El éxito en la vida y la relación con nuestra madre

El primer y decisivo éxito para nosotros fue nuestro nacimiento. Lo logramos de la mejor manera y la más amplia cuando debimos salir a la luz por nuestros propios medios y el nacimiento ocurrió sin intervención externa. Aquí debimos demostrar por primera vez nuestra capacidad de imponernos. Este éxito seguirá repercutiendo por el resto de la vida. De esa experiencia obtenemos la fuerza para más tarde poder imponernos con éxito.
¿Dónde comienza nuestro éxito? Comienza con nuestra madre.
¿Cómo llega el éxito a nosotros? ¿Cómo puede llegar? Cuando nuestra madre puede venir a nosotros y nosotros la honramos como nuestra madre.

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Cuando ayudar hace más mal que bien

Las personas que nos dedicamos a ayudar a los demás tenemos que estar muy conscientes de cómo vemos al otro: como niños indefensos o como adultos responsables. Este cuestionamiento marca la diferencia entre una ayuda sobreprotectora que impide el crecimiento al tratar al otro como un niño y la ayuda que verdaderamente ayuda orientada a que la persona necesitada descubra sus propios recursos como adulto.

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Ingredientes del éxito: motivación, paciencia, disciplina

Las personas que aprenden a ser pacientes disfrutaran con más frecuencia de los frutos que su actitud ofrece en las diferentes áreas  de la vida:  las relaciones humanas y de pareja, en los estudios o en el trabajo, en los deportes, en la superación de las dificultades; en los logros de las metas financieras, en síntesis, en toda situación en la que es indispensable esperar, sin dejar de trabajar, para lograr lo que se anhela.
De igual manera las personas pacientes logran desarrollar la sensibilidad para afrontar las dificultades y adversidades conservando la calma y el equilibrio interior y están más preparadas para comprender la naturaleza compleja de las circunstancias, sin que esto las desmotive o las desaliente,  generando  paz y armonía tanto en su interior como a su alrededor, conspirando con ello, al logro de su éxito.

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