«La fortaleza psíquica y mental y emocional consiste en algo más que cultivar un par de pensamientos positivos o de concentrarse en los propios puntos fuertes. Tampoco es un factor de personalidad exclusivo de individuos especialmente optimistas.
Esa capacidad de resistencia psíquica surgir, más bien, de la interacción entre nuestro entorno, nuestras experiencias previas y la manera en la manera en la que asimilemos las crisis y las situaciones adversas o molestas.
El concepto de resiliencia explica cómo funciona esa interacción en caso ideal y cuáles son los factores y procesos que resultan significativos para ello».
Ulrich Siegrist/ Martin Luitjens
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La resiliencia es la capacidad que tiene una persona o un grupo de recuperarse frente a la adversidad para seguir proyectando el futuro.
«Las personas fuertes crean sus acontecimientos; las débiles sufren lo que les impone el destino.»
Alfred Victor de Vigny
En ocasiones, las circunstancias difíciles, crisis, pérdidas, problemas cotidianos o los traumas permiten desarrollar recursos que se encontraban latentes y que el individuo desconocía hasta el momento.
¿Qué desencadena una crisis?
Acontecimientos repentinos ydrásticos:
Profesionales: el despido; las criticas, juicios, descalificaciones, cuestionamientos sobre la capacidad, la pérdida repentina de un proyecto o un cliente importante, la pérdida del capital, la quiebra.
Privados: Enfermedad grave o repentina; un accidente grave; la pérdida de un ser querido; experiencias violentas; engaño o rompimiento con la pareja; conflictos familiares por herencias; descubrir un secreto doloroso: ser adoptado, que alguno de los que consideraba su padre no lo es.
Cambios en los que la vida requiere un ajuste:
Profesionales: reestructuraciones dentro de la empresa, fusiones, nuevas tareas o responsabilidades, cambio de jefe, nuevos competidores, cambios en las leyes fiscales o en el entorno económico.
Privados: una nueva etapa de vida: casamiento, la llegada de un hijo, enfrentar la jubilación; enfermedad crónica; separación de la pareja; cuidar a los padres (u otras personas) en la vejez o en la enfermedad.
No son los acontecimientos en sí los que generan las crisis. Lo más importante es cómo los afectados valoran por un lado los acontecimientos y, por el otro, cuáles son sus capacidades para superar la situación.
En este aspecto van a desempeñar un papel importante ciertas suposiciones fundamentales sobre las capacidades de la propia persona, sobre el mundo y la vida, así como las experiencias del pasado.
Si una persona ha podido trascender con éxito los fracasos, adversidades y crisis considerará el hecho como algo menos amenazante que otra persona. Por otra parte, si la persona aún no ha logrado superar una crisis del pasado o lo ha hecho parcialmente, se sentirá más insegura y vulnerable.
Resiliencia es: la capacidad para enfrentar las adversidades y salir fortalecido de ellas.
Aquel que por principio se atribuye muchas de esas capacidades, dará por sentado que dispone de muchas posibilidades de enfrentar su problema y superarlo a diferencia de la otra persona que tiene miedo o baja autoestima.
¿Estamos condenados al dolor y a repetir los patrones negativos si vinimos de un ambiente adverso?
El análisis de la psicología respecto a la resiliencia ha cambiado con los años. Durante mucho tiempo se pensó que una persona que viniera de un ambiente adverso o traumático como: violación, violencia, alcoholismo, prostitución, estaba condenado a repetir estos patrones. Sin embargo, los psicólogos descubrieron que si dos o más personas vienen de la misma familia o contexto negativo, no necesariamente todos ellos tienen el mismo destino. Por ejemplo, uno de los hermanos pudo haber seguido la conducta violenta o adicta de uno de los padres, mientras otro decide no repetir dicho patrón y no sólo no es violento, sino que, además, se vuelve miembro activo de una fundación o asociación que trabaja para cambiar dicha realidad en otras familias y en ayudar a los menores a salir de dicha situación adversa.
La importancia fundamental del apoyo del ambiente para lograr un cambio.
¿De qué depende que uno de los miembros de la familia reprodujera en la vida adulta lo mismo que sufrió en su infancia y otro decida no hacerlo y se convierta en un promotor del cambio? Está comprobado que dicho elemento que marca la diferencia es EL APOYO que pudo haber recibido quien cambió por parte de un adulto que puede ser: un familiar, un vecino, un terapeuta o un religioso, mientras que, por alguna razón el otro miembro no contó con dicho apoyo esencial para el cambio.
Existen distintas circunstancias que favorecerán o no el desarrollo de la resiliencia en cada hombre a través, como ya mencioné, del apoyo que reciba por medio de la educación, sus relaciones familiares y/o el contexto social.
Es importante, en todos estos contextos (o por lo menos en algunos de ellos) que se haga sentir a la persona alguien apreciado incondicionalmente, es decir, tal y como él es, con sus defectos y sus cualidades sin que se le condicione el cariño o el aprecio a cambio de cierto tipo de conductas o comportamientos.
Se ha demostrado a lo largo de muchas investigaciones que la resiliencia está vinculada a la autoestima, por lo que es importante trabajar con los niños desde pequeños para que puedan desarrollar sanamente esta capacidad que, aunque innata, debe fomentarse y fortalecerse.
Según Michel Manciaux, conocedor de la materia, existen personas que al enfrentarse a un trauma o una desgracia permiten que éstas los superen, pero hay otras que no lo permiten y que consiguen continuar con su vida y no sólo eso, sino que salen fortalecidos de las pruebas que enfrentan transformándolas en algo positivo o desarrollando recursos para sobrevivir que creían que no poseían.
Cabe destacar que la psicología ha tomado el concepto de resiliencia de la física, donde refiere a la magnitud que cuantifica la cantidad de energía que absorbe un material al momento de romperse por un impacto.
La psicología humanista y la gestalt, entre otras corrientes, como la psicología positiva, consideran los problemas de la vida, grandes o pequeños, como desafíos, que son enfrentados y superados con mayor o menor resultado por las personas dependiendo de su capacidad de resiliencia.