Miedo a equivocarse por temor al rechazo

odos cargamos con los introyectos que nuestros padres, profesores y demás instituciones de la sociedad que nos heredaron desde muy temprana edad. Pero nos corresponde a nosotros, como adultos, detenernos a identificarlos, analizarlos, reflexionar sobre ellos y decidir si queremos seguir obedeciendo esas ordenes, actualizarlas, modificarlas o, definitivamente desecharlas de nuestro comportamiento de acuerdo a lo que es mejor para nosotros en nuestra vida actual. Eso es lo que en Gestalt se considera parte de la responsabilización de una persona adulta, madura y sana.

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Creencias lógicas y creencias perturbadoras

Para poder determinar si una creencia es conveniente o no es necesario determinar los costos y los beneficios de ser una persona perfeccionista.

Es probable que la educación que los padres muy exigentes quieren dar a sus hijos, tengan la «buena intención» de hacer que éstos se esfuercen al máximo para alcanzar sus metas y lograr que superen sus limitaciones.

Sin embargo, no son conscientes de que los costos de esa exigencia son muy altos: sentimientos dolorosos por sentirse incapaces o insuficientes, frustración, inseguridad, ansiedad, angustia, desconfianza permanente de sus capacidades y que todo esto, a la larga, afecte gravemente su auto concepto.

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El costo – beneficio de las creencias perturbadoras

Aunque hay creencias perturbadoras que se adquieren en la vida adulta a través de situaciones traumáticas como una violación o un secuestro, también es muy posible que éstas se desarrollen desde la infancia. Por ejemplo, cuando unos padres le exigen a un que tenga un rendimiento sobresaliente en la escuela o en cualquier otra área, y no toleran ningún resultado «mediocre», el chico aprenderá a vivir con ansiedad por el miedo de no cubrir las expectativas de sus padres y desarrollará una creencia perturbadora de perfeccionamiento sin poder reconocer que, lo que le pedían sus padres, era algo prácticamente imposible, y seguirá luchando, en la vida adulta, por satisfacerlos. Este individuo crecerá temeroso del juicio y de la crítica, ya no sólo de sus padres sino de cualquier otra persona por quien se sienta juzgado o calificado negativamente sufriendo de miedo y ansiedad permanentes generados por su experiencia de vivirse constantemente rechazado.

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