
La autoestima alta consiste en actuar y ocupar el lugar que le corresponde a una persona entre los demás. La baja autoestima, por otro lado, ocurre cuando la persona se infravalora, demuestra poca seguridad en sí misma; no actúa por miedo, teme derrumbarse ante los fracasos y se siente mal o culpable de renunciar a cosas, proyectos, sueños, etc.
Hay que tomar en cuenta que no necesariamente significa lo mismo tener una alta autoestima que una buena autoestima y para poder distinguir la diferencia entre una y otra, hay que aprender a identificar las diferentes dimensiones de la autoestima.
Dimensiones de una buena autoestima
El autor Christophe André, en su libro Prácticas de Autoestima, identifica, dentro de la autoestima, seis dimensiones que nos ayudan a identificar cuándo estamos poniendo el foco en construir una alta autoestima, más allá de los costos que esto implica y cuando, por el contrario, estamos trabajando por crear una buena autoestima. Las dimensiones que explica el autor de la autoestima son las siguientes.
- Altura
- Estabilidad
- Armonía
- Autonomía
- Costo
- Dimensión
Antes de entrar en materia y describir las dimensiones anteriores, recordemos las características de una buena autoestima:
- La capacidad de expresarnos bien de nosotros mismos.
- Tener una actitud emprendedora y perseverante.
- Renunciar, cuando no es posible alcanzar o lograr algo, sin sentirse humillado y sin la necesidad de justificare.
- Tener expectativas y ambiciones.
- Lograr un equilibrio entre lo que quiero y pudo alcanzar de acuerdo a las capacidades personales. Es decir, no exigirse de más ni de menos.
Veamos ahora en qué consiste cada una de estas dimensiones de la autoestima que debemos considerar para lograr una buena o sana autoestima.

Altura
Una buena autoestima es moderada, nos permite alcanzar todo lo anterior sin perder la serenidad ni la calma. En cambio, cuando lo que persigue la persona es tener una alta autoestima, corre el riesgo de sacrificar esta moderación y esta calma y querer tener una alta autoestima a cualquier precio: la insatisfacción, la ansiedad, los problemas interpersonales.
Esto significa que se puede volver una persona autoexigente, sobreresponsabilizada, que pone por encima el reconocimiento del ambiente a la autovaloración y, muy seguramente, intenta a toda costa cumplir más las expectativas que se tienen de ella en el exterior que los intereses propios. Podemos pensar en una persona que valora más la imagen externa, más el deber ser, que el Ser él mismo.
Si nos enfocamos en construir una autoestima sana, no podemos olvidar que se trata de algo cualitativo y no sólo cuantitativo. Si queremos tener una autoestima alta pero de calidad, no podemos dejar pasar por alto que la buena autoestima no sacrifica nuestra tranquilidad y bienestar tan sólo por cuidar una imagen social.

Estabilidad
Cuando trabajamos en una autoestima sana es básico trabajar en nuestra estabilidad emocional. Una persona que tiene buena autoestima, no se perturba fácilmente y, ante los reveses negativos: conflictos, problemas, dificultades, contratiempos, no se desanima fácilmente e intenta conservar la calma. Lo mismo ante las situaciones positivas y de éxito no sobredimensiona las situaciones al grado de sacrificar la estabilidad emocional.
Cuando la estabilidad se pone en el exterior, busca casi en todo momento, la aprobación y está muy pendiente de la crítica. Si se quiere alcanzar una consistencia en el comportamiento, se tiene que actuar de manera independiente al ambiente. No darle más peso a la aceptación y a la crítica de los demás que al propio juicio y valoración pues el peligro de esto sería la inestabilidad emocional.
Armonía
Cuando se habla de armonía en la autoestima se debe tomar en cuenta la diversidad de interés personales. Si una persona tiene

elementos limitados, será más vulnerable ante las dificultades pues toda su energía estará centrada en uno o dos aspectos de su vida.
Por el contrario, una persona logra más armonía en su vida si construye intereses múltiples como por ejemplo:
- El atractivo físico.
- La conformidad (busca ser como los demás y no mejor que los demás)
- Aceptación de otros, no pretender ser apreciado por todo mundo.
- Popularidad: tener reconocimiento social por sus fortalezas y aptitudes.
- Éxito y estatus: sobresalir en ciertos ámbitos.
- Fuerza y habilidades físicas.
- Otras
En la medida en que haya más diversidad de aspectos donde “colocamos” la autoestima, estaremos más tranquilos y será más difícil perder la armonía pues, en la medida en que en alguna área se estén enfrentando dificultades o conflictos, la persona pude apoyarse en otra de sus áreas y lograr “reparaciones cruzadas”. Esto no significa que desaparezca el dolor, por ejemplo, si se fracasa en una relación amorosa, se puede compensar o equilibrar el evento vulnerable haciendo uso de otros aspectos que estén en ese momento más equilibrados en nuestra vida como la salud, la aceptación y el aprecio de los demás, la estabilidad económica o laboral, etc.

