COMPARTE TU LEGADO
¿Quién soy?
Soy las manos de mi abuelo
Las lágrimas de mi madre
La fuerza de mi padre
Las bromas de mis hermanos.
Soy el amor de quien me ha amado,
y la disciplina de mis maestros.
La inspiración de muchos para seguir adelante
y la gente que aplaudió mis éxitos.
Soy los consejos de cien hombres.
No soy solo yo.
Soy la suma de todos.
El orgulloso resultado del trabajo de otros.
Aquellos que han tocado mi vida, de tantas maneras.
Llegó el momento.
Es el tiempo de dar.
¿Reconoces este texto? ¿qué te parece? ¿no es hermoso? al final, todos somos maestros de todos y tenemos un poco de cada quien.
Cada relación y cada contacto con alguien nos deja algo, nos alimenta, nos enseña, nos transforma, nos construye.
No hay nada más triste que, después de estar en contacto con alguien, al marcharte, te vayas igual que al llegar. Como si ese encuentro no te hubiera afectado en nada.
En cambio, es maravilloso cuando podemos reconocer que el contacto con alguien o con algo, como un lugar, un cuadro, una melodía, un atardecer, nos sentimos tocados, cuando nos permitimos afectar por dicho encuentro. Es cuando sentimos que la vida realmente vale la pena.
Lo mismo ocurre cuando alguien se va diferente después de haber estado en contacto con nosotros, pues nos hace sentir que ese encuentro también fue valioso para él o para ella, que fue significativo y que se pudo nutrir con nuestra presencia, nuestras palabras, nuestras miradas, nuestro contacto… y lo agradecemos enormemente.
No importa cuánto dure el contacto. Puede ser que veas a una persona unos cuantos días, minutos o segundos en tu vida y, sin embargo, en ese breve momento, algo pase que esa persona te deja algo tan significativo que se vuelva eterno y lo recuerdes toda tu vida.
Eso me ayudó a verlo una profesor de Física en la secundaria. Él nos dijo en una clase que, muchas veces, los maestros, más allá de la asignatura que enseñaban, a veces, decían una palabra, hacían un comentario o tenían una actitud con el alumno, afectaría su vida y podría incluso transformarla. Y, lo más probable es que el maestro nunca se enteraría de eso.
Mi maestro nos decía que, por ello, se tenía que ser muy responsable al estar delante de un grupo, en la forma de hablar, de expresar, de actuar, pues nunca sabrías qué tanto podías estar afectando a tu grupo o, por lo menos, a alguno de tus alumnos.
Cuanta razón tenía mi profesor. Al estarnos diciendo todo eso, en ese mismo momento estaba ocurriendo lo que él decía, pues yo me estaba transformando, estaba tomando consciencia de aquello tan importante que él nos estaba compartiendo y sería algo que yo trataría de recordar y de aplicar toda mi vida en mi profesión como maestro y como terapeuta.
Y no sólo me pasó con ese profesor, me ha pasado muchas veces en mi vida y con muchos profesores… tal vez no recuerde todo lo que me enseñaron de Física, Contabilidad o Biología, pero lo que me compartieron de sus vida y lo que me dijeron para hacer la mía más productiva, feliz o significativa, se los agradezco hoy y se los seguiré agradeciendo toda la vida.
GRACIAS DE TODO CORAZÓN A TODOS LOS QUE, VOLUNTARIA O INVOLUNTARIAMENTE, HAN SIDO MIS MAESTROS.
Y por último, si no recordaste de donde tomé las palabras del principio, aquí te lo muestro. Felicidades al creativo que lo hizo, pues me encantó todo lo que expresa. Y sí, incluso un comercial de la televisión, puede ser, en algún momento como éste, un maestro y dejarnos una enseñanza.
¿Quienes han sido mis maestros?
Mis padres, mis hermanos, mis tías y mis tíos… toda mi familia.
Los profesores de la escuela, desde la pre primaria hasta los estudios de posgrado.
Mi pareja.
Mis relaciones pasadas.
Todos mis amigos.
Todos mis enemigos.
Toda la gente que he conocido y con quien he tenido algún contacto significativo.
Los niños y los adolescentes.
Los mayores.
Pero, mis mayores maestros han sido:
MIS ALUMNOS Y MIS PACIENTES.
soy psiquiatra y es exelente y realmente cirrto lo que escribes, gracias a mis maestraos y mis pacientes es que ahora a mis 52 años puedo realmente decir que soy feliz y no porque siempre este riendo, no, solo que ahora se que tengo que llorar mis duelos, enojarme sin lastimar, tolerar y respetar al otro no importa sin importar si estoy de acuerdo, dejar ir o irme cuando es necesario etc y sigo aprendiendo afortunadamente para mi.
Me gustaMe gusta
Alma Rosa, muchas gracias por tu comentario. Creo que, de alguna forma, las experiencias de vida nos van llevando a entender esto de las emociones – aunque, algunos ni aun de ancianos lo llegan a aceptar -. Qué bueno que, en nuestro caso, lo hemos descubierto muy a tiempo y lo tratamos de transmitir a otros… El aprender a vivir cualquier emoción, SIN JUICIOS NI DESCALIFICACIONES.
Por otro lado, tengo una sospecha : o ) ¿No eres acaso la amiga de Esmeralda? Como que me suenas…
Por si sí o por si no, te mando un beso y, de nuevo, gracias por tus palabras.
Me gustaMe gusta
Este bello Email a todos los que de una u otra forma ayudaron y compartieron conmigo sus grandes conocimientos .
Me gustaMe gusta
Debemos dar con amor lo que aprendimos,como testimonio para ayudarnos a crecer,gracias a terapia humanista Gestalt.
Me gustaMe gusta
Siempre debemos agradecer lo que muchas veces hemos recibido y seguimos recibiendo en nuestra vida,que nos ayudo a crecer.gracias por compartir.
Me gustaMe gusta
Muchas gracias también a ti, Carmen, por tus amables comentarios en este blog. Qué bello que seas una persona que sabe agradecer a aquellos que te han dado algo valioso para tu vida.
Me gustaMe gusta