preocupación o solución

¿Qué es la preocupación y como funciona?

No debemos pretender que las preocupaciones desaparezcan, pero si podemos decidir qué queremos hacer con ellas. Definirlas de manera más concreta y dar paso a acciones más concretas. Debemos aprender a reconocer, por ejemplo: las generalizaciones y los filtros mentales, donde metemos todo en la misma categoría o sólo vemos lo negativo.
Podemos marcar un límite, siendo conscientes de cuando aparezcan pensamientos sobre el futuro, para no estarlos alimentando.
Reconocer que una cosa es el pensamiento y otra la persona que lo experimenta. Ésta puede
observar sus pensamientos y decidir como actuar en relación a aquello que surge en su mente. No estamos condenados a hacer caso a todos nuestros pensamientos, podemos elegir aquellos que más nos beneficien.
En este artículo veremos, ademas, cuáles son las características de las personas que se preocupan demasiado, las consecuencias de esto y las formas de evitarlo. También encontrarás el enlace del programa Diálogos en Confianza donde hablo, junto con otros especialistas, sobre el tema de al preocupación.

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¿Es inevitable el dolor y las dificultades de la vida?

¿Por qué a mí? ¿Por qué me tiene que pasar esto? ¿Cómo me pudo suceder algo así? ¡Yo no me lo merecía! Si soy bueno y no le hago daño a nadie, ¿por qué se me castiga de este modo? ¿Hasta cuando lo voy a tener que seguir tolerando? ¡Yo ya no aguanto más! ¡No es justo! ¡Qué injusta es la vida!

Todo el tiempo escucho estas frases no sólo en consulta, si no en la vida cotidiana. A las personas no nos gusta sufrir y, muchas de ellas piensan que, siendo buenas, obedeciendo las normas, portándose bien y no haciéndo mal a nadie, podrán evitar que la vida les mande dificultades o sufrimientos, pero sucede que no es así, tarde o temprano a todos les llega el dolor y esas personas se lamentan de estar viviendo algo que sencillamente, no merecían que les pasara. Tenemos que partir entonces de una premisa: el dolor y las adversidades son parte de la vida y, como tal, son inevitables y, tarde o temprano, todos los seres vivos del planeta debemos enfrentarnos a ello.

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Demasiado difícil para lograrlo

La forma más sencilla de evitar algo que se interpone en nuestro camino para alcanzar un reto, es eliminarlo. Si se trata de palabras limitativas (y poco reales) como “demasiado, muy o mucho”, entonces, hay que eliminarla de nuestro vocabulario cotidiano.

En realidad, no hay nada que sea realmente “demasiado algo”. Es más útil asumir la responsabilidad y elegir si queremos o no hacer las cosas. Por ejemplo, si me escucho decir: “estoy demasiado viejo para empezar a hacer ejercicio” puedo intentar cambiar la frase para decir: “tengo 50 años y elijo no hacer ejercicio” o bien “tengo 70 años y elijo empezar a hacer ejercicio de manera adecuada para mi edad”.

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