El secreto está en aprender a soltar
Inicia el Otoño y, a lo primero que nos remite, es a la experiencia de soltar. Todo el tiempo estamos cargando cosas muy pesadas de toda especie: ideas, pensamientos, creencias, hábitos, costumbres, cosas materiales, miles de apegos sin los cuales sentimos que no podríamos estar bien.
Lo cierto es que todas esas piedras en nuestra mochila, contrario a la creencia de que nos hacen felices, nos pueden llegar a generar mucho malestar en nuestras vidas y hacernos más pesada la carga, más difícil el camino de la existencia.
El Otoño, es una buena época para reflexionar y decidir qué es l que ya no nos sirve y qué debemos soltar para caminar de una manera más ligera y placentera.
Soltar los “debo” y aprehender los “quiero”
Los “deberes” son unos de esos factores a los que nos apegamos con gran facilidad, tal vez porque así fue la educación desde la infancia. Ahora que eres adulto y libre de elegir, pregúntate con frecuencia si aquello que estás haciendo es porque debes o porque quieres. Si es por la creencia de que tienes que hacerlo, intenta soltar, date cuenta que la elección última, la libertad de hacer lo que tú elijas, es siempre tuya y atrévete desprenderte de esa idea para empezar a hacer, pensar o sentir aquello que realmente quieres, sin preocuparte tanto por tu imagen ante otros.
Soltar las creencias y los pensamientos distorsionados para construir una nueva forma de pensar más libre y real
Las llaves son reales y sirven para abrir, los candados son imaginarios y sirven para cerrar.
Si eres, como la mayoría, una persona que piensa todo el tiempo de manera fatalista y pesimista, analiza si eso te hace feliz o infeliz. Pensamientos y creencias distorsionadas como, por ejemplo:
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No soy capaz.
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Yo no puedo hacer eso.
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No me lo merezco.
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No puedo hacerlo.
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Soy incapaz.
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La vida es un caos.
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Nada vale la pena.
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No puedo de cambiar.

Éstas y muchas otras de ideas similares que todos tenemos, no permiten avanzar, al contrario, paralizan a quienes las tienen y les generan sentimientos de ansiedad, depresión, tristeza, impotencia, etc.
Intenta soltar las ideas limitantes como si fueran hojas secas de un árbol y deja que florezcan otras más sanas, a través de un nuevo lenguaje como:
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Soy capaz de luchar y trabajar por lo que quiero.
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Yo puedo hacer eso.
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Soy una persona digna y por tanto merezco.
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Soy capaz.
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La vida es un campo de retos y oportunidades.
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Mi existencia vale la pena de ser vivida.
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Yo puedo cambiar, crecer, mejorar, transformarme, convertirme en un ser digno, responsable y feliz.
Advertencia: No basta con que repitas estás ideas de manera mecánica, es necesario que las sientas reales en tu organismo, por eso, te recomiendo que, cuando las digas, busques dentro de tu experiencia momentos en que esto ha sido algo completamente real. Aunque la mente te diga que no es verdad, tú sabrás, desde tu propia experiencia, que no estás mintiendo.
Si quieres potencialisar aún más esto, intenta afirmar estas u otras ideas similares, no para ti mismo, sino ante otra persona. Verás como el efecto y el resultado es aún mucho mejor.
Soltar a las personas que no te hacen feliz
No importan las razones por las que uno se haya marchado de una relación, aunque la persona esté convencida de que hizo lo correcto, no puede dejar de sentirse desdichada.
Sí tú estás en esta situación, sin importar que te sientas culpable o con miedo, intenta hacer una evaluación de qué tan sano o insano es mantener una relación que te genera dolor, insatisfacción y malestar.
Si llegas a la conclusión de que esa persona en particular no te aporta nada sano, bueno, productivo, si no te sientes a gusto ni en paz con ella, si no te genera la posibilidad de un desarrollo sino que, por el contrario, estás convencido de que es un freno para tu crecimiento, sería conveniente plantearte la posibilidad de terminar con dicha relación o relaciones para encontrar personas que ofrezcan intimidad y auténtico compromiso.
Con el amor no basta, es importante evaluar si estamos siendo una buena influencia para las que estamos con las que nos relacionamos o si los otros lo están siendo para nosotros. Si no es así y estamos sacando lo peor de uno mismo, lo más sano y maduro es dejar ir a esa o a esas personas que nos están dañando.
Las relaciones nos permiten crecer a través del contacto, la intimidad, el compromiso, el apoyo y por supuesto a través del amor. Pero si en vez de eso percibes que te estancas y a demás te sientes devaluado o lastimado, tienes todo el derecho de darte la vuelta y buscar gente que realmente te aporte elementos para crecer y desarrollarte como persona.
Soltar el miedo en lo profesional
Aprender a soltar también puede ser muy útil en el campo profesional o laboral.
Todo el tiempo, y más en la época actual, es común escuchar que la gente expresa cosas como:
“No puedes rechazar ese trabajo, con lo difícil que están las cosas, deberías de estar agradecido”.
