
Golpes y Caídas, unas tras otras se van presentando a lo largo de nuestras vidas. Siempre hay algo o alguien que nos hace enojar, sufrir, batallar, siempre hay algún evento que nos duele.
Para algunos, el sufrimiento y el dolor es algo que les pega tan fuerte, que no son capaces de recuperarse a pesar de que haya pasado mucho tiempo de lo ocurrido.

También es común, que cuando no se puede superar algún trauma o dolor del pasado, las personas busquen refugio en las adicciones como las drogas, el alcohol o cualquier otra como la comida, el internet o la ludopatía o en desórdenes como la bulimia y la anorexia, el consumismo compulsivo, el perfeccionismo, las obsesiones o algún fanatismo extremo.
Esos son algunos de los escapes que encuentra la gente para tratar de evitar el profundo dolor y la extrema angustia que suele generar la existencia.

Cuando el dolor y la angustia llegan, cuando la tristeza nos apabulla y la vida se transforma en una pesadilla porque no hemos podido liberarnos del sufrimiento vivido en el pasado, es el momento para crecer y mejorar aprendiendo a enfrentar los desafíos para superar el sufrimiento del pasado y poder disfrutar los regalos que la vida nos ofrece a diario.
Es aquí cuando se aplica la famosa frase del filósofo alemán Friedrich Nietzsche (1844 – 1900), hablando del hombre superior: «Lo que no le mata le hace más fuerte», popularmente conocida como «lo que no te mata te fortalece».
La frase pertenece al capítulo que se titula “Por qué soy tan sabio», del libro Ecce Homo (http://www.nietzscheana.com.ar/de_ecce_homo.htm).
En él, Nietzsche habla de que un ser enfermizo no puede sanar mientras que para un ser típicamente sano el estar enfermo puede constituir incluso un enérgico estimulante para vivir, para más vivir.

Se refiere luego a una etapa oscura de su vida:
Así es como de hecho se me presenta ahora aquel largo período de enfermedad:
por así decirlo, descubrí de nuevo la vida, y a mí mismo incluido, saboreé todas las cosas buenas e incluso las cosas pequeñas como no es fácil que otros puedan saborearlas, – convertí mi voluntad de salud, de vida, en mi filosofía.
Pues préstese atención a esto:
los años de mi vitalidad más baja fueron los años en que dejé de ser pesimista:
el instinto de autorestablecimiento me prohibió una filosofía de la pobreza y del desaliento…
¿Y en qué se reconoce en el fondo la buena constitución? En que un hombre bien constituido beneficia a nuestros sentidos, en que está tallado de una madera que es, a la vez, dura, suave y olorosa.
A él le gusta sólo lo que le es saludable; su agrado, su placer cesan cuando se ha rebasado la medida de lo saludable.
Adivina remedios curativos contra los daños, saca ventaja de sus contrariedades; lo que no le mata le hace más fuerte».

La vida, por sí misma, no tiene ningún sentido, el sentido se lo debemos dar nosotros mismos.
Está en nosotros encontrar algo digno y valioso por lo que vivir.
Esto, seguramente, no será algo fácil de alcanzar, todo lo contrario, cada uno de nosotros debe buscar algo que eleve su espíritu y le llene el alma.
¿Qué puede darle sentido a nuestra existencia?
El sentido de nuestra vida lo podemos encontrar en las cosas más simples como un leer un libro, disfrutar de una comida, del arte, como la pintura o la música, del deporte.


O en cosas más complejas como el servicio a otros o del amor, que es el tesoro más buscado, ese peligroso arte que puede llevarnos a la máxima felicidad o a la peor de las angustias.

El dolor y la incertidumbre, son parte de la existencia humana
Siempre hay algo que nos recuerde nuestra vulnerabilidad como seres humanos como las enfermedades, los desamores, las traiciones, los trabajos extenuantes y rutinarios, los dolores del alma y del cuerpo.
No podemos evitar que aparezcan, en algún momento de nuestras vidas, eventos o circunstancias que nos hagan frustrarnos o sufrir, eso es inevitable o no nos sirve de nada resistirnos a aceptarlo.
Sin embargo, por todos los golpes que nos amedrentan el espíritu, si uno resiste, lucha y busca, si persiste tenaz y valeroso, en algún momento encuentra pequeñas caricias, bálsamos, oasis que hacen que vivir no sea en vano, sino todo lo contrario.

Como dijo el Polaco Goyeneche, para gozar, primero hay que saber sufrir, aunque la proporción suela ser muy dispareja.
Ése, también, es uno de los principios de la terapia Gestalt, aprender a vivir de una manera plena, tanto el dolor como el placer, e acuerdo a lo que la experiencia del momento presente nos ponga en frente.
Lo importante, y a su vez muy complicado, es tener la suficiente entereza para mantener el equilibrio, aguantar las tempestades, transformar el dolor y la angustia en crecimiento, y gozar cuando la vida nos lo permite.

Así, vivir sí tendrá sentido y podrás transformarte de víctima a persona resiliente, es decir, aquella persona que no sólo es capaz de trascender el dolor y recuperarse de las crisis, sino capaz de crecer y transformarse a partir de éstas.
Lo que será imprescindible, para esto, es tener la capacidad de encontrar un sentido positivo a todas las situaciones que se presenten en la vida, sin juzgarlas, sin evadirlas, no importa si se trata de experiencias agradables o dolorosas, verlas, simplemente, como nuestra oportunidad para trascender y convertirnos en mejores seres humanos.

gran gran aporte, muchas gracias me sirvio muchisimo
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Qué bueno que te sea útil, Erick. Me da mucho gusto que me lo digas.
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Muy bien Fer, gracias por compartir este invaluable articulo, como siempre tus reflexiones y palabras dan tranquilidad a este desorientado y vulnerable amigo tuyo. Un abrazo. Y nos vemos pronto pa seguirle…
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Gracias!!!
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Al contrario, gracias a ti por visitar el blog y leer los artículos. Saludos.
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