Día del auto amor, del amor propio, del amor por ti.

Aunque el día del amor sea motivo de muchas críticas por parte de personas que no ven en esta fecha más que una cínica estrategia de mercadotecnia para hacernos comprar, haciendo del amor un bien de consumo o algo meramente comercial, también podemos dejar esos prejuicios de lado y aprovechar la oportunidad para hacernos conscientes de lo que olvidamos con demasiada facilidad: amarnos a nosotros mismos y reconocérnoslo y también expresar el cariño que sentimos a los demás porque, por mas que algunos dicen: «¿para qué quieres que te lo diga si ya lo sabes?», la realidad es que no basta con saberlo HAY QUE DECIRLO, y también deberíamos DECÍRNOSLO A NOSOTROS MISMOS con más frecuencia.

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Las relaciones sanas

si no nos conocemos realmente y no nos aceptamos incondicionalmente, no podremos generar una relación sana, pues proyectaremos en el otro, todo aquello que rechazamos en nosotros mismos, generando conflictos en los cuales no podemos aceptar nuestra responsabilidad. El primer paso que tenemos que dar si queremos tener una relación sana y madura, es conocernos y aceptarnos de manera honesta. De esta manera será mucho más sencillo aceptar al otro como es, sin exigirle que se acople a nuestras necesidades, para cubrir nuestras propias carencias.

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El fracaso es la semilla del éxito y el éxito, la semilla del fracaso.

El éxito y el fracaso son en realidad, dos caras de una misma moneda en un proceso dinámico e infinito. Son lo mismo y no pueden existir el uno sin el otro pues actúan en un constante proceso dinámico donde SIEMPRE uno viene seguido del otro. Por lo tanto, si te niegas a aceptar el fracaso, despídete también del éxito. Si te interesa realmente el éxito, acepta entonces la necesidad de fracasar sabiendo que en cada fracaso está la posibilidad o el germen del éxito.

Mientras más relajados estemos y más aceptemos las muchas posibilidades de equivocarnos que tenemos – por nuestra causa o, muchas veces, por causas externas -, paradójicamente, más existirá la posibilidad que, con esta actitud, nos equivoquemos menos. Pero cuando a la persona la domina el miedo a equivocarse, a fallar o a fracasar porque piensa que eso le atraerá el rechazo, el juicio, la burla o la decepción de otros, más estresado actuará y más posibilidades tendrá de equivocarse más rápido y de forma más dramática o dolorosa lastimando, además, su amor propio o valía personal.
En este artículo leerás también, algunos buenos consejos de cómo enfrentarte al fracaso para obtener de él, buenas semillas para le éxito en tus proyectos y en tu vida. Después de todo, no deseamos tanto el triunfo como ser felices.

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