Sería evidente pensar que, para amarnos, debemos aceptarnos incondicionalmente, sin embargo, eso pocas veces sucede, ya que, la mayoría de las veces, somos, nosotros mismos, nuestros más severos jueces y críticos. No aceptarnos, es la principal fuente de sufrimiento. La aceptación personal no es sólo un concepto, es una práctica que se desarrolla con disciplina y a través del tiempo.