El tipo de personalidad que se mencionó antes, que sólo coloca su autoestima en pocas áreas de la vida, corre el gran riesgo de que si esas áreas llegan a estar en conflicto, se sentirá más vulnerable y su autoestima más lastimada. Es por ello que resulta más conveniente tener muchas áreas en qué sostener el valor personal que en sólo unas cuantas si se quiere tener más protegida la armonía.
El costo y el beneficio
Querer tener una “alta” autoestima a cualquier precio obliga, muchas veces, a negar la realidad, a evadir situaciones, a llegar a la

agresividad para defender la autoestima, en pocas palabras, a vivir bajo un grado alto de estrés y a sacrificar la calidad de vida.
Una autoestima “económica” y, por tanto saludable, es aquella que construye una persona que no está dispuesta a perder el control, por ejemplo, ante las críticas o ante la negación de los demás ante sus peticiones, sino que, por el contrario, es capaz de aprender de la crítica, de los problemas y de las pérdidas.
Es así mismo, una persona que tiene la capacidad y a madurez de aceptar la realidad, las pérdidas que se presentan a lo largo de la vida, los fracasos y las frustraciones.
Una persona que intenta construir una autoestima en base a la imagen y el reconocimiento social, o negando la realidad y queriendo conseguir siempre éxitos sin aceptar el fracaso ni las pérdidas, lo más probable es que termine pagando muy altos costos a cambio de beneficios muy pobres y limitados así como mucha vulnerabilidad, pues la estructura en la que intenta construir su vida será, en realidad, muy vulnerable.

Dimensión
Una persona que sobredimensiona el valor de la autoestima es un narcisista, es decir, alguien que está centrado en sí mismo, en su valía personal, en la aceptación de los otros y en la imagen que proyecta. Toda su necesidad y sus esfuerzos están centrados en promover la propia persona y en defenderse todo el tiempo.
Una autoestima no sobre dimensionada es aquella que se mantiene en un lugar legítimo, que no cae en los excesos y busca un equilibrio para no llegar a ser abrumadora.
Cuando se logra construir una autoestima con una dimensión equilibrada, si se llegan a sufrir heridas en el amor propio, no se permite que estas contaminen los pensamientos, las emociones ni las actividades de la persona. Se viven y se asimilan los fracasos y las penas sin hacer una tragedia de ellas ni verlas como el fin del mundo. También, la justa dimensión de la autoestima nos hace ser conscientes de que la aceptación de los demás es necesaria, pero lo que no es indispensable que se nos sobrevaloren o nos encumbren en un pedestal.
Si se quiere lograr un equilibrio en la dimensión del sentimiento de autoestima hay que evitar estar fijados en la necesidad de reconocimiento en cualquier aspecto de nuestra personalidad:
- Inteligencia.
- Atractivo físico.
- Generosidad y altruismo.
- Amabilidad y simpatía.
- Estatus.
- Poder, etc.
La autoestima adecuadamente dimensionada no coloca el reconocimiento primordialmente en los valores externos,
En conclusión, si una persona está interesada en trabajar y fortalecer su autoestima, debe estar consciente y ser cuidadosa de todas estas dimensiones, enfocando bien sus objetivos y sus propósitos, pues, como hemos visto, no es necesariamente lo mismo querer tener una alta autoestima que una autoestima sana, estable, armónica, equilibrada, con la dimensión justa y que nos aporte más beneficios que costos. Sólo así lograremos fortalecer una autoestima que nos brinde bienestar y equilibrio tanto en lo individual como en nuestras relaciones.
FUENTE BIBLIOGRÁFICA
Prácticas de autoestima. André, Christophe (2008) Kairos.
Luis Fernando: te amo igual que siempre.Te mando un beso enorme.
Tere Fernandez
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Recibo tu «buen amor» con una sonrisa y con mucho cariño y también, por supuesto, el beso enorme. Cuídate mucho.
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Gracias por lo recibido !!
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Con mucho cariño.
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