En estas palabras hay algo de verdad, pero también, pueden resultar peligrosas.
Si una persona, por la presión de otros decide no soltar ese trabajo o profesión que le genera tanta insatisfacción, puede llegar a sentirse muy infeliz. al grado de tener problemas de todo tipo: físico, emocional, mental y que se pueden ir agravando con el tiempo. Por eso, tal vez no es muy buena idea escuchar a aquellos que insisten en que hay que resistir, aunque no seas feliz,tan sólo por que «es conveniente» aunque eso signifique pasar por encima de uno mismo en pro de la estabilidad o la aparente seguridad, que a la larga, puede convertirse justo en lo contrario, pues nuestro organismo, tarde o temprano, nos pasa la factura cuando no somos congruentes y vamos en el sentido adecuado para nuestro bienestar y desarrollo.
Por cierto, no es que los otros lo digan por hacerte un daño, puede que te lo digan con buena intención, pero la verdad, no son ellos, sino tú, quien está padeciendo el entregar algo tan valioso como tu tiempo y tus capacidades a una labor que no te llena, ni te permite desarrollarte y ser feliz.
Soltar cosas materiales
Hay personas con el hábito de acumular cosas materiales con la justificación de que todo tiene un significado especial y que, por lo tanto, no se pueden desprender de ellos porque sería como desprenderse de aquello que les significa: personas, épocas, lugares, etc. Pero, si no abres espacio, ¿cómo van a llegar las cosas nuevas?
Una práctica muy útil para aprender a soltar y abrir el espacio a lo nuevo es hacer limpieza en casa, no importa si se trata del armario, la despensa o el cuarto de los trebejos.
Desechar aquella ropa que hace tiempo que no usas; el suéter o la blusa que te regaló tu novio de la prepa; los trastes despostillados, los cuchillos sin filo; las cobijas viejas; los apuntes de la secundaria; los papeles acumulados por años en los cajones; los adornos que arrinconaste porque no les encontraste nunca «su lugar».
En fin, deshacerte de todo aquello que en realidad no te gusta, no te interesa, que ha dejado de resultar útil de ninguna manera, por mucho que te de pena o tristeza.
Para hacer este tipo de «limpieza», puedes realizar un ritual, al estar vaciando tus cajones, agradeciendo a cada cosa que metes en la caja, por todo lo que recibiste de ellos y deseándoles que ahora hagan felices a otras personas que las necesiten más que tú. Pídeles que te permitan ocupar su espacio con cosas que te sean más necesarias en este momento de tu vida y déjalas ir con una lágrima, con una sonrisa y con el corazón sereno.
Abrir espacios materiales como los mencionados – en el closet o en la alacena – es un trabajo simbólico que te brinda una oportunidad para aprender a abrir espacios en tu mente y el corazón, deshaciéndote de todo aquello que te limita y te hace daño, para abrir espacio a lo nuevo, a todo aquello que puede llegar a hacerte feliz y satisfecho.
Soltar el resentimiento y otros sentimientos 
Otro elemento importante ante el desapego, son las emociones y los sentimientos.
Si te aferras a sentimientos como el miedo, enojo, frustración, impotencia o resentimiento ante los eventos del pasado y no eres capaz de perdonar, al final, el más afectado serás tú.
Si aprendes también a soltar esas emociones te estarás dando la oportunidad de ser libre, de renacer y crecer sin la carga del pasado y volverás a sentir reconciliado con la vida y no ya tan enojado.
Date la oportunidad de experimentar por ti mismo. Te sorprenderás de todo lo que puedes llegar a ver y a comprender de una manera distinta.
Así como, al respirar, tenemos que soltar el aire que hemos inhalado, para abrir espacio a un nuevo ciclo de respiración, de la misma manera tenemos que aprender a desapegarnos de las cosas materiales, mentales, emocionales e incluso espirituales.
Si contuviéramos el aire, por miedo a no volver a respirar, entonces, lo único que lograríamos, sería morir envenenados.
Soltar las grandes expectativas
Otra de las grandes trabas que la mente es la de generar expectativas.
Cuando estamos esperando que una persona, cosa, situación o circunstancia sea como nosotros queremos, corremos el riesgo de estar viviendo en un constante estado de frustración y desilusión.
Es mejor aprender a soltar las grandes expectativas y volverlas realistas.
Si nuestras expectativas se moderan, es más fácil que logremos alcanzarlas y sentirnos satisfechos y más confiados para ir por la siguiente meta hasta lograr el objetivo final que queremos alcanzar, pero como un proceso de varios pasos y no sólo de uno.
Si aprendes a ver la vida como un proceso, yendo paso a paso, aprendiendo y
disfrutando de cada etapa, estarás actuando de manera inteligente y te estarás ahorrando mucho dolor y sentimientos de impotencia o frustración.
Finalmente, permíteme recomendarte este excelente video que nos ayuda a comprender, como el desapego es un elemento natural de nuestra existencia. Espero tus comentarios acerca e todo lo que hemos hablado en este espacio el día de hoy.