir es la información seria, formal, científica. Si eres creyente y tu religión se opone a la homosexualidad, hay grupos religiosos de apoyo que intentan ofrecer apoyo espiritual e interpretaciones actualizadas acerca de la supuesta prohibición de la homosexualidad por parte de Dios o de Jesucristo. Sólo ten cuidado de no caer en un grupo que te niegue tu derecho a ejercer tu vida sexual de manera natural o que te haga sentir culpable. Tampoco es una buena idea ir con grupos que lo que te aconsejen sea la abstinencia porque no hay ninguna razón para ello a menos que sea en realidad, tu decisión personal.
f. “No podemos entenderlo. No nos cabe en la cabeza que dos hombres o dos mujeres puedan tener sexo” Si esta es la respuesta prejuiciosa de los otros, tú no puedes hacer nada. Son sentimientos o ideas producto del adoctrinamiento de años. Es como si tú quisieras imaginar a tus padres haciendo el amor de manera rabiosa. Difícil ¿no es así? Pues es lo mismo para ellos. Cada quien tiene derecho a su intimidad y a su privacidad. Tanto trabajo les cuesta a ellos como a nosotros el estar imaginando lo que hacen en su vida privada. Nadie esta obligado a dar detalles en relación a sus practicas sexuales, ni homosexuales ni heterosexuales, así de fácil.
g. No hacer una catástrofe del asunto. Es imposible que puedas saber a ciencia cierta la reacción de la gente cuando salgas del closet. Las reacciones de las personas son muy diversas, pueden ser buenas o malas, pero tú no puedes conocerlas previamente. La gente se sorprende muchas veces u otras veces el sorprendido puedes ser tú cuando te digan que siempre lo han sabido y que no les importa. También, puedes enfrentarte a que la gente se muestre enfadada o avergonzada, o incluso, orgullosa de que te decidas a hablar con la verdad. Muchos padres, familiares o amigos se sienten aliviados cuando ven que por fin te decides a hacerlos partícipes de algo que intuían.
h. Realizar una prueba. Es bueno, en ocasiones, hacer una prueba para salir del closet de manera que no resulte tan difícil o amenazante. Por ejemplo, salir del closet con alguno de tus amigos o amigas. Con un amigo es necesario compartir las cosas importantes de la vida, por lo tanto, vale la pena empezar por ahí. El amigo o la amiga pueden servir como apoyo para las subsiguientes salidas con otros. Haz una cita con él o con ella y dile que tienes que contarle algo esencial y a la vez complicado de tu vida o, -si te animas a hacerlo desde ese momento -, aclarar que tiene que ver con tu sexualidad y que deseas compartírselo. Tu amig@ se hará una idea de por donde vas. Observa su reacción. Si lo notas receptiv@ y te abre la puerta, continua. Si su reacción es nerviosa o evasiva, quizás es mejor que lo intentes con otra persona (o considera la posibilidad de cambiar de amigos).
i. Sugerir apoyo. En muchos lugares existen espacios de apoyo para padres o familiares de homosexuales. También existen libros como “papá, mamá, soy gay” de de Rinna Riesenfeld o La nueva homosexualidad de Marina Castañeda. Tú les puedes recomendar a tus familiares que lean estos libros, vean películas como “Plegarias para Bobby” (puedes ver el trailer en el siguiente enlace:
O recomendar que investiguen en internet en relación a como pueden manejar el tema. También pueden acudir con un terapeuta que les ayude a vivir el proceso y, hay que reconocerlo, el duelo a sus expectativas de ti como heterosexual. Hay muchas cosas que las personas tienen que cambiar en relación a lo que han deseado de un hijo y adaptarlas a la realidad con la que ahora se enfrentan y no es fácil, muchas veces será necesario que un profesional les brinde su apoyo para vivirlo de una manera más sencilla.
10. Felicítate
Aunque aquí podemos darte algunas recomendaciones en relación a cómo enfrentar la salida del closet, la verdad, es que este suceso siempre implica riesgos y son riesgos que tú debes correr por ti mismo. Lo que aquí te decimos está basado en la experiencia de otros que ya hemos pasado por ello y queremos hacerte un poco menos difícil la experiencia y también, que sepas que no estás sólo, que tienes a otros que somos como tú y que queremos darte nuestro apoyo para que puedas vivir sin culpa, sin vergüenza, sin tener que ocultarte. Si los que deberían de amarte te rechazan, te juzgan o se alejan de ti, aunque sea muy doloroso, date cuenta que siempre habremos personas que te aceptaremos y que estaremos junto a ti, valorándote por lo que tú eres y dispuestos a ayudarte a vivir una vida sin culpas, una vida plena, feliz y llena de libertad. Por lo tanto, si estás a punto de dar el paso o ya lo has hecho, felicítate por tu coraje y considérate afortunado por haber decidido ser tú de manera abierta, sin máscaras y sin ocultamientos.
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Nuevamente, valiente!!!, pienso que tod@s debemos ser concientes de que todos nos necesitamos, como ser humano, así, sin etiqueta de hombre, mujer, homosexual, gay, transgénero, travesti, SER HUMANO como tal, lo demás son roles y la esencia no tiene sexo!!! Todos venimos y vamos para el Amor…. Un abrazo Luis Fer, tienes mi apoyo, cariño y solidaridad.
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Gracias, Refugio por tu presencia en este blog, por tu participación, por tu apoyo, por tus palabras tan motivantes. Te mando besos.
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