Este artículo propone una mirada profundamente humana al Frankenstein de Guillermo del Toro: más que una historia de monstruos, es un retrato psicológico del creador, de su criatura y de la mujer que intenta tender puentes entre ambos, en medio de una sociedad que margina todo lo que no comprende. A través del abandono paterno, el trauma infantil, la necesidad desesperada de amor y la culpa que atraviesa generaciones, el texto explora cómo la película convierte el horror gótico en una reflexión íntima sobre la responsabilidad, la empatía y la capacidad de perdonar aquello que nos hizo daño.
