A lo largo de nuestra vida desarrollamos creencias limitantes acerca de nosotros mismos. Desde la infancia, nos hemos hecho una idea de nosotros a partir de lo que los demás esperaban, de lo que se suponía que debíamos ser y hacer. Parte de esta imagen son las creencias acerca de nuestros límites y carencias. Muchas de ellas, al darlas por hecho durante años, tienen una apariencia muy sólida y veraz, que nos disuade de comprobarlas y, en su caso, desecharlas.
