A mi madre:
Hoy te recuerdo a través de los diferentes cristales en el tiempo. El primero, el del portarretratos donde apareces como una joven de 17 años. Recuerdo como hubo un tiempo en que pensaba que no podía existir nadie más bonita que tú.
Tu rostro de adolescente, tu piel blanca, tus ojos con esa expresión transparente de inocencia. Tu cabello castaño, quebradizo; tus labios rojos, dibujando una línea delgada sobre tu frágil barbilla y detrás de todo esto, una actitud digna y un aire de tristeza.