Las emociones no son algo abstracto, son energía que se materializa en nuestro interior y ocupa un espacio real. Si nos congestionamos con nuestros sentimientos, en nuestro organismo no queda lugar para nada más a menos que digiera lo que estamos sintiendo, o lo expresemos abiertamente corriendo el riesgo de sentir dolor al hacerlo. Sin embargo, cuando nos atrevemos a decir lo que sentimos, a expresar nuestros sentimientos de miedo, enojo, tristeza, coraje, impotencia, nos sentimos instantantaneamente liberados. Hablar de lo que estamos sintiendo en realidad, sin reprimir las emociones es el primer paso para poder elaborar la experiencia que estamos enfrentando y trascenderla.