La preocupación sana y malsana

“Muchas veces la preocupación es una forma de ocuparse de alguien que no puede valerse por sí mismo. En este sentido, los padres se ocupan de sus hijos mientras estos los necesitan. También las personas enfermas o con una incapacidad son objeto de una atención semejante.
Esa preocupación única proviene del amor y es profundamente humana. El que se ocupa de otro se experimenta así mismo como humanamente unido y dedicado al otro, parte del tiempo en que éste necesita ayuda y atención.
Pero también hay una preocupación soberbia, sobretodo cuando uno se preocupa por alguien que es capaz de cuidar de sí mismo y que puede y debe determinar autónomamente lo que quiere y cómo desea actuar, sean cuales fueran las consecuencias que de ello se deriven para ellos o para los demás.” Bert Hellinger

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El hombre de las cien máscaras

La sombra es algo que se construye desde muy temprana edad. Cuando niños, si detectamos que hay conductas, emociones, sentimientos o cualidades personales que son rechazadas por nuestros padres o demás seres queridos, las negamos o las reprimimos y tratamos de ser y de actuar como suponemos que ellos desean que seamos o que actuemos. De esa manera, creemos asegurar su cariño y su permanencia en nuestra vida. Sin embargo, el precio que pagamos por ello, es la traición a nuestra verdadera manera de ser y de sentir y por lo tanto, nos negamos la posibilidad del amor y de la felicidad auténticas.

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