Cuento: Las semillas del maestr

Original de: Luis Fernando Martinez G.

Dedicado a mi maestro Robert K. Hall

images-3El maestro reunió a todos sus discípulos y compañeros de camino para comunicarles, con voz serena, que se acercaba su final por lo que había decidido entregarles su legado: las semillas del conocimiento verdadero.  Su deber era entregárselas, lo que hicieran con ellas dependería de cada quien. Enseguida sopló por encima de ambas manos y las semillas volaron suavemente dirigidas por el viento, cayendo en manos de los ahí reunidos.

51780005Uno de ellos miró la semilla y dijo: “Son hermosas, no podemos arriesgarnos a perderlas, creo que debemos guardarlas en un lugar especial, donde nadie las encuentre ni se las puedan robar.” Y él, junto con otros buscaron un escondite especial para ocultar las semillas.

Al paso del tiempo, todos los de ese grupo se dedicaron a poner su atención en cosas más urgentes pero menos importantes y olvidaron el lugar donde las habían escondido. Por su miedo y desconfianza desperdiciaron el gran regalo del maestro perdiendo una gran oportunidad de lograr su libertad.

imgresOtros observaron las semillas y con tono de decepción pensaron: “¿Deberíamos considerar esto como un regalo especial? ¡No son más que semillas comunes, iguales  a todas las demás!

Tal vez estas personas esperaban algo diferente como: joyas, monedas, tesoros… pero, a como ellos veían las cosas, con una muy estrecha visión, unas semillas no los iban a resolver sus problemas ni les iban a quitar el hambre, así que las arrojaron a la basura y se marcharon cada quien a su casa. No fueron lo suficientemente inteligentes para darse cuenta que el maestro, lo que deseaba, era darles alimento no para su cuerpo sino para su espíritu.

Otro grupo de los ahí reunidos, después de mirar las semillas se preguntaban entre sí: “¿Qué hacemos con ellas?” Y alguien  sugirió: “Tal vez deberíamos comerlas y ver qué pasa. Tal vez ocurra un milagro.” Varios asintieron  y procedieron a obedecer al que esto sugería.  Se tragaron las semillas sin siquiera masticarlas, pero se frustraron al darse cuenta de que no había cambiado nada.

278Otros más pensaron que lo que el maestro realmente había querido es que construyeran un altar para sus semillas y así seguir venerándolo después de su partida.

Entre varios construyeron el altar, colocaron las semillas en diversos recipientes y durante mucho tiempo las veneraron como si del mismo dios se tratara. Les rezaban y les imploraban que los ayudaran, que los hiciera ricos, felices y los sanaran de sus enfermedades.

No faltaron los que se autonombraron sus representantes en la tierra y vieron la manera de sacar provecho de los más ingenuos, vendiéndolas como reliquias capaces de proteger a los más fieles y devotos de todos sus males. Pero con esto sólo lograron acrecentar su malestar. Lograron ser más ricos, poderosos o influyentes, pero no encontraron la paz ni la felicidad pues en lograr de alcanzar la conciencia habían conseguido con sus actos estar más confundidos que al principio. venta

Otros más de los discípulos decidieron que lo mejor era sembrar las semillas del maestro en sus jardines, parcelas o en macetas para que crecieran y se reprodujeran, pero muy pronto, por desidia y falta de fe se olvidaron de regarlas y cuidarlas; algunas fueron comidas por los pájaros, otras se murieron de sed y otras más de tristeza.

las plantasSin embargo, uno de los que habían tomado la decisión de plantar las semillas no se olvidó de ellas y las cuidó con gran paciencia por el gran amor y fe que sentía por su maestro. Él no olvidaba que las semillas de las había dado él por el amor incondicional que sentía hacia ellos.

Él fue el único que se comprometió a cuidar realmente del legado de aquel gran hombre. Por eso, cada día, regaba las semillas, removía la tierra y le ponía fertilizante. Eliminaba las plagas y esperaba pacientemente que crecieran. Nunca se olvidaba de lo que el maestro les había enseñado acerca de la disciplina, la responsabilidad, la confianza y la paciencia… ni tampoco se olvidaba de la mayor de las enseñanzas, la del amor incondicional y la actitud compasiva y todo ello lo llevaba a cabo a través del cuidado de las semillas. Él fue el único que no olvido la esencia de las cosas como lo habían hecho todos los demás. No esperaba nada a cambio. Lo único que le importaba era honrar la memoria del maestro y no olvidar sus enseñanzas sagradas.

Tipos-frutosPor todo eso y por su actitud de congruencia las semillas recibieron y absorbieron el amor del  último de los discípulos, a través de los cuidados que les prodigaba, y la fuerza de ese amor fue la que  las hizo germinar.  Crecieron lenta, muy lentamente, hasta convertirse en hermosos árboles que, algún tiempo después, dieron abundantes y exquisitos frutos.

El discípulo se sintió bendecido con el regalo del maestro que hacía mucho tiempo que se había marchado de su lado. Pero él no olvidó las palabras de su líder en relación a la compasión y la generosidad y por eso cortó los frutos con una actitud amorosa y los distribuyó entre los otros; también tomó uno para él mordiéndolo lentamente y poniendo toda su atención en ese acto, saboreándolo con consciencia plena; lo masticó lenta, muy lentamente, hasta deshacer completamente cada trozo y tragarlo con facilidad.

iluminación2Al hacer esto se sintió tocado por el maestro y experimentó la iluminación en todo su ser.

Este discípulo había sido lo suficientemente sabio para comprender el verdadero significado del obsequio del maestro y pudo disfrutar de sus frutos.

De todos los discípulos, era el único que había podido ver más allá de las apariencias y gracias a eso, ahora era alguien verdaderamente libre y feliz. Todo su ser se sintió invadido de una gran dicha, de una paz serena, profunda, que lo hizo sentirse en unidad con el todo y esto, con el tiempo y su tenacidad, le permitió generar nuevas semillas y ricos frutos de sabiduría convirtiéndolo en el nuevo líder de aquellos que buscaban la verdad.

Ése fue, a fin de cuentas,  el auténtico legado del maestro y lo recibió sólo aquel que supo escuchar y comprender sus enseñanzas.

2 comentarios

  1. Estoy a punto de terminar un semestre mas y esta lectura me cae como anillo al dedo.
    Se las vor a enviar a mis alumnos y espero que por lo menos uno la lea y le deje esa semilla de amor para el trato a los enfermos.
    Mis alumnos enfermeros lo necesitan….

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    1. Es un honor para mí, Lupita. Robert en realidad existe, es mi maestro y le debo mucho. Por eso en retribución yo debo sembrar, cultivar y cosechar las semillas que nos ha dejado a lo largo del tiempo. Al igual que tú con tus alumnos.
      Recuerdo que mi maestro de física de la secundaria nos hablaba de la responsabilidad que tenía un maestro al hablarle a sus alumnos: «Tsl vez lo que menos importe sea el conocimiento Acadêmico, muchas veces un comentario, un pensamiento, citar la frase de algún personales histórico, algo que se ha leído en algún lado, llegue hasta uno de tus alumnos y le cambie la vida». Muchas veces, nos decía, ni siquiera uno como maestro se dará nunca cuenta de lo que esa semilla significó para alguno, pero con más razón, los maestros deben ser conscientes y responsables de las palabras que utilizan con sus alumnos.
      Saludos a tus alumnos enfermeros y un beso para ti.

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