La forma más sencilla de evitar algo que se interpone en nuestro camino para alcanzar un reto, es eliminarlo. Si se trata de palabras limitativas (y poco reales) como “demasiado, muy o mucho”, entonces, hay que eliminarla de nuestro vocabulario cotidiano.
En realidad, no hay nada que sea realmente “demasiado algo”. Es más útil asumir la responsabilidad y elegir si queremos o no hacer las cosas. Por ejemplo, si me escucho decir: “estoy demasiado viejo para empezar a hacer ejercicio” puedo intentar cambiar la frase para decir: “tengo 50 años y elijo no hacer ejercicio” o bien “tengo 70 años y elijo empezar a hacer ejercicio de manera adecuada para mi edad”.